La reina bruja
El sedoso cabello rojo vaga, con tanta facilidad, por las calles en plena oscuridad. Las farolas parpadean repetidamente. La mujer camina a paso fluido arrastrando sus ropas por el suelo, ropas que se mezclan a la perfección con el color negro de la noche. En sus brazos descansa un pequeño niño. Aquel bulto, traía grandes desgracias para todos a aquellos que estuvieran cerca.
La pelirroja se detuvo en frente al viejo y feo edificio de piedra. Las luces estan totalmente apagadas dentro de la residencia. Y pequeñas gotas de agua fría comienzan a caer del cielo; su mirada se dirige a las nubes, apenas visibles.
Todos tomamos decisiones difíciles alguna vez en la vida. La mujer sin identidad alguna, dejo el bulto frente a la puerta de madera. Y en el pequeño cuello del bebé, colgó un un dije de plata con incrustaciones de esmeralda, ese trébol de cuatro hojas le haría tanta falta... Si tan sólo existiera alguno real.
La chica se dió la vuelta tras colocarle el collar, y sin volver a mirar atrás, se marchó aprisa. Había un sentimiento desconocido en su pecho, pero lo que hizo era correcto, la venganza era primero en la vida real.
El bebé cubierto en una fina manta comenzó a llorar, cuando el primer trueno se hizo presente e iluminó el oscuro cielo. La señora Gretel escucho el llanto al pasar junto a la puerta con un vaso de leche tibia en mano. Algún miserable había abandonado un bebé, nuevamente, dentro de una cesta. La señora recogió la cesta del pequeño charco de agua que se había formado de bajo de está, y lo llevo dentro de la casa. Muchas parejas lloran por mantener a sus hijos con ellos, y otras los desechan a la basura sin tener compasión de los pequeños.
Las manitas fueron puestas sobre el gran escritorio de madera vieja, iniciando una gran tormenta con un final infeliz. 1... 2... 3... Sus gritos y lágrimas me atormentan.
Arilusan · Kỳ huyễn
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