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El Reino de Girasoles

Bucles Infinitos

Libro 1 "El Reino de Girasoles"

Sección 1

Escena 1 "El Reino de Girasoles"

La luz rojiza de la luna llena inunda nuestra habitación, bañando con suave resplandor las paredes amarillas y el edredón blanco donde descansamos mi hermanito y yo. Mis ojos, brillaban color ámbar con esta luz especial, los abrí lentamente en la quietud de la noche. Incorporándome sobre los codos, escuchando atentamente unos suaves pasos acercándose.

Mi corazón se emociono al vislumbrar la silueta familiar y de rostro bondadoso de mi querida abuela, recortada en el umbral. Pese a lo avanzado de la hora, y a que ella solo planeaba darnos un beso de buenas noches la convencí de un cuento para dormir.

Con pasos cortos, se acercó a la cama y se sentó a nuestro lado, permitiendo que nos acurrucáramos junto a ella.

–Cuéntanos otra vez esa historia Abu, de cuando eras niña y estabas aprendiendo a volar…–Dije con voz tierna para convencerla de que se quedara un poquito más de tiempo con nosotros.

–Está bien mis niños, pero luego a dormir. Primero abrácenme y acomódense cada uno de un lado.

–Así como papá nos dormía antes de…–dijo mi hermano sin terminar de hablar.

–Shh…, antes que nada a rezar. Junten sus manos, guarden sus alitas y repitan:

"Oh gran señor de la miel,

gracias por una jornada más de vida.

Cuida de los que se han marchado

y cosechan ahora la miel de tus sagrados campos,

danos la fuerza y la sabiduría para guiar a nuestro pueblo,

líbranos de nuestros enemigos visibles e invisibles

y bendice nuestro día con abundante trabajo."

Amiel.

–Aaaamiel. – repetimos sincronizadamente mi hermano y yo como si se tratara de un juego infantil.

–Mi Abu comenzó a hablar con su voz pacífica llena de nostalgia recordando con detalles sus tiempos de la infancia, cuando era menos reina y más ella misma.

–Hace mucho tiempo, cuando aún era una joven princesa como tú, me gustaba visitar los distintos campos de flores. El reino era enorme y no solo era grande porque yo era pequeña, realmente era gigante. Las praderas del norte con saludables tulipanes amarillos y rosas blancas como la nieve, las praderas del sur con violetas de un color intenso y aromáticas gardenias, las praderas del este con nuestros legendarios girasoles dorados tan altos y tan majestuosos que todo aquél que bajaba de la montaña sabía sin equivocación alguna que se encontraba ya, en el gran Reino de los Girasoles.

–¿Y la del oeste, Abu?– Dijo mi hermanito con voz adormecida.

–En todo estás cabezón, creía que ya dormías. En esa tus flores favoritas y las de mi hijo, el campo de cempasúchil, naranjas, blancas, amarillas y otros varios tonos más. Me da gusto que al menos el prado del oeste sobreviva casi intacto, así podremos seguir poniéndole flores en su altar, en el día de los que ya se marcharon, después de todo fue entre cempasuchitl donde caí montón de veces aprendiendo a volar.

Las alas son parte de nuestra naturaleza de Abejoides pero no vienen con instrucciones, debes fortalecerlas para poder usarlas con maestría y cuando eres de la realeza, debes conseguir dominar el vuelo a la perfección… Uno de esos días para entrenarme, decidí volar sola hasta el instituto, el viaje de mañana no tuvo mayores complicaciones, pero al volver estaba comenzando a llover, el cielo estaba oscureciendo rápidamente y el agua comenzó a caer con mayor fuerza. Gotas del tamaño de mi cuerpo caían a mi alrededor y el viento soplaba tanto que sentía como si mis antenas y alas se fueran a desprender de mi cuerpo.

–¿Tenías miedo Abu? –le pregunté, principalmente por que yo siempre lo tengo.

–¡Claro que tenía miedo! pero también lo sabía, sabía que esa tormenta era una prueba de lo que me esperaba en la vida, no podía escapar de ella, debía hacerle frente con valor y con honor… me golpearon las gotas gigantes no una ni dos, sino veinte veces, con mis alas empapadas y mi cuerpo lastimado, logré llegar al Panalacio, solamente con mis últimas y propias fuerzas, a pesar de la tormenta, en completa oscuridad, logré ubicarme gracias a una luz intensa que salió de la habitación principal por un instante, una luz que nunca antes había visto la cual duró solo menos que un parpadeo, y así al recuperarme lentamente en mi cama hexagonal, entendí que volar y vivir siempre será toda una aventura.

Muy pronto será tu ceremonia de coronación mi princesa, serás oficialmente la princesa del reino de girasoles, convirtiéndote en mi sucesora, debes descansar, mañana nos espera una gran jornada laboral.

Perder a alguien es tambien una invitacion a renacer, sin importar que tan joven o viejo te sientas. una perdida siempre conlleva una resurreccion.

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