Capítulo 1: El comienzo

Reencarnar, en otro mundo... este es el sueño de todo adolescente, e incluso de algunos adultos también.

El síndrome de Peter Pan se hace más fuerte a medida que las personas crecen, irónicamente. Muy pocos son capaces de –engañándose a sí mismos– ser capaces de olvidar la divina inocencia que tenían cuando recién llegaron al mundo.

Un mundo nuevo: cosas que descubrir, leyes físicas que explorar, incontables posibilidades aguardándote... normalmente uno piensa que esto sólo puede ocurrir una vez –al menos, una vez en la vida–. Pero... ¿es esto realmente así?

Muchos autores se han encargado de demostrar este descontento, descontento al mundo que les rodea, descontento al aburrimiento que generan las leyes físicas, descontento a la ausencia de un sistema de magia, niveles, poderes, cualquier cosa que hiciera la vida menos monótona, menos aburrida.

Y así, nació el término "Isekai".

Mi nombre es... bueno, pueden llamarme X. Como seguramente muchos de vosotros, amables lectores, yo también soñaba en reencarnar en otro mundo. Las leyes físicas de este mundo se me hacían aburridas, tener los límites tan establecidos: no poder superar la velocidad de 299 792 458 metros por segundo, tener que obedecer las leyes de la conservación de la energía, la imposibilidad de viajar más allá de los confines de nuestro Sistema Solar... todo aquello me aburría. ¿Por qué debemos encontrarnos en un mundo en el que nos es imposible hacer lo que queramos? ¿Por qué no podemos contar con la omnipotencia del guión característica de personajes como Anos Voldigoad, Akuto Sai, o Rimuru Tempest? ¿Por qué, como diría Shadow, un humano debe morir ante una bomba nuclear?

No me gusta, no me gusta nada...

Bueno, dejándome de rollos, como podéis ver, sí, yo también soy un fanático de ese –tan popular y explotado hoy en día– género isekai. Sin embargo, por suerte para mí –y desgracia para ti– yo sí logré reencarnar. Logré hacer realidad mi sueño: abandonar las limitaciones de este mundo de mierda.