—¡Blancanieves! ¡Ser malvado! ¡Nunca voy a permitir que Oz caiga en tus manos! ¡Tu maldad causará que Oz caiga en la profundidad del abismo! —dijo Shaenita, mientras empuñaba una vara mágica negra y avanzaba hacia adelante con audacia.
Alzó su vara alto y cantó algo misterioso. Sin embargo, luego de un murmullo rápido, paró a la mitad. Su expresión de confianza palideció instantáneamente. Miró a Blancanieves, con una expresión de horror en su rostro.
—Tu…¿¡Tu has destruido el Espejo de la Verdad!?
Shaenita miró con desesperación a Zhang Yang y el grupo. Su voz temblaba al hablar.
—¡El Espejo de la Verdad es lo único que puede repeler a Blancanieves! ¡Ella nunca pudo haberlo destruido sola! ¡Fueron ustedes! ¡Todos ustedes! ¿¡Cómo pudieron ser tan tontos y estúpidos como para ayudarla!? ¡Imbéciles! ¡Han asistido al mismísimo diablo! ¡¿Qué han hecho?!
Zhang Yang estaba estupefacto. Era un enorme, cambio repentino de eventos.
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