—Me alegra que te parezca bien. Estaba un poco preocupado de que rechazaras la propuesta —Feng Tianyi admitió mientras estiraba la manta para cubrirse las extremidades y miraba la cara de la emperatriz.
No importa cuánto quisiera ayudarla, Feng Tianyi siempre sentía que sus esfuerzos nunca eran suficientes. No le gustaba sentirse incompetente, especialmente cuando se trataba de su mujer. Si pudiera, intentaría darle todo lo que ella deseara. Pero, desgraciadamente, eso nunca sucedería, ya que Tang Moyu había demostrado una y otra vez que podía arreglárselas por su cuenta.
Tang Moyu y Feng Tianyi eran dos personas distintas con hazañas notables por sí mismos. De hecho, el diablo entendía por qué ella prefería hacer todo por su cuenta, ya que él solía hacer lo mismo antes de su accidente.
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