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Memoria 1

Desde niña, la gente de este pueblo llamado "El valle de Kara" qué en un principio no entendía, me habían llamado Cristal. Pero un sentimiento o pensamiento en lo profundo de mí, sabía que no era verdad. Aceptaba ese nombre por no saber si tenía uno propio.

Pasó el tiempo, estaba sentada en una banca de cierto mirador de este pueblo -Haru Senju- era mi nombre. ¿Cómo lo sabía? Era un enigma en mi vida.

-¿Cazador?- dije mientras miraba al hombre sin cabello, pero con una gran barba. -No creo tener las cualidades para ello-

-Se podría decir que, aún eres joven, con tiempo y experiencia podrías llegar a ser una buena cazadora- Marcos era quién estaba más presente en mi vida. Yo al parecer era la niña consentida del pueblo. No sabría por que estaba en tal alto estatus.

Valle del Kara... En esta montaña no había algún valle. Pero mirando hacía abajo y un poco a la izquierda, se encontraba el valle. Y como si fuera partido por la mitad, a la derecha habían un mar de árboles. Algunos se sobrepasaban entre sí. No importaba si forzaba mi vista a ver más allá. Simplemente todo era extenso.

Cazadora... Quedé pensando esas palabras. Pasaron las horas. Era la segunda campanada, aunque notorio; el atardecer llegó.

El viento aquí arriba revoloteaba mi pelo largo y plateado. Tras levantarme me dirigí a mi hogar.

Pensaba sobre todo. Marcos... Yo estuve presente cuándo nació. Yo lo llamaba abuelo pero al menos aún podía hacer posiciones de ataque hacía el enemigo. También el hacer ejercicio.

Ya ni recordaba cuántos años habré pasado en este pueblo. Aparte nunca he tenido el interés en explorar el exterior.

Cerré mis ojos y poco a poco mi consciencia creaba sueños.

···

Un nuevo día. Cómo siempre, me levantaba antes de la primera campanada que señalaba el amanecer. Habían unos muñecos con los cuales entrenaba. Tras varios minutos me detuve, tome agua y me preparé para empezar a usar mi arco.

Tras estar sudada, me fui a bañar.

Estando lista, salí nuevamente de mi hogar y vague por el pueblo. Cada paso saludaba a los habitantes.

Me encontré con Marcos. Charlamos como siempre mientras me invitaba algo de comer. Había una discusión a lo lejos. Era un comerciante quién alegaba sobre la calidad de comida del local de aquel dueño.

Simplemente lo ignoré y me centré en la conversación entre Marcos y yo. -Al parecer el grupo de Conrad irá de caza, pero esta vez un poco más profundo que la última vez- dijo el dueño del local mientras hacía más fideos con varias verduras, carnes y demás.

-Oh... Tal vez traigan carne de buena calidad- dijo Marcos mientras bebía y daba una risa. Pareció hacer una cara de dolor o malestar.

Me acerque mientras mis manos iban a sus hombros. -¿Estás bien?- el dueño parecía preocupado también. Tras caminar hacía nosotros, Marcos tosió.

-Tranquila, solamente me atoré- bebió el agua que le había pasado el dueño. Bebió todo de un trago.

-No me preocupes- dije seriamente mientras dejaba mi codo en la mesa y mi mano sosteniendo mi cabeza. Quise hacerme la seria, pero no podía en este momento. Hice una cara complicada mientras Marcos se reía de mí.

-Sabes, ¿Quieres que le diga a Conrad que te integre al equipo de caza? Aunque sea solo una vez si no llegas a congeniar con el equipo- dije mirándome fijamente a los ojos. -Aunque parezcas una chica de quince años, a mi parecer tú eres la vie...-

Golpee algo fuerte la mesa con mi mano derecha mientras hacía una cara de desagrado. -No menciones esa palabra enfrente de mí, abuelo- esa palabra era como una apuñalada a mi orgullo.

Rápidamente sonreí. Pensé sobre ser cazadora, por lo menos un día. -Está bien- al decir esas palabras, me sentí algo vergonzosa. Aunque yo tenga varios años más de los que tienen en este pueblo, no soy muy inteligente, sociable ni muchas otras cosas. Carezco de mucho.

···

Marcos me presento a Conrad y su equipo de quince personas. Yo incluida.

Bajamos por unos veinte minutos la montaña por un sendero que rodea esta misma. Todos andaban callados. -¿Nadie dirá nada?- dije para iniciar la conversación. Habían nueve hombres y cinco mujeres, sin incluirme en ellas.

Algunos se dieron vuelta para mirarme, pero otros simplemente seguían su camino.

-Simplemente no hay ganas de hablar- dijo Conrad.

¿Será por mí? No... No creo. No creo pensar que por mí sea que todos estén callados. Aparte sería muy egocéntrico pensar eso, aunque ya lo he hecho.

A la distancia de unos nueve metros, ya notaba el valle a la izquierda, y a la derecha los bosques. Todos se detuvieron y se sentaron en la tierra.

Me pregunté por qué, ¿Acaso ya no tenían un destino ya seleccionado?

Empezaron a hablar. Las risas empezaron a aparecer mientras transcurría el tiempo. -Siéntate con nosotros- dijo Conrad. Le hice caso, pero me senté a su lado.

Él estaba sentado en una roca algo plana. -Escucha, creo decir por todos aquí presentes que te conocemos. Lo hemos hecho desde niños y ahora adultos. Por una parte es increíble ver el como no envejeces- decía mientras veía a sus compañeros de caza reír sin preocuparse por lo que vendría. -También ya tienes unos añ...-

Lo miré con una mirada aguda. Se rio bajo mientras seguía hablando -En otras palabras, ya tienes tu tiempo de vida en este mundo. Aún así se nos hace raro tener a una chica que parece tener unos... ¿Quince años?- suspiró. Tal vez para encontrar las palabras correctas. -Se nos haría fatal verte morir. Las apariencias en ciertas cosas son importantes. ¿Sabes a lo que me refiero?-

Lo sabía exactamente. Les sentaría mal ver morir a una chica con un cuerpo de quince años, aunque esta misma ha visto demasiadas generaciones del pueblo "El valle de Kara".

Asentí a su pregunta. -Entonces, ¿A dónde nos dirigimos?- pregunte mientras observaba su cabello de color gris junto a sus iris de color celeste.

-Bueno, como la nueva iniciada. Te lo dejaré a ti-

Observe lo que estaba al frente de mí. Por un lado; el valle, por el otro; el bosque.

-No sé si realmente quieres convertirte en cazador. Pero en la vida es importante hacer una elección. Y al hacerla, tienes que vivir con la consecuencia de tal acción. Ya sean gloriosas o trágicas- se levantó mientras caminaba hacía el grupo.

Cuándo escuché esas palabras, juré recordarlas por el resto de mi longeva vida.

Por un lado el valle, por el otro el bosque. No sabía qué hacer. Nunca he salido del pueblo. Por lo cuál desconozco este mundo. Si vamos a ir a cazar, el valle no es un buen lugar por ser amplio, los animales te podrían ver... Supongo.

Por el otro el bosque. Un lugar perfecto para esconderse o de por sí, aumentar tus sentidos por la supervivencia... Tal vez.

Creo recordar que los jabalíes rondan estos bosques. Y los conejos, ovejas, cerdos y vacas están en cierto pueblo atravesando el valle. -Debí traer ese libro- pensé mientras me acercaba a Conrad a decirle que vayamos hacía el bosque.

-Está bien. Pero no creas que es algo tipo iremos y volveremos de inmediato. Esto puede tardar demasiado, tal vez regresemos a la tercera campanada- dijo mientras dejaba su cuchillo en su funda que tenía como cinturón en sus caderas. También su mochila llena de cosas la dejó en el suelo y en su mano derecha tenía una ballesta. -Bueno, tu has tenido suerte de entrenar por años, pero no tienes ni práctica ni experiencia en esto. Por lo que cargaras mi mochila y de mí aprenderás-

···

Creo que pasaron unos cuarenta minutos desde que partimos. Habíamos encontrado dos jabalíes. Ellos usaron algo que nunca había visto en mi vida. ¿Era algo que todo cazador necesitaba?

-Conrad, ¿Qué fue eso?-

-A qué te refieres con, ¿Eso?-

-Usaron una piedra extraña cuando mataron al jabalí- había visto como esa piedra triangular, tenía grietas naranjas junto a un brillo en el medio de color magenta estaba siendo usado delante del jabalí muerto, y desapareció en el instante.

-Ahh... De eso te hablaré ahora mientras los demás siguen de caza- estábamos en un campamento hecho por nosotros mismos. Al medio de todo habían una fogata mientras se asaba cierta parte de un jabalí. -Para un cazador, mínimo debe tener alguna de estas "Ramas de Cazadores". A qué me refiero con eso, como vez. Lo que acabas de ver anteriormente con una piedra, esa es parte de la "Rama de Artefactos". Si no tienes algo de esto, lo otro sería obtener la "Rama de Ataque" aumenta tus músculos y resistencia, este varía dependiendo de quién lo use. Ya sea en tu propio cuerpo o en tus armas, se necesita tener cierto sello en alguna parte de tu cuerpo. Y otro que hay, es la "Rama de Hechizos", es preferible tener hechizos de sanación pero no estaría mal tener algún que otro hechizo distinto. Ya que no solo cazamos animales, también a fugitivos que hacen cosas imperdonables a otras personas. De por sí, nosotros usamos nuestro cerebro, trazamos planes dependiendo de qué nos enfrentamos y nuestra seguridad es lo primero-

-Entonces, aquella chica es parte de la rama de artefactos- dije mientras veía como su piedra que tenía en su mano izquierda, se fundía con su piel. En el centro de su palma tenía como un dibujo de la piedra triangular.

-Sí, su piedra es de almacenamiento. Muy pocos cazadores obtienen alguna de estas ramas, hablo en general. Por lo que son perseguidos para unirse a un grupo. O también se vuelven muy egocéntricos y demás-

Parecía ser todo un dolor de cabeza entablar una charla con esas personas.

-¿No hay nadie más que este en alguna rama?-

-Lamentablemente no. Ella es todo para nosotros y le estamos agradecidos de que nos hubiera elegido. Después de todo, nos conocemos desde nuestra juventud- dijo con una sonrisa. Me voltee a los demás para ver sus expresiones y parecían lo mismo.

-Parece muy fácil de usar esas ramas-

-La verdad no es tan fácil, a palabras de ella. Tienes que unirte a gremios que sean parte de una rama en específico. Ellos te enseñaran a usarla en todo su esplendor. Claro, siempre y cuándo tengas la habilidad para ello al igual que el dinero-

Ya era de noche. Caminamos por varios minutos de vuelta hacía el pueblo. Habíamos tenido éxito en cazar a unos seis jabalíes. -Se podría decir que he aprendido de Conrad- pensé mientras caminábamos por este sendero. -Estoy exhausta- ya veía la luz de las fogatas que estaban de entrada hacía el pueblo.

-Ve a casa, yo te daré cierta recompensa por lo de hoy. No creo que te interese hablar con comerciantes sobre intercambios de ciertas cosas- nos despedimos y caminé hacía mi casa, pero sin antes visitar a Marcos.

-Puede que ya esté dormido- pensé. A medida que me acercaba, note su casa con luz. Pero afuera habían varias personas. -Mmm... ¿Pasó algo?-

Veía a su hija de doce años de la mano con su tío. Parecía llevársela junto a su esposa a otro lugar. -Es extraño- aceleré mi paso y al estar a dos metros de la puerta. La esposa de Marcos salió de la puerta llorando y teniendo un paño de color celeste en su mano.

Al verme ella me abrazó fuertemente y cayó de rodillas. No lo entendía. No entendía nada. Cierto hombre que era uno de los tantos médicos de este pueblo salió también acompañado de otros hombres y mujeres. -Son amigos de Marcos- dije tras reconocer sus rostros.

-Ah... Llegas en un mal momento Cristal- dijo mientras hacía una sonrisa complicada.

-Mi nombre es Haru Senju, pero no diré nada- pensé tras colocar una cara de duda -¿Qué paso?- mientras los amigos de Marcos volvían a dentro, una de ellas agarro a la esposa de Marcos y la llevo hacía dirección del mirador del pueblo.

El médico se acercó a mí y con una palabra directa dijo -Lamento decirte que Marcos falleció por un paro cardíaco-

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