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Llegar a tiempo

El corazón de Tauriel estaba agitado, como si Smaug se hubiera desplomado en el mar de sus sentimientos. Por una parte, Legolas la aleja de donde su corazón quería estar y, por otra parte, no sabía por qué había reprimido sus acciones delante del enano que había entrado en su vida para cambiarlo todo. Cuando regresa a dar noticias decide buscar al enano y comprar tiempo para hablar...

EscritorDeFics · Phim ảnh
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Visitas I

1 SEMANA DESPUÉS

Cada enano estaba concentrado en sus labores y pocos se dieron cuenta que a la entrada vigilada por los hombres de Dain se aproximaban una delegación oficial de Dale, Bard y sus hijos asi como también un grupo de personas que traían consigo algunas cosas.

Después del pago que Thorin a regañadientes había accedido a dar, como cumplimiento a su palabra ahora que se encontraba fuera de los efectos de la maldición de la que había sido presa, Dale había empezado inmediatamente con el restablecimiento del comercio con el Bosque Negro y con algunas ciudades más alejadas, ya que se corrió la voz que la montaña nuevamente era dominada por los enanos, asi que empezar el comercio con Dale era el inicio para luego tener comercio con Erebor.

Bard no tenía intenciones de prolongar su estadía en Erebor porque era plenamente consciente que su visita era solamente una mera formalidad para estrechar lazos, además que sabía la presión no solo con el puesto de rey bajo la montaña, sino también emocional que tenía Thorin en estos momentos y sinceramente era incomodo estar en medio de algún episodio tenso.

—¡Alto! —gritaron los guardias que estaban apostados en la entrada principal, aunque aún no se había terminado de retirar los escombros.

—Soy Bard, rey de Dale, venimos a presentar nuestros respetos al Thorin Escudo de Roble, rey bajo la montaña —Bard dio a conocer su nuevo título, aunque no era precisamente de su agrado, pero la presión había sido demasiada para declinar de su nueva posición. Sigrid que conocía su fastidio no pudo evitar sonreír, no había escuchado noticias de los príncipes de Erebor, a quienes había tenido en su casa, solamente que habían sido heridos en combate, pero no había demasiada información, maldito hermetismo enano pensó.

—No sabemos nada al respecto —dijo uno de los guardias de Dain, quienes a petición de Thorin estaban a cargo de la seguridad de la montaña, todavía estaba gestionándose un nuevo batallón de enanos guerreros de las colinas de hierro para asegurarse de estar bien protegidos mientras reconstruían Erebor

—¡Déjalos pasar! —se escuchó la voz desde la penumbra de la entrada. Se aproximó el enano de prominente barba blanca llamado Balin.

—Balin supongo —dijo Bard haciendo una pequeña inclinación de cabeza.

—Su majestad —Balin hizo una profunda reverencia, sabía que a pesar de los desacuerdos que Thorin había tenido con Bard mientras él estaba bajo la maldición tenía respeto y gratitud hacia Brad y su familia, por acogerlos, por acoger a Fili y a Kili.

—Por favor, ni siquiera lo menciones, solo Bard, ya conoces a mis hijos —Balin se rio ligeramente por la torpeza con la que Bard estaba asimilando su nueva posición, no podía juzgarlo, el propio Thorin todavía era reacio a las formalidades de su rango sobre todo con la compañía de enanos que le habían acompañado en esta aventura. Se giró para ver a los hijos de Bard, una linda muchacha de mirada apacible, pero firme, un muchacho que bien podría ser más grande que su padre algún día, ya se había probado a sí mismo y nada menos que ante Smaug y una niña de mirada traviesa y curiosa que le recordaba al propio Kili.

—Solo por nombre —respondió Balin luego de inspeccionar a los hijos de Bard, buenos chicos, pensó Balin, Bard mejor padre, al haber podido criar a sus tres hijos sin tener a su esposa con él.

—Mi hija mayor Sigrid —Sigrid tenía la mirada fija en la montaña, en la oscuridad en la que se perdía el interior, como si no quisiera perder más tiempo para entrar. Balin sonrió ligeramente al ver como Bard estaba esperando que Sigrid reaccionara.

—Es un placer —dijo con respeto Balin haciendo una reverencia, pero al parecer no había respuesta en la muchacha. Bard se impaciento un poco, supongo que estaba nervioso por todo esto del protocolo entre reinos.

—¡Sigrid! —gruño sacando a su hija de su mirada perdida en el interior de la montaña. Sigrid se sonrojo un poco de la vergüenza, por suerte para ella nadie sabía en que estaba perdida. No tenía caso ahondar en las imposibilidades de su nueva posición. Heredera de un legado nuevo que la condenaba a despedirse de sus sueños y anhelos para adoptar los de su pueblo…

—Lo siento padre, es un placer —Sigrid hizo una inclinación sencilla pero profunda. Balin podía aun ver que la mirada de Sigrid estaba fijamente puesta en la montaña.

—Con gusto les daremos una visita guiada por toda la montaña, al menos las partes que se pueden ver, con todo el desastre que Smaug hizo tenemos mucho trabajo arduo por delante —Sigrid automáticamente presto atención a sus palabras y Balin solo sonrió cuando supo cómo captar la atención de la hija de Bard.

—Eso me encantaría —dijo con tono pausado, pero se notaba que estaba ansiosa, Balin pudo notar que esa niña quería ver a alguien en especial, pero no podía distinguir a quien aún. Esperaba que solo la amistad le provocara tanta emoción ya que más episodios trágicos como el del elfo y Kili no podrían ser soportados por Thorin.

—Mi hijo Bain y mi hija menor Tilda —hablo Bard luego de la interacción del enano con su hija. Sigrid por fin presto atención a la conversación sin perderse en la montaña. Tilda sonreía con algo de complicidad, pero no diría nada imprudente, al menos no todavía.

—¿Y hay muchas cosas interesantes allá adentro? —preguntó Tilda, pero rápidamente provoco la reacción de su padre.

—¡Tilda! —regaño Bard, esperaba que Balin fuera indulgente con la aparente falta de propiedad de sus hijos, Balin solo pudo sonreír, entendía perfectamente que los niños siempre son niños. Kili sin ser un niño era asi de espontaneo.

—Ya lo creo princesa —respondió con alegría mientras le guiñaba un ojo, seguramente encontraría algo divertido para sus huéspedes, mientras Bard y su hija mayor se reunían con Thorin.

—Aunque nosotros hemos venido a ver a los príncipes, traemos regalos —Sigrid dijo de manera abrupta. Balin no dijo nada, pero por su mente pasaron mil pensamientos locos, pero no quería apresurarse. Todavía no. Bard entrecerró los ojos por la prisa con la que Sigrid había dejado ver las intenciones de la visita.

—Creo que primero debemos vernos con Thorin —Bard dijo mientras que Balin hizo un gesto para que se retiraran los guardias. Bard aparentemente aprendía rápido y sabía que primero tendría que entrevistarse con Thorin, sobre todo porque quería que las relaciones con Erebor fueran menos tensas luego de cumplir su palabra y darle las riquezas prometidas.

—Claro, síganme —Tilda entró corriendo adelantándose a todos y Bard solo se agarró la cara con cansancio mientras Balin sonreía, un poco de alegría infantil no le haría daño a Erebor sobre todo en las circunstancias en las que se hallaban, con los príncipes en estados de salud delicados, Kili con su vida pendiendo de un hilo y con malas noticias que no podrían ser evitadas.