Todo era culpa de Gu Jingze por seducirla siempre. Ya no la dejó ir desde el momento en que llegó. Lin Che le miró fijamente y le dijo: —Come tu comida.
Después de comer, fueron a asearse.
Gu Jingze observó cómo Lin Che se cepillaba con un cepillo de dientes eléctrico.
Mientras el cepillo vibraba, sus labios también temblaban. La miró fijamente y se rió, lo que provocó su curiosidad. Ella levantó la vista y preguntó: —¿Qué?
—Hablando de vibraciones...—dijo Gu Jingze ylentamente agarró a Lin Che.
Lin Che murmuró con espuma aún en su boca.
—No he terminado...
—Te ayudaré —respondió Gu Jingze y tomó la taza de agua para que ella se enjuagara la boca.
Cuando terminó, él se inclinó para besarla.
Con sus bocas llenas desabor a menta, ambosse encerraron ensus labios y lentamente se acercaron el uno al otro.
Lin Che recordó su remordimiento hace rato.
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