Templo del Dragón
La Reina del Dragón Rojo estaba en un estado excepcionalmente inestable. Los dragones estaban ocupados tratando de suprimir las fuerzas oscuras que corroían la conciencia de su reina. Nadie tenía tiempo para preocuparse por Link y Elin. La situación era realmente terrible. Se podían ver corrientes de fuerzas oscuras emergiendo del vacío, girando alrededor de la Reina del Dragón Rojo como si estuviera tejiendo una red, empujándola poco a poco hacia el abismo de la oscuridad.
Bajo la corrosión de las fuerzas oscuras, los esfuerzos de los ancianos del Dragón Rojo eran simplemente inútiles. Eran como insectos que trataban de detener el avance de un carro de guerra, cuyo destino iba a ser completamente aniquilado. Elin susurró:
—¿Corremos?
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