Gong Shangze insistió: —Aunque he hecho todo lo que he podido, pero la probabilidad de que ganemos esta vez es bastante baja. El premio es muy importante esta vez. Estoy seguro de que David elegirá mi obra favorita.
La cara de Ning Xi se oscureció. Para Gong Shangze, esa era una ardua batalla. Porque su competencia no era nadie más; era él mismo.
—No te preocupes, siempre y cuando hagas lo mejor que puedas, es suficiente. Incluso si no lo logras esta vez, habrá una próxima vez y otra más. Un día, definitivamente derrotarás a tus demonios del pasado. Tienes posibilidades ilimitadas, mientras que el otro rival sólo tiene un montón de borradores de diseño que se acabarán algún día. ¡No hay nada que temer, Gong Shangze!
Gong Shangze miró a los brillantes ojos de la niña y se sintió recargado de entusiasmo. La asintió con confianza.
—Bien, entonces descansa bien. ¡Aún hay una dura batalla que librar mañana!
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