9 n u e v e

Pradera, no sabía que existía por la nieve.

Nieve, cubriendo la pradera de blanco.

Blanco, tan puro el inocente como el cielo.

Cielo, la mentira más divina.

Encontrarse sentado en la orilla de un rascacielos era algo normal para Louis, desde esa altura no se presenciaban los actos de maldad que sucedían más abajo.

Lo único que escuchaba era el viento, los ángeles estaban trabajando pero Louis solo estaba gozando, descansando del cielo y su perfección.

Empezó a mover sus piernas como si de un niño se tratase, una hacía enfrente y otra hacía atrás. Realmente quería seguir ayudando pero le gustaba contemplar estos momentos, nunca descansaba, solo cuando estaba la maldad a su lado. Pero a decir verdad, ya no lo relacionaba con ello.

El querubín estaba tan sumergido en sus pensamientos que nunca se percató que había otra presencia a sus espaldas.

Provenía del infierno, era del doble del tamaño de Louis, completamente quemado por todo el cuerpo, con cuernos puntiagudos y ojos blancos.

Se acercaba lentamente hacia él hasta un punto donde se detuvo, contemplando las alas del ángel, lucían como si nunca hubieran sufrido daño alguno. Las quería para él. No, las necesitaba....

El querubín entonces dejó de sentir tranquilidad y empezó a preocuparse, fue un cambio drástico que no sentía ni con el diablo de frente. Sabía que algo estaba mal ¿Por qué sentía un calor de la nada? ¿Por qué sentía que le faltaba el aire?

Aún dándole la espalda giró lentamente su cabeza hasta que hizo contacto con la figura. Esta no tardó en abalanzarse sobre el ángel para evitar que escapará.

Louis decidió saltar al vacío.

Pero el demonio detrás suya fue más rápido y ágil, alcanzó una de sus alas antes de que las pudiera extender y con su toque la quemó, arruinando el perfecto blanco en ellas y haciendo que el ángel se quejara.

Con esa misma mano lo volvió a traer al techo para entonces ponerlo debajo suyo y tenerlo a su merced para arrancar sus alas.

Louis en ese momento recordó una de las tantas habilidades que le enseñó Harry, invisibilidad.

—Harry, realmente no necesito ser más invisible de lo que soy ¿Para que necesitaría que otro ángel no me vea?

—Louis, es importante que aprendas a esconderte de quien lo necesites, nunca sabrás quien te podría hacer daño, piensa en los demonios que quieren hacer pecar a los humanos, no los puedo controlar de atacar a algún ángel. —Expresó el demonio para entonces tocar suavemente el cabello del Ángel frente a él.— Querubín, hazlo por mí, aprender algo nuevo no te hará daño.

—Está bien, pero no creas que andaré por allí haciendo travesuras a los ángeles solo para tu entretención.

Entonces sin dudarlo, desapareció en un parpadeo frente a los ojos del demonio, pero éste observó rápidamente un saco de cemento a un lado de él y lo rompió sin dudarlo para entonces tirar el polvo por todos lados.

Logró visualizar una figura a unos pocos pasos de el gracias al polvo, Louis se estaba recuperando del daño que le había causado por ello se encontraba muy débil como para volar y antes de que el demonio se abalanzara nuevamente sobre él querubín se detuvo.

El ángel aprovechó para correr por todo el techo hasta situarse detrás de las escaleras, ahora escondido y apartado del demonio.

—¡SHULAK! (¡DEMONIO!) —Expresó Harry con enojo hacia el demonio frente a él. —No sabes lo que acabas de cometer ¡lullu shulak! (¡Estupido y tonto demonio!) —Expresó nuevamente no furia cada vez más notoria en sus ojos que se volvieron de un color carmín oscuro, mientras se acercaba con pasos lentos.

Louis aún escondido comenzó a aplicar su mano sobre sus alas dañadas, esta vez sería más difícil esconder la gran marca que dejarán aún siendo curadas nuevamente por Felicite.

Se estremeció al escuchar a Harry gritar, pero decidió quedarse, debía saber de lo que era capaz de hacer.

—Marsharri...(Príncipe...) Le ofrezco mis disculpas, pero es un simple ángel y no pude contenerme. —Dijo por primera vez el demonio.

Harry al escucharlo hablar no contuvo su rabia y por ende lo sostuvo del cuello y lo levantó hasta quedar por encima de él.

—Él no es un simple ángel y si te doy una orden la cumples sin importar lo que sea. —Le dijo viéndolo a los ojos mientras el demonio inmutado vuelve a hablar.— ¿Y por qué no lo es mi querido marsharri?

Harry entonces lo baja y le susurra viéndolo directamente a los ojos. —Sinnishati sha sharri

El demonio tan sorprendido se apartó de Harry y antes de que pudiera volver a preguntar algo más Harry exclama por última vez.

—¡KURUNGIA! (¡INFIERNO!)

Y sin más el demonio frente a él desaparece en un pestañeo, dejándolo solo en el techo, o eso es lo que pensaba Harry antes de retirarse finalmente dejando a un querubín muy desconcertado aún en su escondite.

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