¡Pam!
En ese momento, la verja de acero se abrió bruscamente y entró un círculo de superiores de la tribu marina.
El rostro del líder tenía escamas azules. Miró fríamente a Belinda y leyó de un pergamino de piel de oveja: —Belinda, el cuartel general ha decidido que le diste la espalda al Maestro del Orden, profanando la gloria del dignatario. Te juzgamos por haber cometido el delito de conspiración con el enemigo.
—¡No, no! ¡Eso es imposible! —Belinda se derrumbó por completo.
—¡Nada es imposible!
El líder de la tribu marina lanzó frente a ella el documento, que tenía el sello del cuartel general en la esquina inferior derecha. Emitía luces deslumbrantes y no era algo que pudiera ser falsificado.
Después de ver las palabras escarlata de su sentencia, Belinda se rindió casi por completo.
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