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Visión Interna

Tác giả: Cyberz
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Tóm tắt

Tener confianza y apoyo a veces significa que no podrás conseguir lo que quieres.

Chapter 1Domingo Disonante

 Cuando despertó, lo primero que vio fue a su gemela dándole la espalda, él estaba abrazándola en ese momento, pero debió detener aquello al necesitar girar su cuerpo en dirección a la mesita de luz donde estaba su reloj despertador. Detuvo aquel artilugio con prisa, pues a sus hermanas les molestaba aquel ruido y aunque al escucharlo despertaban de la misma forma en que él lo hacía, ellas podían continuar durmiendo una vez que detenía el ruidoso aparato.

Se descobijó de forma muy desganada y se sentó en la orilla de la cama, agachando un poco la cabeza y dejando que su flojera terminara por mantenerlo en aquella posición por un buen rato, con su mirada fija en sus pies colgando pero su atención puesta en el infinito, sin ser capaz de saber en qué es lo que por su mente pasaba en ese momento. Cuando un escalofrío que recorrió la totalidad de su espalda le provocó un espasmo y con ello lo devolvió a la realidad, lo siguiente que hizo fue estirarse mientras bostezaba de manera ruidosa. Estiró sus brazos sobre su cabeza, esperando sentir a su espalda tronar por la elongación, pero no llegando a conseguirlo. De manera descuidada se pasó la mano por la cara, como intentando sacudirse el cansancio y de un pequeño salto, estuvo al fin de pie fuera de la cama. Con cuidado fue hasta el ropero junto a la cama y de manera silenciosa sacó de ahí una muda de ropa limpia y también ropa interior limpia. En seguida salió de la habitación evitando despertar a sus hermanas y parpadeando con una rápida cadencia ante la resequedad que sus ojos presentaban, pero evitó tallarlos ante la advertencia que su madre le había dado tiempo atrás sobre lo que ocurría a quienes hacían eso.

Aún era muy temprano, pero sus padres estaban ya despiertos antes que él, por lo que pudo escucharlos en la planta baja hablando mientras seguramente se preparaban un café negro, aquella bebida que a él le parecía tan amarga y desagradable, pero que sus padres e incluso un par de sus hermanas parecían apreciar y disfrutar como un manjar. Por educación bajó primero a la cocina para poder saludarlos y una vez que escuchó a su padre llamarlo "campeón" mientras que su madre le llamó "cariño", él niño regreso a la planta alta para poder darse una ducha y así comenzar su día de la mejor manera. Primero se acercó al lavabo y tomó el pequeño banco que estaba debajo del mismo para poder subirse en él y alcanzar a verse bien en el espejo. Usó su mano izquierda para recargarse cobre el lavabo mientras ponía sus pies de puntilla sobre el banquito, intentando que su rostro estuviera lo más cerca posible del espejo, y cuando sintió que no podría acercarse más, usó su índice derecho para jalar con fuerza la comisura de su boca, tanto hacia afuera como hacia arriba y hacia atrás, permitiendo con ello que el lado derecho de sus dientes superiores quedara expuesto, mostrando el hueco que la pérdida de su canino dejó hacia unos días. Curioso pasó su lengua por aquel hueco, esperando sentir al fin que su nuevo diente estaba brotando, pero sin ser capaz de notar nada más que las cosquillas que causaba su lengua en su encía que aún estaba algo sensible. También alzó su cabeza esperando que el espejo mostrara la herida, pero aquello era imposible, el ángulo no se lo permitía. Escupió en el lavabo la saliva que se acumuló en su boca cuando hacia todo eso y después abrió la llave para dejar que el flujo se llevara sus fluidos. Fue entonces que se alistó para darse un baño. No podía perder más tiempo, seguramente Lori y Leni no tardarían en despertar y no quería que le regañaran por tardarse demasiado en el baño.

Al terminar con la tarea de asear su cuerpo y secarlo, vistió con prisa parte de su ropa, pues el pantalón y sus calcetines y calzado se los pondría en su habitación. Colocó con cuidado su toalla alrededor de su cintura y salió del baño con su cabello aún completamente alborotado por culpa de la forma tan desprolija que tenia para secarlo. Atravesó la puerta mostrando mucha confianza en sí mismo y con cierto humor saludó a sus dos hermanas más mayores, quienes estaban ya haciendo fila fuera del baño para tomar su turno. Su hermana estricta lo miro con ojos suspicaces y después le devolvió el saludo al mismo tiempo que le revolvía más el cabello con su mano sin que él se quejara por ello. Su hermana especial por otro lado, se agachó en cuclillas al ver a su hermano y usando sus dedos como un peine improvisado, le acomodó el cabello mientras le devolvía el saludo. Estando conforme con aquel look que le dio al pequeño, ella entonces le dio un beso en la frente y le abrazó antes de ponerse de pie. Sintiendo aquellas muestras de afecto como una victoria ante la galantería que pensó expresaba en su actitud, volvió a su habitación con una confianza aún mayor y teniendo ahora un caminado más alegre, casi bailarín.

Con un tono coqueto, saludó a sus hermanas a penas entro en la habitación, sabiendo que a esa hora estarían ya despiertas. Ambas le devolvieron el saludo entre risillas causadas por la actitud del chico, la cual les parecía graciosa al ser realmente común. Pero él no podía evitarlo, estaba de muy buen humor gracias a lo que harían ese día, o mejor dicho, a lo que obtendría en ese día.

Sin sentir pudor, retiró de si la toalla con la intención de ponerse el pantalón que había preparado desde antes y notó a sus hermanas salir, seguramente con la intención de tomar su lugar en la fila para bañarse. Revisó con cuidado sus pies y las uñas de los mismos pues hacia poco fueron a nadar a la alberca pública, y al verlo caminar descalzo, Lori le advirtió sobre algo llamado pie de atleta, cosa que lo dejó un poco preocupado, tanto como para revisar sus pies después de bañarse desde hacía ya varios días. Todo estaba en orden, por suerte, así que vistió sus tenis los cuales prendían luces de colores en su suela transparente cuando el daba pasos. Al principio eso le pareció tan genial que por eso decidió pedirlos, pero ahora le daba igual que su calzado tuviera aquella curiosa característica. Después tomó su pequeña mochila y, vaciando primero la misma de los útiles escolares que en ella tenía, comenzó a meter dentro cosas que estaba seguro necesitaría; aquella pomada para salpullidos, su bloqueador solar personal, el cual no usaba pues antes de salir era su madre quien de manera cuidadosa le aplicaría a él y a sus hermanas menores aquel tan necesitado producto por ellos, tres juegos de cartas entraron también a la mochila, una libreta con un tamaño un poco más grande de lo estándar y sus colores, un boomerang que su padre les compró a principio de año y una pelota de beisbol que en realidad era más bien un peluche con algo de peso para evitar que los niños se lastimen al usarla.

Cuando salió de su habitación nuevamente, la fila del baño estaba ya compuesta únicamente por su hermana comediante, Lynn y su gemela. No le era difícil adivinar que era Luna quien estaba dentro del baño, pero más importante aún era que seguramente a esa hora sus hermanas más pequeñas estarían ya despiertas, pues todas ellas aún dormían en el cuarto de sus padres, ante lo inseguros que ellos se sentían de poner a alguna de sus hijas a cuidar de una niña de casi cuatro años, más aún de dos pequeñas que apenas estaban encaminadas a los dos años. Bajó cargando con su mochila en sus manos, pues aún debían desayunar así que cargar la mochila sobre sus hombros seria innecesario, y en la cocina pudo ver a su pequeña hermanita albina sentada en su silla para bebé, lista para comer, aunque en realidad su padre no estaba ni por asomo cerca de comenzar a cocinar. Y junto a ella estaban las gemelas, durmiendo plácidamente en su carriola especial donde podían estar juntas, disfrutando de un profundo descanso pese a que su padre no era nada cuidadoso al manejar todos los trastes que ocuparía para preparar el desayuno en un rato más. La pequeña de blanca cabellera levantó su pequeña manita izquierda en dirección a él y, entendiendo el gesto de la pequeña, él se acercó a ella para saludarla. Le dio un pequeño beso en la frente y también la abrazó, y aunque ella no devolvió ninguna de esas acciones, lo que sí hizo fue sonreírle a su hermano mayor mientras le saludaba con su pequeño problema de habla, causado según sus padres por la poca practica que tenía su hija al hablar, tomando en cuenta que a pesar de ser ya tan grande, rara vez abría su boca para emitir palabras.

Quiso saludar también a las gemelas, pero recordando como su madre se molestaba si despertaban a las bebés, prefirió dejarlo para más tarde. Tomó asiento junto a su hermanita albina, ambos en la esquina de la mesa que estaba más lejos de las grandes ventanas del comedor, era el lugar especial para ellos y más tarde se les uniría la gemela del chico. Debían evitar que su sensible piel se expusiera demasiado al sol, por lo que aquella esquina era el lugar apropiado para ellos, o al menos esa era la sensación que su madre tenía al respecto sintiéndose más paranoica que nunca con el tema aún a cuatro años de nacida su hija albina. Una a una, el resto de hermanas bajaron hasta el comedor, donde de forma algo apretada se prepararon para desayunar. Era un día libre, así que su padre fue esplendido al prepararle panqueques de chocolate a los cuales incluso termino por bañar en mas chocolate. Aquel tipo de desayuno era tan especial que podía poner una sonrisa en el rostro de la estoica niña albina que gustosa comía su panqueque de chocolate, previamente cortado por su madre, pese a no tener aquel chocolate liquido encima, después de todo aquello sería demasiada azúcar para su pequeño cuerpo. Verla comer con esa sonrisa era encantador, de la misma forma en que pese a su pequeño tamaño, ella mostraba ya tanta independencia que incluso tomaba su leche en un vaso de plástico normal, dejando a tras su pequeño vaso entrenador hace mucho tiempo.

Fue hasta que todos habían terminado y comenzaban a recoger sus platos sucios que el ruido despertó a las gemelas, las cuales se veían bastante descansadas y tranquilas, pero también hambrientas, cosa que era evidente ante el hábito que tenían de "masticar" sus dedos cuando se sentían de esa forma. De la alacena, el padre tomó un par de papillas que pasó a su esposa para alimentarlas, ambos sabían que al estar recién levantadas seguramente tendrían hambre, pero no estarían de humor para comer algo solido, así que la opción era darle aquellas papillas las cuales eran tan deliciosas que de vez en cuando los demás hijos las consumían a escondidas, cosa que los padres no podían reclamar ya que cometían aquel delito de manera constante también. Era inevitable, su sabor era simplemente delicioso. Después de ayudar a su hermana Lucy a bajar de su silla especial y dejarla en compañía de su mamá, Lincoln entonces fue hasta donde dejó su mochila y la tomó para ponérsela, pues faltaba poco para que salieran de casa, o al menos eso creía él.

Con toda la calma del mundo, Leni subió las escaleras mientras era seguida por Lori, quien anunció estarían listas en un momento para así poder irse. Aquellas palabras eran una mentira, por supuesto. Cuando Lori decía aquello, de lo único que Lincoln podía estar seguro es que no se tardarían un momento, sería una espera larga y aburrida ya que Leni era bastante meticulosa con la tarea de hacerse ver bonita, mientras que Lori tardaba bastante por tratar de conseguir verse menos "rara", según sus palabras. Lincoln no entendía cual era la razón para tardar tanto arreglándose, pues cuando él lo hacía era bastante rápido. Una ducha rápida, ponerse ropa limpia y, después del desayuno, lavar sus dientes con el cuidado necesario para no derramar la espuma que se formaba en su boca sobre su ropa limpia, pues era un dolor de cabeza limpiarla, y aquello hasta hace no mucho le ocurría con suma frecuencia. Si era una salida importante en la que debía verse bien, entonces podría usar el peine para acomodar un poco mejor su cabello, aunque eso no sucedía comúnmente, después de todo su cabello era tan sedoso como para dejarlo desarreglado y con el paso del tiempo tomara forma por sí solo.

Fue hasta que bajaron de nuevo sus hermanas mayores que Lincoln entendió porque les tomaba tanto tiempo. Miró sorprendido a Lori una vez más, daba igual cuantas veces lo viera, se sorprendería sin lugar a dudas al ver como los pequeños granitos que Lori tenía desaparecían de su rostro cuando usaba maquillaje. De igual forma, su siempre rebelde cabello rubio tan largo como el de Leni, parecía estar ahora bajo control y muy brillante, cosa que era poco común de ver ya que las puntas de su cabello tendían a maltratarse con bastante facilidad. Viendo aquello, Lincoln entonces notó el vestido que su hermana mayor usaba, de una sola pieza y sin mangas, en un bonito color azul celeste, se veía tan hermosa como Leni, quien llevaba también un bonito vestido de color blanco, lo cual era normal siendo aquel un domingo. Miró con detenimiento a su alrededor y entonces notó con cierta curiosidad como es que todas sus hermanas llevaban puestos vestidos muy ligeros, incluso Lucy, quien estaba siendo barnizada con bloqueador solar por su madre, llevaba un bonito y fresco vestido, pese a que ese día seguramente el sol haría de las suyas.

Teniendo en mente una pregunta que ya antes le había surgido, Lincoln se acercó a su madre y le preguntó con cierta inocencia sobre aquello que le pareció tan interesante.

 —Es porque más tarde el día será un poco más caluroso que ahora, cariño— respondió la madre, terminando de usar aquella espesa crema en la sensible piel de su hija, esperando que con ello la pequeña pudiera jugar en el parque con sus hermanas al menos un rato sin tener que vestir aquella aparatosa ropa que suele llevar puesta—. Por eso todas llevamos vestido, es mucho más fresco ir vestidas así en días como estos.

Lincoln vio con detenimiento a su madre, ella no vestía realmente un vestido, era una camisa y falda, pero a fines prácticos podría decirse que en efecto eran lo mismo ambas cosas. Por otro lado, Lincoln volteo a ver a su padre, quien estando en el sofá junto a Lenna y a Luna, miraba el televisor, mientras las niñas abrazaban por el torso al hombre. El vestía una playera clara y unas bermudas que por muy poco cubrían sus rodillas. Después se vio a sí mismo, vistiendo aquellos pantalones y su camisa.

 —¿Es más fresco?— preguntó Lincoln, con cierta confusión.

 —Así es cariño, sentir la brisa en tus hombros o en tus piernas es refrescante cuando hace mucho calor.

 —¿Me puedo poner un vestido yo también?

La madre, ante aquella inocente pregunta, rio suavemente y dejando lista a su pequeña de piel sensible, concentró su atención en su único varón hasta el momento, y poniendo ambas manos sobre los hombros de su hijo, ella le respondió.

 —Cariño, los vestidos son para las mujeres. No se supone que los niños usen vestido.

 —Pero yo no quiero sentir calor.

 —Podemos arreglar eso, cariño. ¿Por qué no te cambias y te pones una bermuda o un short?

 —Pero quiero usar un vestido, para verme igual a todas.

 —Lincoln, mi amor, ¿alguna vez has visto a un hombre usando un vestido?

 —No.

 —¿Sabes por qué no has visto alguno?

 —No.

 —Pues, porque hay ropa que los hombres pueden usar para sentirse más frescos sin necesidad de usar un vestido. Ropa para hombres.

 —Entonces, ¿no puedo usar un vestido?

 —Claro que puedes hijo, no veo porque no podrías. Pero no tenemos ningún vestido para ti. Además las personas en la calle suelen ser malas, y si haces algo diferente que no les guste te verán feo.

 —Diferente. ¿Cómo qué?

 —Pues, como usar un vestido siendo niño. Todos esperan ver a las niñas usando un vestido, pero nadie espera que un niño use un vestido. ¿Alguna vez te has imaginado a tus amigos usando vestidos?

 —No, nunca.

 —Y, ¿Qué pensarías si los vieras usando un vestido?

 —Seria gracioso.

 —¿Te reirías de ellos?

 —No— respondió el pequeño, algo avergonzado y dejando ver que seguramente es algo que él si haría.

 —El punto es, cariño, que cuando vez algo que no esperas, te puede hacer sentir incomodo, y cuando la gente esta incomoda suele ser muy grosera. No me gustaría que alguien fuera grosero contigo. ¿Lo entiendes?

 —Si…

 —Además, como te dije, no tenemos vestidos para ti, pero si de verdad quieres usar uno podemos pedirle a Leni que nos ayude a ajustar alguno de tus hermanas para que al menos puedas probártelo. Está en el taller de corte y confección de la escuela después de todo. ¿Qué opinas?

El niño, emocionado, respondió que eso estaba bien y después corrió hasta su padre para presumirle como es que su mamá y Leni le harían un vestido, mientras la madre veía enternecida a su hijo, estando segura por su experiencia con él, que seguramente en unas horas olvidaría aquello y no le pediría ningún vestido después de todo. Aun así, si es que lo pedía nuevamente, trataría de complacerlo, Lincoln era un niño muy inquieto a veces, y cuando eso ocurría lo mejor era complacerlo para que su curiosidad se vea saciada y pueda volver a su rutina normal. Con un suspiro, Rita miró al resto de sus hijas, sintiendo que el amor que tenía por cada una de ellas, así como por su único varón, era total, no importándole como es que la mayoría de ellos tenían presente en mayor o menor medida un desarrollo neurodivergente. Aquel eufemismo aún le parecía incomodo de utilizar, pero siendo que prácticamente toda su descendencia tenía alguna característica propia de aquel diagnostico, debería empezar a familiarizarse con ese término. Aunque a pesar de los años no fue capaz de asimilarlo ante la condición de su hija Leni.

***

Mientras la mayoría de sus hermanas salían de la Van familiar con prisa por jugar en aquel enorme parque con zona de juegos, Lincoln primero atendía a su hermanita de piel sensible. Así como él y su gemela necesitaban cuidados por su condición, la pequeña Lucy debía tener también las condiciones apropiadas para poder salir a la calle en los días de primavera y verano sin que eso le cause algún daño en la piel, pues por pequeño que fuese, podría terminar desembocando en problemas que nadie de la familia quería tener que lidiar. Su madre debía lidiar con las gemelas, quienes estaban haciendo un berrinche por estar juntas una vez más, mientras su padre parecía tenerla difícil sacando todo su equipaje de la cajuela sin ayuda de nadie, mientras Lincoln, con cuidado, buscaba el sombrero de ala ancha de su hermana menor, el cual ayudaba a dar sombra a su blanca piel.

Como siempre, la pequeña albina estaba quieta y en silencio, sentada aún en su lugar, esperando a que alguien le digiera que podía salir. Ella, a diferencia del resto de sus hermanas y hermano, no era alguien muy animada, por lo que prefería estar sentada tranquilamente mientras veía a sus hermanas disfrutar de los paseos y juegos, y esta vez no sería diferente. Solo esperaba a que su hermano mayor le diera el visto bueno para salir. Con todo en orden, Lincoln cerró la puerta de la Van familiar y caminó junto a su madre mientras sujetaba con firmeza la pequeña mano de su hermana mientras su padre, cargando ya los últimos cachivaches que ocuparían ese día, iba detrás de ellos, teniéndolos a la vista solo por seguridad.

Con cuidado, el padre de Lincoln acomodaba toda la parafernalia sobre la mesa de picnic, mientras la madre, con cierta dificultad al moverse, atendía cuidadosamente a sus tres hijas más pequeñas. A lo lejos, Lori cuidaba con mucha atención a Leni, quien disfrutaba de usar los columpios, mientras Luna parecía estar jugando con algunos niños que se topó en el lugar a atraparse los unos a los otros. Su gemela, como siempre, estaba junto a Lenna y ambas estaban siendo vigiladas por Luan, pero por la forma en que la castaña más pequeña parecía estar hablando, seguramente ya tenía alguna travesura en mente, por lo que Lincoln corrió hacia ellas, esperando que aquello fuera algo divertido. El parque era bastante grande, especialmente para ellos que aún eran pequeños, por lo que, con cierta preocupación ante sus movidas actividades, Lori decidió acompañar a los gemelos peliblancos y a las dos castañas para evitar que se metieran en problemas. Ninguno tuvo objeción con eso, pues junto a Lori estaba Leni, quien jugando con ellos era regañada ocasionalmente por la mayor, quien le reprochaba su falta de delicadeza al estar usando aquel vestido. No era nada serio, pero Lori sabía que debía corregir esas conductas en Leni para que aprendiera a como debía comportarse y medir sus movimientos al usar vestidos o faldas. Luna, Luan, Lynn, en realidad todas sus hermanas habían aprendido ya a cómo cuidarse usando aquel tipo de prendas, pero Leni seguía siendo bastante descuidada, por lo que tenía que ser tenaz. Su madre se lo dijo con mucha seguridad después de todo, así que tenía la certeza de que, si bien era algo lenta para aprender o entender algunas cosas, Leni tenía la capacidad para llegar a ser alguien "normal".

Por suerte ella no estaba sola en aquella tarea de cuidar de la más especial de sus hermanas, como siempre su pequeño hermanito Lincoln estaba al tanto de Leni para evitar que se metiera en problemas o que hiciera algo indebido. Tan pequeño como era, Lori se sorprendía de verlo incluso animando a sus hermanas a ir a otras áreas del parque, alejando a Leni de las multitudes, cosa que aún le causaba problemas a la rubia de vestido blanco quien ahora sudaba a borbotones por culpa de las travesuras de sus hermanos pequeños. Nada de qué preocuparse, solo travesuras propias de niños pequeños y hermanos, Lori entendía que por mucho que su apariencia diera la de alguien mayor, ninguno de sus hermanos vería a Leni como la hermana mayor, pues su comportamiento no daba esa impresión en absoluto.

Sintiéndose confiada de que Leni estuviera con sus hermanos, Lori volvió hasta donde sus padres estaban, esperaba poder tomar algo del agua de fruta que su padre preparó para la ocasión. Con mucho cuidado, su madre trataba de ayudar a sus gemelas a intentar caminar, pues parecían poco interesadas en ello, mientras su padre no paraba de hablar con la pequeña Lucy, quien estaba sentada junto a él, bajo la sombra y en apariencia muy atenta a las palabras de aquel hombre que la engendró. No planeaba quedarse mucho ahí, le preocupaba su hermana menor inmediata, por lo que quería regresar con prontitud a su lado, pero viendo como las gemelas comenzaban a cansarse de estar juntas, supo que lo mejor sería estar junto a su madre y ayudarle con ello un poco. Bastaba con solo separarlas por un rato y terminarían por comenzar a llorar de nuevo, pero esta vez para estar cerca la una de la otra. Era complicado entender y adaptarse a ese comportamiento en las bebes idénticas, pues debían estar bajo bastante cuidado por culpa de esa peculiar conducta que Lori no recordaba de ninguna otra de sus hermanas, así como tampoco de Lincoln. Tomó a Lana y la alejó solo un poco de su símil, sentándose junto con ella en la sombra de un árbol que estaba a solo unos cuantos pasos de la mesa para picnic en que sus padres estaban. Como siempre hacia la pequeña, se retiró su chupón y comenzó a balbucear un poco mientras Lori la sostenía con sus brazos y la pequeña permanecía sentada entre las piernas de la rubia. Recordando un poco, gritó a su padre, quien estaba más cerca de la enorme maleta en que llevaba varias de las cosas para ese día y le pidió el paquete de semillas que habían comprado la ocasión anterior que visitaron el parque. Sabiendo que su capacidad atlética era prácticamente nula, el señor Lynn descartó su idea de lanzarle aquel pequeño paquete a su hija, pues estaba seguro de que no solo fallaría la dirección del lanzamiento sino que seguramente las fuerzas no le darían para hacer llegar aquellas semillas hasta Lori, por lo que caminó hasta ella y se las entregó. Al verla con Lana entre sus brazos, él supo cual era la intención de su primogénita, por lo que sonrió y le pidió que fuera cuidadosa.

Lori asintió al pedido de su padre para tranquilizarlo, pues ella haría aquello con mucho cuidado de todas formas. Tratando de evitar que el contenido del pequeño paquete se desparramara por todos lados, Lori hizo uso de mucha concentración para conseguir abrirlo usando solo su mano dominante, pues no quería soltar a su hermanita bebé, y tomando solo un par de semillas para colocarlas en su hombro, acomodó el pequeño paquete para evitar que sea robado. No paso mucho tiempo hasta que de la copa de aquel árbol bajara una ardilla que de manera confianzuda se puso sobre el hombro de Lori para comenzar a guardar aquellas semillas en sus abazones. La rubia no se sorprendió en absoluto, después de todo aquellas ardillas que habitaban el parque estaban ya muy acostumbradas al contacto con las personas y en muchas ocasiones eran esos pequeños animales los que se aventuraban a aproximarse a las personas, sabiendo que seguramente algún tipo de comida se les ofrecería. Había escuchado de algunas de sus amigas que incluso existían algunas ardillas en el parque que tenían nombre y eran reconocidas por los habitantes, pero para Lori aquello no era común, por lo que realmente no reconocía a ninguna ardilla. Solo esperaba que aquella que llegó a posarse sobre su hombro fuera una de las que no les molesta el contacto físico. Con cuidado tomó otro par de semillas y las puso sobre la cabeza de Lana, quien ahora estaba hipnotizada viendo frente a ella una niña que jugaba con su pequeño cachorro. 

La ardilla dio un pequeño pero ágil salto hasta la cabeza de la bebé, consiguiendo sobresaltar un poco a Lori, pero una vez aquello pasó, la rubia tomó un pequeño puñado de semillas y las colocó frente a Lana, justo entre sus pequeñas piernas, consiguiendo sacar a la bebé de su ensueño lúcido, pues aquella ardilla brincó frente a ella en busca de las semillas que Lori colocó ahí. Con mucha emoción, Lana estiró sus pequeñas palmas para poder acariciar al suave animal que estaba repentinamente frente a ella, y feliz deslizó sus dedos sobre aquel pequeño cuerpo cuyo pelaje era increíblemente opaco y de apariencia rígida, pero que en realidad era bastante suave y agradable al tacto. El pequeño animal permitió a la pequeña seguir dándole caricias, pues estaba claramente muy ocupado llevando una por una aquellas semillas hasta sus abazones, con mucha paciencia y lentitud, tanta que al verla, Lori pensó que la ardilla seguramente hacia eso a propósito con la intención de mantener entretenida a Lana por tanto rato como le fuera posible. Acomodando un poco a la pequeña, Lori fue capaz de ver su rostro, Lana sonreía feliz al ver a la pequeña ardilla y quizá más aún por ser capaz de acariciarla. Aquello era propio de la gemela mayor, ponerse feliz de solo poder ver animales cerca, especialmente si podía jugar con ellos, siendo extrañamente cuidadosa al tocarlos, lo cual era reconfortante para la familia, quienes se sentían seguros de tener mascotas en casa sabiendo que la insistencia de Lana por masajearlos no haría que los animales se enfaden y decidan lastimarla.

Rita, con todo y lo cansado que aquello podía llegar a resultar, cargaba a su bebé más pequeña en brazos, sabiendo que estar en las alturas solía ponerla de buen humor. Caminó por un rato alrededor de la mesa de picnic en la que estaban asentados, y pensó que sería una buena idea dar una visita rápida al baño. No es que tuviera la necesidad de usar aquel lugar, tampoco que la pequeña Lola necesitara un cambio de pañal, era únicamente que en ese lugar estaba el enorme espejo sobre los lavamanos, y si algo sabía sobre los bebés después de tener a tantos, era que verse al espejo les era fascinante. Con cuidado dejó que su pequeña hija viera su reflejo en aquel vidrio, preguntándose porque es que a los bebés, o al menos a todos sus hijos en esa etapa, verse a sí mismos les resultaba tan entretenido. Era impresionante el parecido que Lola tenia con ella, pese a ser tan pequeña y tener facciones en su rostro aun muy poco definidas era bastante evidente que era su hija, quizá hasta podría decirse que era su clon. Desde Lori, ninguna de sus hijas se había parecido tanto a ella por lo que estaba feliz de ver que sus pequeñas gemelas eran idénticas entre sí, y en consecuencia iguales a ella también. Era obvio que eran bebés lindas, y lo decía tan llena de orgullo como tratando de mantener un poco su compostura, pues era el tipo de pensamientos que debía medir muy bien antes de decirlos en voz alta. A diferencia de las demás personas que conocía, Rita no era tan estúpida o tan hipócrita como para decir que todos los bebés eran hermosos, pues aquello era totalmente falso, pero pese a lo engreído que sonaba, ella era capaz de reconocer con facilidad como sus gemelas eran hermosas. Todas sus hijas lo fueron y en la actualidad la mayoría lo seguían siendo, lamentablemente para Lori, la pubertad no estaba siendo muy amigable con ella, incluso parecía que todo aquello apenas comenzaba, Rita tenía el mal presentimiento de que su hija aun estaba por pasar lo peor de su pubertad. Por otro lado Leni parecía que tendría un tránsito tranquilo y sin inconvenientes por aquella etapa, pero con ella eran otras las preocupaciones. Al salir del baño, estando algo enceguecida por culpa de la diferencia de luz entre el baño y el exterior, buscó a sus hijos en los alrededores hasta poder ver a Leni. Se sintió tranquila al ver que estaba junto al resto de sus hermanos, y que no estaban realmente lejos, por lo que regresó hasta la mesa de picnic. Retirando el chupón a su hija, para darle algo de beber en su mamila, pudo escuchar a su hija mayor pedirle a su padre que le acerque algunas semillas, por lo que confundida volteo a verla, estaba sentada bajo un árbol a un par de metros, con Lana entre sus brazos. Supo de inmediato para que usaría aquellas semillas.

Mientras hablaba con su pequeña hija de cosas que no tenían mucha importancia, Lynn no podía evitar pensar en lo peculiar que ella era. Tantas cosas juntas por momentos le hacían pensar que quizá su hija estaba en una situación incluso más delicada que su segundogénita. Lori nació con una condición de salud perfecta y sin ningún problema que pudiera darse a notar, y si bien era cierto que las primeras tres semanas de vida de Lori, ella tuvo una apariencia algo extraña por la forma que su cabeza tenía, aquello no fue preocupante cuando el médico familiar les explicó que eso no era algo tan raro, pues siendo ella una bebé, sus huesos aun están en proceso de solidificación, por lo que es relativamente fácil moldearlos. En el caso de Lori, su extraña cabeza fue culpa de la insistencia que tuvo Rita, como madre primeriza, por concebir a su primer hija de manera natural, consiguiendo que ante la estrechés de su vagina el dolor que sufrió fuera agotador, mientras que la pobre cabeza de su hija terminó deformada por un buen rato. Pero además de eso, ella no tuvo ningún problema importante, al menos no hasta su pubertad, donde los cambios hormonales parecían jugarle una broma muy pesada a la alegre chica, afortunadamente ella no se dejaba vencer por aquello. Después vino Leni, la adorable y siempre bien intencionada Leni, quien para infortunio de ellos llegó hasta los seis años antes de que alguien les diera un diagnóstico acertado de lo que la pequeña padecía. Lamentó escuchar después de llevar a su hija a un especialista, que los factores causantes de que su hija fuera tan especial, eran enteramente endógenos, pues las muestras indicaban que era un tema remontado hasta la genética de la pequeña. Él no tenía control sobre aquello, pero le era complicado retirar de su mente la idea de que él era el culpable por la situación de su hija.

Después llego Luna, quien era una niña enteramente sana y libre de problemas, pero que cargaba con una pequeña condición poco común. Aquello lo supieron casi al mismo tiempo que Leni recibió sus estudios preliminares, pues ante la paranoia que esos resultados les dieron, hicieron a sus hijas ser vistas por aquel especialista que tanta confianza les producía ante su buena praxis. Lynn sintió como el cuerpo le temblaba por completo al escuchar que Luna y Luan tenían también algunos problemas inherentes. Afortunadamente para Luna, aquello no sería de ninguna manera un problema en su vida, y seguramente podría llevar una vida normal sin mostrar jamás problemas por ser afectada por 47XXX, ella, al igual que Lori, tendrían vidas sanas y sin problemas. Luan, por otra parte, gozaba de una salud física envidiable, pese a tener una extraña, pero notable predisposición a un cuerpo muy delgado, tanto como para parecer poco sano, pero confirmado por médicos que aquello no era algo por lo cual preocuparse. Su salud mental, si bien no era una delicada ni mucho menos, era sin dudas algo que tener en mente para evitarse problemas, pues la pequeña Luan, en su vistazo preliminar daba la impresión de tener TDAH, y aunque a ella debían darle seguimiento, el resultado final fue que ciertamente tenia aquel peculiar problema que sin duda al paso del tiempo se hacía notar en su comportamiento.

La pequeña Lenna, a quien de cariño el hombre llamaba Lynn, justo como él, tuvo un nacimiento muy prematuro, y con ello vino una salud delicada y costosa. Tan marcado era su problema que en muchas ocasiones el señor Lynn y su esposa lloraron juntos temiendo que una gripe les arrebatara a su débil hija pequeña. En ese tipo de pacientes, según les dijeron los especialistas, en caso de sobrevivir al mayor peligro que representaba la etapa neonatal, era común verlos recuperarse pese a tener una salud delicada, siendo advertidos que seguramente se enfrentarían con el tiempo a recaídas de la pequeña castaña causadas por el simple y sencillo hecho de que su cuerpo no consiguió una gestación plena. Pero en la actualidad la pequeña Lynn parecía estar tan activa y cada día más capaz de moverse, que aquel miedo desaparecía poco a poco.

Después llegaron sus gemelos, a quienes sintió que les debía muchos más cuidados de los que les daba, pues una vez más, gracias a su pobre genética heredada, Lynn tenía hijos con problemas. Después de hacer las pruebas posterior a lo de Leni, era obvio para la familia que aquellas afecciones venían directamente de la predisposición genética que tenía el hombre de la casa para las mismas, dando en este caso a sus pequeños gemelos un problema que si bien resultaba menor en el gran esquema de sus vidas, les dejaba una gran y notoria marca que seguramente los estigmatizaría con el tiempo. Por mucho que él y su esposa vieran con tanto cariño la peculiaridad de sus gemelos, sabían no solo por experiencia sino por evidencias, que aquel bonito cabello de color plateado en realidad les daba muchos problemas a los pequeños. Pese a todo, podía vivir con la idea de aquel detalle que era principalmente estético, pues dentro de lo malo, aquello que podía considerarse lo peor no apareció, sus hijos eran tan sanos como cualquier otro, destacando en ellos únicamente una piel moderadamente más sensible a la resequedad y a la exposición del sol que la mayoría, pero viendo hacia adentro del parque, notando a sus dos gemelos jugando como locos mientras hacían a Leni reír como una niña pequeña, le dejaba en claro que sus vidas podían ser normales. Y aun cuando sus cabelleras ya les habían presentado problemas, sabía que era un problema que podía arreglarse con un pequeño cambio estético, nada de qué preocuparse demasiado.

Entonces miró junto a él, a su diestra, donde una pequeña niña estaba sentada en completo silencio y con aquel inexpresivo rostro, era evidente en la poca piel expuesta que tenia, aquellos rastros pertenecientes a la espesa crema bloqueadora que debían ponerle para evitar que su delicada piel se dañe, o peor aún, le cause problemas mayores, usando aquel sombrero de ala ancha que fácilmente la cubría por completo al ser ella de cuerpo tan pequeño, no solo por ser una niña pequeña sino por tener una complexión más pequeña de la que debería, usando aquellas gafas de sol para prevenir que sus ojos terminen por perder la poca visión de la que pueden presumir. De todas sus hijas, era Lucy la que podía decirse con facilidad tuvo la peor rebanada de aquel pastel llamado genética heredada, con su problema de albinismo y todo lo que ello conllevaba, pero además teniendo esa conducta tan estoica y poco común. Aún no había nada claro, pues ella seguía en observación por el psicólogo y el terapista de lenguaje, pero todo apuntaba a que ella tenía algo parecido a Leni, pues su capacidad para comunicarse y socializar era tan diminuta que difícilmente podría ser considerada dentro de lo normal. Esa pobre pequeña parece haber heredado todo lo malo que Lynn podía ofrecer de sí mismo al concebir hijos, y él se lamentaba por eso en silencio, pues aun cuando su esposa sabia de eso, él se encargó de convencerla que su culpa y remordimiento estaban ya en el pasado. Afortunadamente sus pequeñas gemelas parecían estar en perfectas condiciones, no tenían nada que diera a notar sus feos y defectuosos genes.

Por su parte, Luna estaba tirada sobre el césped estando muy agitada de tanto correr con aquellos niños que recién había conocido. La mayoría de ellos eran más pequeños, pero todos eran mas rápidos que ella, por lo que cuando era su turno, le costaba un esfuerzo bastante grande poder atraparlos. Dejó que los niños siguieran jugando mientras ella trataba de recuperar su aliento, a duras penas había conseguido decirles que ella descansaría un rato sin quedarse sin aire por completo. Estuvo tentada a flexionar sus rodillas para hacer que sus piernas se levanten del césped y dejen que el aire transite entre ellas, pero recordó que tenia vestido, y sabía que Lori la regañaría por no ser cuidadosa con eso si la llegaba a ver. En su lugar se puso de pie y pensó en ir a jugar mejor con sus hermanos, ya había hecho demasiada actividad física y se había divertido con aquellos niños, era turno de pasar tiempo con sus hermanitos, especialmente con Lincoln.

A cierta distancia pudo divisar a sus hermanos con facilidad, después de todo el cabello blanco de su pequeña copo de nieve no podía pasar inadvertido. Junto a la pequeña pudo ver a Luan y a Leni, y estando su copo de nieve ahí, era fácil imaginar que su segundo copo de nieve estaría también ahí, así como la jefa de esos dos pequeños monstruos. No tenía prisa por llegar con ellos, pues sus piernas se sentían débiles después de tanto correr, pero algo la confundió un poco. Cuando Leni, quien estaba dando la espalda en dirección a Luna, cayó sobre su trasero y con ello hizo reír a los menores, pudo al fin ver a Lenna, quien estaba oculta hasta hace un momento por el cuerpo de la rubia. Momentos antes podía ver con claridad a Luan y a la gemela, quienes estaban a la izquierda y derecha de Leni respectivamente, pero no pudo ver a Lincoln en ningún lugar. Sin detenerse volteo hacia la mesa de picnic donde sus padres estaban y pudo ver a su padre quien parecía estar enseñando a Lucy algo, mientras su madre cuidaba a una de las gemelas muy cerca de él. No fue capaz de reconocer a cuál de ellas, pues Luna aún no tenía la capacidad de reconocerlas, pero tampoco era algo importante hacerlo. Al menos no aún. Miró un poco alrededor y pudo ver a Lori cuidando de otra de las gemelas, esta vez pudo concluir que era Lana, pues ambas estaban rodeadas por al menos cinco ardillas que la bebé no dejaba de perseguir mientras gateaba. Volvió a mirar alrededor y no pudo notar nada como lo que buscaba, así que apresuró su paso para llegar hasta donde sus hermanas menores estaban.

 —Oigan, niñas, ¿saben dónde está Lincoln?

 —Se fue— respondió Luan de inmediato, ofuscando a Luna ante tal prontitud.

 —¿A dónde se fue?

 —Fue al baño— respondió la peliblanca.

Volteando hacia los baños, Luna buscó a su hermano agudizando la mirada para tratar de encontrarlo con rapidez. No fue capaz de encontrarlo, pero aun así se dirigió hacia los baños, sabiendo que debía verlo ahí mismo o en los alrededores, no le gustaba que su pequeño hermano estuviera solo, daba igual cuanto se esforzaba por verse como un niño grande, el seguía siendo pequeño y Luna debía asegurarse de cuidar a su pequeño caballero. No fue capaz de notarlo, pero algo llamo su atención, pues cada vez que veía en dirección a la entrada del baño de hombres, Luna notaba como un pequeño grupo de niñas estaba ahí, no parecían estorbar pues no podía ver que nadie saliera o entrara al lugar, pero le parecía poco común que un grupo así estuviera en un lugar así. Continuó caminando mientras pensaba en como hubiera preferido quedarse con sus hermanas a esperar por Lincoln mientras permanecía sentada para descansar, pero ya estaba a medio camino, así que no planeaba regresar sin su copo de nieve.

Con curiosidad volvió a ver al pequeño grupo de niñas frente al baño de hombres y notó que se habían movido un poco de lugar, pero gracias a eso pudo ver por un instante un pequeño manchón blanco entre todas aquellas niñas, las cuales por su altura parecían cubrir aquel hermoso cabello blanco. Luna no lo pensó dos veces, por poco que le gustara, estaba acostumbrada a ver a su pequeño hermano en aquel tipo de multitudes, y siempre era porque resultaba ser el centro de atención gracias a su particular cabello, pero en la mayoría de esos casos era algo malo, pues tal parecía que todos los niños estaban felices de gastarle bromas o decirle cosas ofensivas por su bonito color de cabello. Pensó en como todos eran unos envidiosos mientras corría con prisa hasta donde estaba su hermanito, preparada para golpear a quien sea que lo esté molestando.

La confrontación no se concretó afortunadamente, así como los grupos de niños solían juntarse para molestar a Lincoln y su gemela por su color de cabello, también solía pasar de vez en cuando que grupos de niñas se acercaban a los gemelos para decirles lo bonito que era su cabello y pedirles que les dejen tocarlo, este último fue el caso del grupo de niñas que atosigaban a Lincoln. Con prisa, Luna sacó a su hermano de ahí, pues sabia cuanto le molestaba a ambos copos de nieve que les tocaran el cabello de aquella forma mientras les decían cumplidos que la mayor parte de las veces parecían más bien insultos disfrazados. El pequeño Lincoln no pudo evitar sentirse algo avergonzado por la forma en que Luna lo llevaba cargando hasta donde estaban sus hermanas, pero ya que ella mostraba aquel rostro molesto, prefirió no mencionar nada.

Bastante asustada por lo que había pasado, Luan corrió hasta donde estaban sus hermanos pequeños, los gemelos y Lenna, a quienes hacia ya un buen rato que dejó con la intención de pasar un rato con su hermana mayor Leni, la cual estaba ahora con Lori, como casi siempre hacía. Se había levantado de la sombra que aquel árbol proyectaba sobre ellas, a muy escasa distancia de la mesa de picnic en la que sus padres estaban, tenía ganas de ir al baño, pues sintiéndose algo acalorada por estar bajo el potente rayo del sol la mayor parte de la mañana, comenzaba a deshidratarse, pero ahora el beber tanta agua resultó jugarle en contra. Sin muchas ganas caminó hasta el baño y procuro hacer lo suyo, pensando que ahora que la tarde había entrado de lleno hacia mucho más calor del que en la mañana se podía sentir. Para ella los días cálidos no eran desagradables, pero ese tipo de días eran algo difíciles de tolerar, como la mayoría de la familia ella prefería estar abrigada en un día frio antes que sudando en un día caluroso, por eso al lavar sus manos también aprovechó para mojar su rostro en busca de refrescarse, aquello fue un problema, pues no pensó en cómo es que secaría su rostro después de eso, ya que ahí no había nada con que hacerlo. Peor aún fue salir del baño, pues dentro de aquel lugar la iluminación era mucho más tenue que afuera, por lo que sus ojos tardaron un poco en adaptarse a la luz, quedando enceguecida por varios segundos. Pese a que empapó su rostro, ella aun tenía algo de calor, por lo que pensó que sería una buena idea ir a los columpios, convencida de que el vaivén del juego podría tranquilamente refrescarla gracias al viento que podía recibir no solo en su cara sino en todo su cuerpo. Caminó en dirección opuesta a donde estaba la mayoría de su familia, hacia donde estaban los columpios, pero en cuanto rodeo los baños para dirigirse a aquellos juegos, la sorpresa de Luan fue mucha, y sin lugar a dudas el miedo también se hizo presente.

Apresuró su paso hasta el punto de correr, viendo como su pequeño hermano había tomado la loca decisión de empujar a un niño mucho más grande que él, haciéndolo caer y seguramente provocando que se lastimara. Su respuesta al ver como aquel niño más grande se levantaba y comenzaba a amedrentar al peliblanco fue simplemente gritar su nombre, consiguiendo que sus tres hermanos menores voltearan a verla, notando entonces como es que la pequeña peliblanca estaba llorando. Luan se asustó mucho mas con lo que vio, pero el enojo de ver a su pequeña hermana menor en esas condiciones le hizo tener las cosas claras, iría directo hasta ese chico y le daría una paliza, después de eso quizá tendría tiempo y ganas de preguntar qué es lo que había sucedido, pero por ahora su prioridad era hacer llorar a aquel niño bravucón que claramente estaba molestando a sus hermanitos.

Aprovechando la distracción que causó Luan, el niño grande empujó a Lincoln, quien distraído por el grito de su hermana no vio venir aquella agresión, siendo ahora él quien cayó al suelo de manera pesada. Cual rayo, Luan apareció a un lado de aquel niño corpulento y sin dejar de correr en ningún momento dio un salto con la intención de derribar al mocoso impertinente de una dura patada. Cumplió su misión sin lugar a dudas, pese a que ella también se lastimo al caer sobre el chico, y pese a que quería darle una paliza, lo cierto es que al estar cerca ahora podía escuchar el llanto de su hermanita, por lo que sus prioridades fueron claras. Ayudó a Lincoln a levantarse mientras se acercaba y abrazaba a ambas hermanas menores, preguntando por lo que había sucedido, pero antes de recibir una respuesta, detrás de ella el niño corpulento le dio un empujón a Luan, quien sin mucha dificultad logro contenerlo, pero no hizo nada para devolver la agresión, ya no era necesario. Sin saber cómo es que eso pasó, frente a Luan estaba Lori, mostrando aquel rostro tan intimidante que solía poner cuando estaba de mal humor.

Aunque había sido todo muy rápido, el escándalo fue suficiente para hacer que muchos niños se acercaran presas de la curiosidad, mientras que algunos adultos lo hicieron sabiendo que algo malo ocurría y que debían de interceder para evitar problemas mayores. El enojo volvió a Luan cuando escuchó lo sucedido, era evidente que no solo a ella, el resto de hermanas estaban también molestas con lo que escucharon, Luna incluso dijo algunas cosas al respecto. Mientras esperaban el regreso de Lincoln quien había ido al baño, aquel niño; al que ahora todas veían de forma despectiva como alguien obeso y no corpulento, comenzó a molestar a las hermanas aparentemente guiado por lo peculiar del cabello de una de ellas. Siendo ambas algo tímidas y muy educadas, evitaron el conflicto, pero todo se salió de control cuando aquel niño desagradable, al cual Luna decidió bautizar como "Almacén de Caca", jaló el cabello de la peliblanca. Y no se detuvo, continuó haciéndolo pese a que Lenna intento interceder, consiguiendo solo que el niño se burle de ella por ser tan enana. Para cuando Lincoln salió del baño, pudo ver como aquel almacén de caca jalaba el cabello de sus hermanas y les decía cosas que si bien no era capaz de escuchar, si sabía con certeza que no serian nada bonitas, pues su gemela estaba llorando mientras Lenna parecía a penas poder contener su llanto. Como si de una reacción familiar innata se tratara, Lincoln corrió en dirección a ese costal de desechos y sin detenerse dio un salto para soltarle una patada al niño abusivo, quien se mantuvo en el suelo quejándose por el dolor. El pequeño Lincoln trató de auxiliar a sus hermanas, pero aquel chico gordo se puso de pie y el peliblanco, sin saber que mas hacer, simplemente volvió a empujarlo al suelo. Molesto él chico se puso de pie una vez mas y antes de que Lincoln pudiera pensar en algo, fue que la vos de Luan se escuchó. Ahí, Lori agrego como es que también escuchó el grito de Luan, razón por la cual salió disparada en dirección a los baños, temiendo que algo malo estuviera pasando, y siendo testigo de cómo su hermana de dientes chuecos y personalidad tímida había decidido usar aquel movimiento que ella solía llamar como la "Patada Voladora Loud".

Pese a que ya se había calmado, Rita seguía con cierta molestia por lo que había sucedido, pues arruinó la tarde para la familia. Después de tener una charla muy álgida con la madre de aquel pequeño delincuente, Rita no tuvo más opción que cancelar el resto del paseo después de que aquella discusión terminara por ocasionar que su esposo se fuera a los golpes contra aquel tipo con pinta de matón. En realidad aquello fue algo hilarante, pues pese a verse como un matón, el tipo ese era bastante mediocre a la hora de pelear, tanto como para que los afeminados y débiles golpes de Lynn terminaran por darle una paliza. Al menos esa satisfacción se llevaban los padres de la familia, pues las ovaciones de la gente metiche que veía la pelea vitoreaban como coro a Lynn ante su curiosa victoria. Las hijas mas pequeñas estaban ya alteradas por culpa del altercado, sin mencionar el mal trago de los gemelos y Lenna, por lo que lo mejor sería regresar a casa y descansar para olvidar lo ocurrido. Acomodando a sus bebes en sus asientos, Rita vio como Lori decidió llevar a su pequeño hermano sobre sus piernas, mientras le daba un abrazo. En todo el camino la rubia no dejo de decirle a Lincoln lo valiente que fue por defender a sus hermanas, siendo Luna la que más orgullosa veía a su hermano por sus actos. Rita pensó que aquello podría terminar por darle un refuerzo no muy positivo a la conducta de su hijo, pero lo cierto es que estaba también muy orgullosa por lo que su pequeño caballerito hizo, así que dejó que incluso su esposo felicitara al niño y al mismo tiempo presumiera de su victoria contra aquel tipo de aspecto intimidante. Desde el momento en que nació, Rita siempre pensó que Lincoln seria un pequeño caballerito que protegería a sus hermanas, tanto a las mayores como a las que llegaron después de él, y estaba orgullosa de ver que conforme crecía él siempre estaba ahí para ayudarlas, pero más feliz aun estaba de ver cómo es que él estaba también dispuesto a defenderlas de aquella forma, pese a que le preocupaba lo que pudo pasar de no haber aparecido a tiempo Lori. Su esposo le dijo que aquello no era tan malo, aun si Lincoln hubiera recibido una paliza, según él, habría valido la pena.

***

Con su ego completamente inflado gracias a todos los halagos recibidos, especialmente de Lori y Luna, Lincoln terminó su cena sintiéndose el hermano más genial de todos, después de todo había salvado a sus hermanas de un bravucón. Eso no era realmente así, pero a esas alturas y con tantas bonitas palabras de su familia por su actuar, así se sentía, no es que fuera relevante pues él seguía siendo un niño y daba igual si un poco de su fantasía y algo de exageración terminaba inmiscuida, seria a fin de cuentas un bonito recuerdo para el futuro.

 

A diferencia de sus hermanas, Lincoln no subió a su habitación en cuanto terminó su cena y llevó sus platos hasta el lavabo de la cocina, se quedó atrás porque tenía sed y quería tomar algo de agua, especialmente porque en esos días de calor su padre siempre tenía preparada una dulce y fría agua de sabor en el refrigerador. Siempre eran dos jarras, una para los hijos grandes, como Lincoln, y la otra para los padres y las bebes, pues pese a todo estaban ya en edad de poder probar una deliciosa agua de sabor, aunque el hombre evitaba endulzar la misma solo por precaución. Tendría que bastar con el dulzor que la misma fruta que usaba para prepararlas proveía. Con su vaso de agua en mano, el regresó a su lugar en la mesa del comedor mientras terminaba todo el líquido que se había servido. Podía ver desde donde estaba como su madre lavaba los platos mientras su padre la abrazaba por la espalda un momento antes de retirarse diciendo que cuidaría de las más pequeñas. Con su educada forma de ser, Lincoln despidió a su padre con un saludo cordial y dándole una genuina sonrisa, mientras el hombre le respondía el saludo poniendo una de sus manos en su hombro. Los ojos de Lincoln se iluminaron al instante cuando escuchó a su padre decir de manera rápida lo orgulloso que estaba de él por defender a sus hermanas, para después verlo irse a su habitación.

Cuando estuvo listo para llevar su vaso a la cocina, Lincoln se detuvo por un momento, junto a la entrada del comedor, aquel enorme mueble llamó su atención gracias a un pequeño destello que alcanzó a percibir de reojo. Volteo con curiosidad y pudo ver en todo su esplendor aquella vitrina, que pese a mostrar mucha platería y algunos platos ornamentales, lucia más que el resto de las que había llegado a ver gracias a aquellos hermosos trofeos al centro. Dando algunos pasos se puso frente al mueble y admiró, de entre todos aquellos trofeos, al cual tenía la posición más privilegiada ahí dentro, justo al centro, tanto a lo ancho como a lo alto del mueble, y estando rodeado por cosas, pero que permanecían a cierta distancia del mismo, era como si un aura mágica alejara las cosas que ahí dentro estaban del trofeo, haciéndolo lucir más genial aún.

En realidad aquel trofeo no era para nada uno genial, incluso podría decirse que era un trofeo bastante infantil y que tenía una apariencia de baratija a los ojos de la mayoría de los adultos que lo veían. Pese a todo, en esa casa, dicho trofeo era visto como el más valioso y relevante de todos pues era el primero que llegó a la casa, representando el primer logro de alguno de los hijos que ahí vivían. Y como no podía ser de otra forma, ese curioso trofeo le pertenecía a la primogénita, Lori Loud. Con la forma de una abejita dorada que sonreía, ese trofeo fue el que inició aquella tradición de los padres por exhibir los logros de sus hijos, los cuales eran bastantes tomando en cuenta la cantidad de niños, aunque también lo eran por ser los hijos de esa familia unos muy talentosos.

 —¿Qué haces, cariño?— preguntó su madre, saliendo de la cocina y viendo al pequeño sostener su vaso sucio mientras miraba atento a la vitrina.

 —Mamá, ese trofeo es de Lori, ¿verdad?— con curiosidad, Lincoln volteó a ver a su madre mientras usaba su dedo índice izquierdo para apuntar al trofeo que mencionaba.

 —¿Cuál de todos, cariño?— aunque lo intentó, Rita no fue capaz de averiguar a cual de aquellos trofeos se refería su hijo.

 —El de la abejita.

 —Oh. Claro, cariño. Ese trofeo fue el primero que obtuvo Lori en la primaria. Fue hace mucho tiempo.

 —¿Cómo lo consiguió?

 —¿No lo sabes, cariño? Ese trofeo lo ganó en un concurso de Spelling Bee, por eso tiene esa bonita forma de abejita.

 —¿Qué es eso?

 —Es un concurso donde a los niños les dicen palabras y ellos deben deletrearlas correctamente.

 —¿Eso es difícil de hacer?

 —Bueno, en inglés lo es, pero, ¿Por qué lo preguntas, cariño?

 —¿Puedo tener un trofeo así yo también?

 —¿Quieres un trofeo de deletreo?

 —Si, quiero que mi trofeo este en el centro junto al de Lori.

 —Bueno, cariño, eso va a ser difícil— afirmó Rita, riendo suavemente—, la escuela dejó de participar en esos concursos por temas de adultos, y no creo que vuelvan a hacer alguno pronto. No podrás conseguir una abejita a menos que la escuela haga concursos así de nuevo.

 —Maldición…

 —¡Lincoln! Más te vale moderar ese lenguaje, ¿Quién te enseñó a maldecir?

 —¿Televisión?— Lincoln trató de cubrir a su hermana mayor inmediata, pues sabía que si decía la verdad, siendo esta que aprendió aquel tipo de expresión de ella, la castigarían.

 —No uses ese lenguaje soez, los niños no deben decir groserías, Lincoln.

 —Lo siento, mamá.

 —Está bien, solo no vuelvas a decir eso.

 —Mamá.

 —Dime, cariño.

 —¿Cómo puedo conseguir un trofeo?

 —¿Sigues con eso? Pues, hay muchas formas cariño, solo mira a Lori y sus diplomas por buenas calificaciones, o sus trofeos en las competencias de Golf y Mini Golf. Los certificados de Leni por sus bonitas pinturas o todos los reconocimientos que tiene Luna por tocar sus instrumentos. ¿Sabes? A Luan le han estado diciendo últimamente que es buena en el teatro, estoy seguro de que pronto podrás encontrar algo parecido para ti.

 —¿Qué quieres decir, mamá?

 —Bueno, Lori siempre ha sido una estudiante modelo, así que sus diplomas eran algo que pasaría en algún momento, pero fue divertido ver como resultó ser tan buena para el Golf. ¿Sabes cómo descubrió que era buena para eso?— Lincoln negó con su cabeza, curioso ante lo que su madre le diría— Pues, una amiguita la invitó a practicar para un evento, y de repente resultó que Lori tenía un talento innato para eso, como si hubiera nacido para ser buena en eso. Algo parecido paso con Leni, cuando le dijimos que hiciera dibujos para su terapia, resultó que era muy buena en eso, tanto que ahora recibe esos bonitos reconocimientos de la Casa de La Cultura.

Con interés, Lincoln volteó a ver aquello que su madre señaló, siendo fácil reconocer aquellas hojas membretadas y que estaban adornadas por líneas y figuras que brillaban como si de oro estuvieran hechas.

 —¿Luna también fue buena desde siempre para tocar instrumentos?

 —No, hijo, ella es todo lo contrario a Lori y Leni. Luna tuvo que estudiar mucho para ser tan buena como es ahora, muchas horas de práctica y todo eso. ¿Acaso olvidas todo el tiempo que pasa en su habitación tocando sus instrumentos?

 —Pensé que lo hacía porque le gustaba.

 —Bueno, a ella si le gusta mucho la música, y viendo cuantos instrumentos toca hasta ahora, quizá si tenga un talento innato después de todo, pero el punto es, hijo, que seguramente tu también tengas algo parecido a ellas.

 —¿Lo tengo?

 —Estoy segura, cariño. Ya sea algo innato como sucedió con Leni, o algo en lo que te esfuerces mucho como lo hace Luna, estoy segura que algo habrá que tú puedas hacer mejor que nadie. No tengas prisa por eso, algo aparecerá con el tiempo y entonces podrás conseguir muchos trofeos, diplomas o lo que sea, igual que tus hermanas.

 —Pero, yo quiero un trofeo ahora.

 —Bueno cariño, encontrar algo así toma tiempo, pero si de verdad llevas prisa, ¿Por qué no intentas pedir ayuda a tus hermanas?

 —¿A Leni y a Luna?

 —A todas ellas, seguro que algo bueno puedes aprender de ellas y de cómo descubrieron en lo que son buenas. Pregúntales sobre eso y quizá te sirva como una pequeña guía. También puedes decirles que te enseñen a hacer lo que ellas saben, podría ser que tú seas bueno en algo que ellas también, ¿cierto? Ahora dame ese vaso y sube a tu habitación, en un rato subiré para revisar que tú y tus hermanas estén ya todos listos para dormir, ¿entiendes?

Lincoln sonrió feliz y se despidió de su madre, confiando en sus palabras. Solo necesitaba buscar algo en lo que fuera bueno y entonces, al igual que Lori y Luna, tendría muchos trofeos o papelitos bonitos que digan que él es el mejor. Confiaba en su madre, estaba seguro de que sería tan fácil como su madre lo hacía ver.

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