—El Señor Qin es verdaderamente omnipotente como un dios.
Huo Mian no podía evitar admirar la inteligencia de Qin Chu. Él siempre se las arreglaba para ver a través de ella.
—¿Qué necesitas? Dime.
—Nada realmente. Es solo que mi mamá me está molestando para que me mude a su casa de nuevo. Claro que mudarme no es una buena idea ya que estamos casados. Pero sí quiero pasar un par de días en casa con ella y Zhixin.
—Eso está bien —dijo Qin Chu, asintiendo.
—¿Estás de acuerdo?
Huo Mian no esperó una respuesta favorable de parte de Qin Chu.
—Sí, ve a casa un par de días. Cómprale muchas cosas a tu madre y hermano, si no te alcanza el dinero, hablaré con el departamento de finanza para transferirte más.
—No, está bien, tengo suficiente. Creo que tengo más que suficiente.
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