El arrebol del sol se dispersaba lentamente sobre la superficie del mar, haciéndolo parecer una escama dorada ondulante. Para el atardecer, la batalla ya había concluido.
En realidad, no podía llamarse una batalla. Las élites de los Piratas Tritón y los tritones adultos habían muerto en la batalla naval anterior y los únicos que quedaban eran ancianos, jovencitos o mujeres. El ataque de Leylin tuvo éxito incluso sin muchos piratas a su cargo.
Una vez que el sol se puso por completo, Leylin se quedó en el balcón de la casa de dos pisos que había pertenecido al capitán pirata. Estaba observando los puntos diminutos de las llamas parpadeando en el puerto. Un incendio provocado a gran escala habría destruido totalmente el lugar, por lo que Leylin lo prohibió antes de que lo saquearan por completo.
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