—Hermano Han, me has tratado como un hermano menor. Si estás dispuesto a ayudarme, te trataré con la reverencia de un hermano de verdad —dijo Qi Xiuwen, mirando a Han Sen mientras hablaba.
—Si dijera que te ayudaría, ¿en verdad creerías que lo haría? —respondió Han Sen, mirando calmo a Qi Xiuwen.
—No veo razón por la cual no debería creerte. Pero, tengo una medicina aquí. Es mi esperanza que la consumas —dijo Qi Xiuwen. No tenía miedo de nada. Sacó una botella de platino del bolsillo interior de su chaqueta y la arrojó hacia Han Sen.
Han Sen atrapó la botella y la abrió. Contenía numerosas píldoras que se veían como cristales de fuego, las cuales eran de alrededor del mismo tamaño que el ojo de una paloma.
—¿Qué son estas píldoras? —dijo Han Sen, sosteniendo una de las píldoras en su mano y la observó a contra luz. Se percató de que el exterior endurecido de la píldora contenía un líquido que se movía dentro.
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