—Esta es una piedra astral. El precio base es de 200 millones de cristales mágicos y cada incremento se establece en un mínimo de 1 millón. Pueden utilizar recursos de igual valor para compensar cualquier diferencia. ¡Que comience la subasta! —dijo el anfitrión.
Luego, agitó su mano y la enorme pantalla frente a Leylin se iluminó de inmediato con colores brillantes. Al ver los números en la pantalla subiendo poco a poco, su boca se curvó en una sonrisa amarga.
Su suposición se había vuelto realidad: esa piedra astral era uno de los tres artículos más valiosos en la subasta. El precio se había disparado a una cantidad escandalosa.
Parecía que no tenía suficientes cristales mágicos en ese momento y necesitaría vender algunos de sus recursos.
Leylin se alegró de que no le faltaran buenos materiales. Si los vendía a todos, aún calificaría para unirse a la lucha de ofertas.
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