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Capítulo 1: Descubrimientos (Parte 1) - Llegada

—Tiempo de aterrizaje estimado, 90 pulsares (unidad de medida Hume equivalente a 15 minutos terrestres) —informó la voz robótica de la inteligencia artificial.

A bordo de una nave futurista de silueta estilizada y aerodinámica, la tripulación escuchaba atentamente los mensajes de la IA, mientras se preparaban para la exploración de un planeta desconocido.

—Detectados elementos y formas de vida desconocidas. Se recomienda el uso de exotraje de nivel 3 o superior durante la exploración.

—Estrella de tamaño gigante, gravedad 197% superior a la del planeta madre...

A pesar de la información proporcionada, ninguno de los tripulantes mostraba signos de miedo. En cambio, la curiosidad y la emoción se reflejaban en sus rostros. Era evidente que estaban ansiosos por descubrir lo que les aguardaba en este nuevo mundo.

De entre ellos, destacaba una figura pequeña que parecía estar especialmente emocionada. La impaciencia se manifestaba claramente en su expresión, como si estuviera dispuesta a bajarse de la nave y empujarla si de esa manera pudiera llegar más rápido a su destino.

Sus ojos brillantes destilaban energía y vivacidad, por otro lado su expresión impaciente ya daba indicios de sus tendencias hiperactivas.

Con el cabello corto y unos rasgos finos y suaves, esta joven irradiaba una apariencia encantadora y delicada, como un hada adorable. Sin embargo, aquellos que la conocían bien sabían que detrás de su apariencia angelical se escondía un espíritu travieso e hiperactivo, más similar al de un duendecillo pícaro que disfrutaba molestando y gastando bromas a los demás.

—¿Pero es que no puedes mantener tu trasero quieto ni siquiera un momento, Élis? ¡Tranquilízate de una vez, no quiero tener que volver a reparar el reposabrazos de tu asiento otra vez, enana loca! — exclamó otro de los tripulantes.

Su nombre era Drake y era el ingeniero a cargo del buen funcionamiento de todos los equipos de la nave. Era un tipo enorme y fornido, cuyo cuerpo medía casi 2 metros, con una gran cantidad de pelo y barba de color negro cubriendo su rostro, lo cual reforzaba su imagen salvaje.

La advertencia previa de Drake tenía fundamentos sólidos, ya que en múltiples ocasiones, Élis había dejado que sus emociones se adueñaran de ella sin tener en cuenta las posibles consecuencias, causando como resultado que varios componentes de la nave resultaran dañados.

Aunque normalmente los delgados brazos de Élis no deberían ser suficiente para romper los robustos componentes de la nave, todos los miembros de la tripulación llevaban puestos los trajes de supervivencia básica, que tenían la capacidad de duplicar la fuerza de su portador. Además, todos los exploradores Humes habían sido sometidos a modificaciones para mejorar su fuerza, lo que le confería a la pequeña Élis, que apenas medía un metro y medio, la capacidad para causar estragos.

—¡Hump! ¡No entenderías! —respondió Élis con indignación—. Yo, la ganadora de todos los premios Humes en biología en los últimos tres certámenes, fui superada por una novata que acababa de terminar sus estudios, solo porque tuvo la suerte de encontrar una especie rara capaz de alimentarse de desechos espaciales. ¡Aahh! Solo de recordar su cara de arrogancia, me dan ganas de... — Un fuerte ¡crack!, interrumpió su discurso cuando un pedazo del reposabrazos del asiento salió volando, cayendo en medio de la cabina.

Hubo un breve silencio antes de que se escuchara un grito furioso resonando en la nave: —¡AAHH, maldita enana, lo volviste a hacer, no esperes que vuelva a arreglar tu desastre!

El resto de la tripulación suspiró, pero ya se habían acostumbrado a este tipo de situaciones, debido a que todos sabían que Élis tenía una pasión por la ciencia desbordante, lo que la llevaba muchas veces a descuidar las precauciones y ocasionar pequeños incidentes.

—¡Basta ya! Dejen de pelear y prepárense para el aterrizaje. Élis, como castigo, hoy no tendrás postre y se descontará el costo de la reparación del asiento de tu paga —dijo una voz firme y autoritaria de una figura alta, que exhibía una gran cantidad de músculos bien marcados, dándole una apariencia imponente.

Se destacaba por su piel de color tono más cálido comparado con el azul claro de los Humes indicio de su mestizaje con la raza humana, una fusión que le otorgaba una presencia tanto noble como enigmática.

Sus ojos llenos de sabiduría, sumado a su expresión calmada, le daban un aire de madurez que infundía respeto y admiración. Era el capitán de la nave, Einar.

—¡Eeehh! —exclamó Élis en un tono desanimado.

—Je, je, je, te lo mereces, maldita enana —respondió con malicia Drake.

—¿Qué dijiste, estúpido Gorila? —replicó Élis, elevando la tensión entre ambos.

Se miraron con tanta furia, que uno casi podía ver las chispas que se cruzaban en el centro de sus miradas.

—Ustedes dos cálmense y prepárense, si el generador de energía vuelve a ser dañado en el aterrizaje como en el anterior planeta, nos quedaremos varados durante meses antes de que un equipo de rescate venga a ayudarnos, y definitivamente no estoy dispuesta a comer esa horrible comida deshidratada de emergencia. Así que más les vale que se concentren o definitivamente les haré llorar sangre— dijo una voz femenina perteneciente a Siena, la hermosa navegante de la nave, mientras apartaba su largo cabello rojo.

Ella era una experta en navegación espacial, una gran piloto y artillera experimentada, que era muy exigente y algo vanidosa.

Su cara mostraba una expresión disgustada al recordar el infierno vivido hace unos pocos meses, cuando por culpa de las peleas de ese par de tontos, se quedaron varados en un planeta aislado durante un mes.

Si no fuera porque los conocía desde hace varios años, sumado al hecho de que eran exploradores científicos brillantes en sus áreas, seguramente habría pedido su expulsión del equipo en ese momento.

— Tranquilízate Siena, si bien es cierto que fue su culpa que nos quedáramos varados, también fue gracias a ellos que logramos aguantar hasta la llegada del equipo de rescate. Si no fuera por qué Élis encontró ese extraño hongo comestible, hubiéramos muerto de hambre cuando se acabaron las raciones de emergencia — Dijo la voz tranquilizadora del delgado Liam el Geólogo de la tripulación, con tono tranquilizante.

— ¡Hump!, te refieres a esa asquerosa planta que no nos advirtió que tenía el efecto de repentinamente engrosar la voz, por lo cual, cuando regresé para presentarme en el concurso de canto de mi familia, sufrí la burla de todos — respondió Siena mientras la furia en su voz subía a otro nivel.

— Brillante defensa Liam, realmente es una gran pérdida para nuestra sociedad que te dedicaras a estudiar piedritas en vez de estudiar derecho — dijo con sarcasmo Élis.

—Lo siento solo quería ayudar— Respondió Liam

—Lo sé, solo temo que el hígado de Siena no pueda aguantar más de "tus ayudas" y explote — le contestó Élis con tono despreocupado, mientras hacia un gesto abriendo las palmas de sus manos y simulaba el sonido de una explosión.

—¡Hija de P...! — Empezó a decir Siena.

—¡Silencio!, el capitán ya les ordenó que todos vayan a sus puestos, así que no sigan perdiendo el tiempo —interrumpió la voz seria del último miembro de la tripulación, Aren, el guardián.

Los guardianes eran miembros obligatorios en cada equipo de exploración. Todos ellos eran guerreros entrenados, cuyos cuerpos habían sido modificados para alcanzar el máximo potencial de sus capacidades físicas. Su misión era garantizar la seguridad de todos los miembros del equipo, incluso si para ello tenían que sacrificar su vida.

Aunque Aren no tenía una contextura tan robusta como Drake y Einar, sus músculos eran más flexibles y estaban bien marcados, dándole la apariencia de alguien fuerte y veloz.

Tras la orden de Aren, todos los miembros tomaron sus puestos y se prepararon para el inminente aterrizaje en el nuevo planeta.

—¿Qué? —se escuchó la voz de sorpresa de Élis mientras miraba los datos de la pantalla de la nave.

—¿Qué ocurre? —preguntó Einar con calma, notando la anormalidad en la voz de Élis.

—Pensé que el capitán había dicho que este era un planeta joven con vida incipiente, pero mis instrumentos indican que está lleno de gigantescas formas de vida, con gran energía vital —dijo Élis, asombrada por los datos que estaba recibiendo.

Einar se sorprendió ante esta revelación. Como capitán, siempre se aseguraba de revisar minuciosamente la información y los análisis de exploraciones anteriores, para evitar cualquier imprevisto que pudiera poner en peligro a la tripulación.

—Mm…, estoy seguro de que revisé bien la información, los análisis externos que datan de poco más de 400 años, dicen que este es un planeta joven con unos pocos millones de años de desarrollo, por lo que no debería haber organismos tan evolucionados— dijo Einar mientras se acariciaba la barbilla, reflexionando sobre la situación.

— Pero por las dudas utilicen el exotraje de nivel 5 cuando desciendan de la nave. Aren asegúrate de estar alerta en todo momento — continuó Einar, tomando una decisión prudente ante la incertidumbre que se presentaba.

—¿Está seguro, capitán? ¿No cree que usar los exotrajes de nivel 5 es una exageración? Sabe bien que tienen un número limitado de usos y comprar unos nuevos nos llevaría a la quiebra —intervino Liam, tratando de persuadir a Einar de reconsiderar su decisión.

—Además, los últimos exotrajes de nivel 5 que obtuvimos fueron especialmente caros, debido a que están diseñados para adaptarse a las fortalezas y habilidades de cada usuario. El costo combinado de todos ellos es mayor al valor de esta nave —añadió Liam, intentando exponer las implicancias económicas de la elección.

Liam, como encargado de administrar las finanzas, tenía una personalidad extremadamente ahorradora, lo cual le había valido que Élis lo llamara tacaño con frecuencia. Sin embargo, él tenía razón en que el valor de los exotrajes de nivel 5 especializados era exorbitante, fuera del alcance de la mayoría de los equipos de exploración.

Afortunadamente, los valiosos descubrimientos que habían logrado en sus viajes les habían valido varios premios y bonificaciones, lo que les permitió adquirir los exotrajes con gran esfuerzo.

—En el pasado, hemos presenciado casos trágicos de exploradores que subestimaron los peligros del universo y pagaron con sus vidas. No cometeremos ese error. Así que no discutan y vayan a equiparse rápidamente —dijo Einar con una voz autoritaria que dejaba claro que no cambiaría de opinión.

Para Einar, la seguridad de su equipo era lo más importante, incluso por encima de recolectar datos o realizar descubrimientos grandiosos.

—¡Sí, capitán! —respondieron varias voces al unísono mientras la nave descendía rápidamente hacia el planeta.

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