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Volumen 1: Capitulo 18

Tanto su hermana Izet como los demás sub almirantes asintieron con un "Si" entre suspiros y descontentos.

No les gustaba la idea, pero si su emperador decía eso, tenían que hacerlo.

Era la persona más capaz de todas desde el punto de vista de los sub almirantes y han estado con el por más de ochenta años, así que confían en Shire plenamente.

Por más que no les gustará esa decisión sabían claramente que estaba en lo cierto, así que rápidamente dejaron de mirar a los elfos.

No es que los miraran de otro forma, sino que directamente decidieron dejar de mirarlos.

Shire dio unos pasos y se acercó a los elfos.

La hermosa mujer elfa también se acercó hacia donde estaba el emperador.

Ahora que se encontraban frente a frente, había un poco de tensión en el ambiente.

Sin embargo, la elfa no lo dudo y decidió arrodillarse en el suelo con la cabeza mirando hacia abajo.

"Muchas gracias por habernos aceptado en su nave, si no fuera por su decisión, tanto yo como mis subordinados hubiéramos muertos y abría sido el final para nuestra raza."

Los demás elfos no se agacharon debido a que se quedaron sorprendidos de ver a su líder hacer eso.

Luego del desconcierto, optaron por seguir los mismos pasos que su señora.

Los orgullosos elfos estaban arrodillados ante un humano. Esto jamás había sucedido en toda la historia en su planeta.

Era algo totalmente raro de ver, en especial por la gran terquedad y orgullo de estos seres.

Los más sorprendidos fueron los mismos Sub almirantes.

Incluso a Diana se le cayo la paleta sabor naranja de su boca.

No había palabras para describir lo que veían.

"En nombre de los pocos elfos que estamos acá me gustaría pedirle la aprobación de todos para poder pertenecer a la futura nación que vaya a crear."

"Ya no tenemos motivos por los que pelear, sería agradable poder tener la oportunidad de probar relacionarnos por primera vez con otras especies."

"Como sabrá, nuestra raza es muy cerrada, así que, cosas como estas serian geniales."

"Además, nos encantaría a todos poder seguirlo a usted."

"No tenemos a donde ir o a quien seguir. Si pudiera aceptarnos bajo su mando nos pondría muy felices."

Todas esas palabras no dejaban de sorprender a Shire y sus compañeros.

La mayoría de los sub almirantes se arrepintieron de pensar mal de los elfos.

Shire se alegro de cada una de sus palabras.

"Me alegro que hayan optado por esa decisión."

"No planeo obligarlos a hacer nada raro y tampoco a seguir mis órdenes de manera estricta."

"Si desean estar con nosotros, les pido que sean libres e intenten hacerse amigos de los demás. Después de todo, ahora somos compañeros que tienen un mismo objetivo."

"Se que es difícil dejar muchas cosas atrás, pero esta es la única manera de sobrevivir."

Shire le pide que levante su rostro y ella lo hace.

Al ver la sonrisa tranquila y feliz del almirante se quedó completamente paralizada y encantada.

Jamás había visto tal expresión.

Nunca creyó que con solo verlo, una gran confianza surgiría dentro de ella.

El solo hecho de observarlo le daba fuerza y esperanzas.

Shire agarro repentinamente la mano de la elfa, la cual se sonrojo cuando hizo eso.

"Soy el nuevo gobernante, pero no hay necesidad de que se arrodillan o me alaben."

"Soy alguien igual a ustedes, además, me molesta que me traten con mucho respeto, solo llámenme por mi nombre si es posible."

La actitud tan abierta de Shire no sorprendió a sus compañeros, pero si a los elfos.

Además, la pobre elfa estaba sonrojada e impactada de que este le tuviera la mano.

Tras notar la expresión rara en su cautivador rostro decidió soltarla.

"Lo siento. No sabia que a los elfos no les gustaba tener tanto contacto."

Menciono Shire con preocupación.

En su rostro se noto el desconcierto, así que para no hacer rara las cosas dijo que, en realidad, las cosas no eran así, sino que se sorprendió de que alguien le agarrara la mano tan repentinamente.

Así varias dudas se lograron disipar.

Seguido de que Shire se enterara de que darse la mano no suponía alguna descortesía en los elfos, decidió estirarla hacia la elfa.

"Bienvenidos a la raza humana."

La elfa sonrió y dejó de lado la vergüenza que sentía hace unos segundos.

Con mucha felicidad acepto la mano y escucho atentamente las palabras que el emperador tenía que decirle.

"Los elfos también son humanos al igual que los enanos y otras razas, así que para nosotros, es normal considerarlos de esa manera. Espero que no les moleste."

"En el pasado los humanos estábamos todos unidos y al parecer ahora lo estamos de vuelta."

Celes sonrió sonrojada a esas palabras.

"Eso es verdad, su majestad Shire."

"Los elfos vamos a esperar ansiosos por sus órdenes y que con el tiempo podamos ir mejorando nuestra relación."

Los elfos parecían contentos con las palabras de su representante.

Ambos terminaron de estrecharse la mano y Shire le pidió a Brinzd que los acompañará hasta sus nuevos cuartos.

El sub almirante no quería hacerlo, pero no tuvo de otra.

Casualmente Brinzd era la típica persona que se la pasaba durmiendo y que odiaba hacer todo tipo de cosas.

Pero últimamente estaba rompiendo sus limites con respecto a no hacer nada.

Tanto su majestad como sus amigos lo mandaban a hacer un montón de cosas.

Si bien no quería seguir ordenes, si se trataba de sus amigos no tenía otra opción más que aceptarlas y seguir hacia delante debido a que el vampiro valoraba bastante la amistad.

Uno de los motivos de su odio a los elfos se debe a que ellos mataron muchos de sus amigos, sin embargo, sabía que debía dejar todo eso atrás, pero aún así, eso seguía siendo difícil.

También llego a pensar que el motivo por el que Shire lo puso a cargo de los elfos, se trataba de hacer que el se llevara bien con ellos.

Luego de que el vampiro se marchara, Shire desde su asiento hizo una pregunta bastante curiosa a sus compañeros.

"¿Qué opinan de esos elfos?."

La primera en tomar la palabra fue Diana en tanto se hamacaba en su silla.

"Je…no puedo decir que confío en ellos al cien por ciento, pero me parecen de fiar."

"Siento que con el tiempo podremos llevarnos bien, sin embargo, si en algún momento deciden traicionarnos o hacernos algo, yo misma me voy a encargar de torturarlos y descuartizar sus cuerpos."

Sasha con su carácter tranquilo y de hermana mayor pone su mano sobre Diana y la acaricia.

"Ya, ya, ya. No hace falta que te alteres, porque si algo así llegara a ocurrir, yo misma me encargaría de ellos, además, no detecte ninguna mentira."

"Siempre hablo con la pura verdad esa elfa."

El demonio Miguel interviene en el momento que la ángel Sasha hablaba y le dice "Yo hablo por mi y Brinzd. No creo que debamos confiarnos del todo en ellos por más que hablaran con la pura verdad."

Esas palabras causaron dudas en todos.

No obstante, Izet se le interpuso mediante palabras a Miguel y dijo "No tienen nada más que sus vidas, ya no tienen a donde volver y todas sus familias han muerto, además, no creo que quieran causarnos problemas, siendo que somos su única vía de supervivencia y por si fuera poco, son bastantes minoritarios comparados a nosotros."

"Confío en ellos."

"Al principio no, pero por algún motivo tengo fe en que son buenos elfos. Es difícil ver a elfos que se traguen su propia orgullo y siento que a esa mujer la vi en algún otro lado. Me resulta familiar."

Eso dejo estupefactos a todos.

Parecía raro que ella confiara en esos elfos, cuando, en realidad, era muy seria y rara vez llegaba a confiar en su propia gente.

Sin embargo y por algún motivo Izet tenía esa certeza.

Shire pensó por unos segundos y llegó a una conclusión acertada.

"Yo también pienso que son buenos, pero siempre hay que ser cuidadosos, así que planeo que sean vigilados durante un par de meses y luego saquemos conclusiones."

Nadie se negó, es mas, fue una idea acertada.

De esta manera continuaron con su largo viaje.

-CONTINUARA-