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Oscuridad

—Mi señora, ¿por qué mira tanto a ese joven? Preguntó la ayudante de la reina, quien lucía un impresionante vestido negro con un escote que dejaba poco a la imaginación.—No lo sé, apenas me percaté de su existencia, pero hay algo en él que me llama la atención. Exclamó la reina con una voz pura mientras se mantenía sentada en su trono, observando a través de una pantalla mágica a un joven que acababa de ser rechazado de la peor manera posible.—¿Mi señora Luna, ¿qué planea hacer con ese joven?Inquirió su fiel ayudante, mientras la reina sonreía suavemente al ver la historia del chico desplegarse ante ella, desde su nacimiento hasta el momento de su rechazo. Su sonrisa reflejaba admiración y deseo.—Tsukiko Kaze... tiene un hermoso nombre. La reina susurró, expectante ante cada momento que veía a través de la pantalla mágica.—Señorita Matzuki, lo he encontrado. El guerrero perfecto para que mate a los otros sellados. La reina proclamó con decisión. Matzuki, su sirvienta, frunció el ceño, dudando sobre la elección del joven.—¿Ese chico tan ordinario será capaz de acabar con las diez personas que tienen la marca de la luna? La marca de la luna era un símbolo otorgado a aquellos que pactaban con la reina a cambio de riquezas, milagros o poder, a cambio de cumplir con ciertos favores que, al ser cumplidos, eliminaban la deuda y otorgaban un poder eterno. Sin embargo, esas diez personas habían desafiado la luna, negándose a cumplir con su parte del trato y causando caos con los dones que ella les había concedido. La reina debía detenerlos, pero para hacerlo necesitaba un guerrero.—No, esta vez quiero ir yo personalmente a verlo. Respondió la reina con firmeza, mientras Matzuki, algo nerviosa, le preguntaba:—¿Está segura, mi señora? Recuerde lo que ocurrió la última vez que eligió a uno de sus guerreros. ¿Será prudente elegir a alguien tan débil como Tsukiko? ¿Cree que aceptará el trato?La reina, con una sonrisa algo macabra, respondió confiada:

—Todo estará bien. Él está destinado a ser mi mejor guerrero. Y si se niega, entonces lo obligaré a participar en mi juego. Estará bajo mi poder.

Hola, mi nombre es Tsukiko Kaze. Como les conté antes, la chica que me gustaba me había engañado todo este tiempo. Me hizo creer que era el único para ella, cuando en realidad ya tenía novio. Esto me llevó a decirle cosas horribles, y, por supuesto, ahora me odiaba. Todo había pasado, y yo estaba sentado en una banca del parque donde todo comenzó.—Es hora de ir a casa... Susurré, mientras me secaba las lágrimas. Me levanté y comencé a caminar hacia mi hogar, sintiendo cómo la noche caía sobre mí. Las luces del parque iluminaban mi camino, pero mi mente no dejaba de dar vueltas, recordando lo estúpido que había sido al dejarme engañar de esa manera.Todo había parecido tan genuino: sus sentimientos hacia mí, el beso, los días que pasamos hablando. Me preguntaba si en verdad había sentido algo por mí o si solo se estaba burlando. ¿Era acaso parte de algún reto? Mi cabeza no dejaba de dar vueltas. ¿Cómo había logrado enamorar a la chica más bella de la escuela? ¿Yo, un chico sombrío y sin personalidad? Era ridículo, lo sabía.Perdí la noción del tiempo mientras caminaba. La tristeza me envolvía, y el camino parecía alargarse interminablemente. Una ventisca de viento frío me azotó, haciendo que hojas secas volaran alrededor de mí. Todo parecía tan normal, hasta que levanté la mirada y vi cómo las luces del parque se apagaron por completo.—¿Qué está pasando?

Pregunté, un escalofrío recorriéndome la espalda. Comencé a asustarme cuando la oscuridad me envolvía por completo, y no podía ver nada a mi alrededor.

—¿Hay alguien ahí?

Grité, esperando una respuesta. ¿Acaso me había vuelto loco? Saqué mi teléfono, pero no encendió. Algo no estaba bien. Asustado, comencé a correr, tratando de escapar de la oscuridad que me devoraba.

Por más que corría, sentía que no me alejaba lo suficiente. La oscuridad se intensificaba, y a medida que avanzaba, los murmullos y gritos alrededor de los árboles se hacían más evidentes. Exhausto, me detuve a tomar aire, y entonces vi algo que me heló la sangre. Una pequeña niña, llorando desconsolada porque no encontraba a sus padres.—No soy el único en esta situación.

Pensé, y me acerqué a la niña con la esperanza de ayudarla.

—Pequeña, todo estará bien. Encontraremos una salida y buscaré a tus padres.

Le sonreí, tratando de calmarla. Pero cuando me acerqué lo suficiente, la niña comenzó a reír de una forma espeluznante. Su rostro cambió, y una sonrisa malévola apareció, con dientes afilados. Su piel comenzó a desmoronarse.

—¿Qué… qué eres?

Dije, mi voz quebrada por el terror. Ella me miró con ojos sanguinolentos, y de repente, su cuerpo creció y se deformó, sus extremidades se alargaron y su columna se marcó, volviendo su figura grotesca y monstruosa.

Corrí con todas mis fuerzas, pero ella no estaba sola. A lo lejos, pude ver a otras criaturas, igual de horribles, siguiéndome.—¡Ayuda!

Grité, pero nadie respondió. Corrí hasta que una piedra me hizo tropezar y caer al suelo. Las criaturas se acercaban. Mi vida estaba llegando a su fin. Quería vivir, pero ¿de qué servía? ¿Qué podía hacer para cambiar mi destino?

Me desplomé, aceptando mi muerte.

—No quiero morir. ¿Por favor, alguien ayúdeme?

Grité con desesperación, mis lágrimas cayendo sin cesar.

En ese momento, una luz brillante iluminó la oscuridad, y una espada resplandeciente cortó a las criaturas, desintegrándolas en pedazos. Escuché sus lamentos mientras desaparecían, pero no me atreví a abrir los ojos, pues el terror aún me paralizaba.Una voz suave y cálida me susurró:

—Estás a salvo. Abre los ojos, nadie te hará daño.

Cuando lo hice, una joven de aspecto angelical, vestida con un uniforme escolar, me miraba con una sonrisa reconfortante. Era como un ángel, y no la conocía. Su presencia irradiaba una paz que contrastaba con la oscuridad que me rodeaba.—Gracias… gracias por salvarme.

Dije con el corazón lleno de gratitud.

Ella me levantó con gentileza, y juntos comenzamos a caminar hacia la salida del parque, rodeados por una luz que nos protegía mientras las criaturas huían aterradas. Mi mente no dejaba de hacer preguntas, pero ella no parecía preocuparse.—Deja de mirar mis pechos, ¡pervertido!

Me regañó con una sonrisa, mientras yo me ponía rojo de vergüenza.

—¡No era mi intención!

Me disculpé rápidamente, pero ella se rió dulcemente.

—Fuiste muy valiente. Muchos no habrían soportado ver lo que tú viste. Aunque… eres algo tonto por dejarte engañar por un demonio disfrazado de niña.

Su risa era reconfortante, pero las palabras me hicieron sentir aún más avergonzado.

—¿De verdad lo viste? ¿Cuándo me rechazaron?

Pregunté, con la cara completamente roja.

—Claro que lo vi. De hecho, vi todo lo que ocurrió, incluso cuando te rechazaron.

Respondió con una sonrisa juguetona.

—Si estabas ahí desde el principio, ¿por qué no me ayudaste antes?

Le pregunté, intentando disimular la vergüenza que sentía.

—Lo siento, pero había otras personas atrapadas en el campo demoníaco. Necesitaba ayudarles también.

Me explicó mientras caminábamos, y yo, confundido, le pregunté:

—¿Campo demoníaco? ¿Qué es eso?Ella me explicó que cuando las energías negativas se acumulan en un lugar, el rey de las tinieblas, Beltzek, las toma y las convierte en demonios que persiguen a los humanos. Si las energías son lo suficientemente fuertes, se crea un campo demoníaco que consume a sus víctimas.—No te da miedo?

Le pregunté, y ella respondió con una mirada determinada.

—Ahora ya no. Desde pequeña puedo ver a los demonios. Me aterraban al principio, pero ahora los cazo y protejo a los demás de ellos.Al llegar al final del parque, me sonrió y me dijo:

—Es hora de que te vayas. Estás a salvo, así que ve con cuidado.

—Espera… ¿me puedes decir tu nombre?

Le pedí, ansioso por saber más de la persona que me había salvado.

—Me llamo Matzuki Ren.

Dijo con una sonrisa.

—Yo soy Tsukiko Kaze.

Respondí, todavía asimilando lo que había pasado.

—Lo sé.

Dijo ella, con un brillo misterioso en sus ojos.

Antes de que pudiera preguntar más, ella me miró con seriedad y me advirtió:

—Si la luna te llama, no aceptes su trato.

Una sensación extraña me invadió, como si algo oscuro se cerniera sobre mí. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué su rostro se oscureció al mencionar la luna?Antes de que pudiera preguntar más, me sentí mareado y mis ojos se cerraron. La última imagen que vi fue la de Matzuki sonriéndome, mientras susurraba:

—Cuídate, Kuze.

Aquí tienes una versión corregida y estructurada como una novela ligera. He mejorado la ortografía, la gramática y la fluidez del texto, además de darle más coherencia y ritmo narrativo:

Capítulo 1: La Luna y la Oscuridad

—Mi señora, ¿por qué mira tanto a ese joven?

Preguntó la ayudante de la reina, quien lucía un impresionante vestido negro con un escote que dejaba poco a la imaginación.

—No lo sé, apenas me percaté de su existencia, pero hay algo en él que me llama la atención.

Exclamó la reina con una voz pura mientras se mantenía sentada en su trono, observando a través de una pantalla mágica a un joven que acababa de ser rechazado de la peor manera posible.

—¿Mi señora Luna, qué planea hacer con ese joven?

Inquirió su fiel ayudante, mientras la reina sonreía suavemente al ver la historia del chico desplegarse ante ella, desde su nacimiento hasta el momento de su rechazo. Su sonrisa reflejaba admiración y deseo.

—Tsukiko Kaze… tiene un hermoso nombre.

La reina susurró, expectante ante cada momento que veía a través de la pantalla mágica.

—Señorita Matzuki, lo he encontrado. El guerrero perfecto para que mate a los otros sellados.

La reina proclamó con decisión. Matzuki, su sirvienta, frunció el ceño, dudando sobre la elección del joven.

—¿Ese chico tan ordinario será capaz de acabar con las diez personas que tienen la marca de la luna?

La marca de la luna era un símbolo otorgado a aquellos que pactaban con la reina a cambio de riquezas, milagros o poder, a cambio de cumplir con ciertos favores que, al ser cumplidos, eliminaban la deuda y otorgaban un poder eterno. Sin embargo, esas diez personas habían desafiado la luna, negándose a cumplir con su parte del trato y causando caos con los dones que ella les había concedido. La reina debía detenerlos, pero para hacerlo necesitaba un guerrero.

—No, esta vez quiero ir yo personalmente a verlo.

Respondió la reina con firmeza, mientras Matzuki, algo nerviosa, le preguntaba:

—¿Está segura, mi señora? Recuerde lo que ocurrió la última vez que eligió a uno de sus guerreros. ¿Será prudente elegir a alguien tan débil como Tsukiko? ¿Cree que aceptará el trato?La reina, con una sonrisa algo macabra, respondió confiada:

—Todo estará bien. Él está destinado a ser mi mejor guerrero. Y si se niega, entonces lo obligaré a participar en mi juego. Estará bajo mi poder.

Capítulo 2: El Rechazo y la Oscuridad

Hola, mi nombre es Tsukiko Kaze. Como les conté antes, la chica que me gustaba me había engañado todo este tiempo. Me hizo creer que era el único para ella, cuando en realidad ya tenía novio. Esto me llevó a decirle cosas horribles, y, por supuesto, ahora me odiaba. Todo había pasado, y yo estaba sentado en una banca del parque donde todo comenzó.—Es hora de ir a casa…

Susurré, mientras me secaba las lágrimas. Me levanté y comencé a caminar hacia mi hogar, sintiendo cómo la noche caía sobre mí. Las luces del parque iluminaban mi camino, pero mi mente no dejaba de dar vueltas, recordando lo estúpido que había sido al dejarme engañar de esa manera.

Todo había parecido tan genuino: sus sentimientos hacia mí, el beso, los días que pasamos hablando. Me preguntaba si en verdad había sentido algo por mí o si solo se estaba burlando. ¿Era acaso parte de algún reto? Mi cabeza no dejaba de dar vueltas. ¿Cómo había logrado enamorar a la chica más bella de la escuela? ¿Yo, un chico sombrío y sin personalidad? Era ridículo, lo sabía.Perdí la noción del tiempo mientras caminaba. La tristeza me envolvía, y el camino parecía alargarse interminablemente. Una ventisca de viento frío me azotó, haciendo que hojas secas volaran alrededor de mí. Todo parecía tan normal, hasta que levanté la mirada y vi cómo las luces del parque se apagaron por completo.—¿Qué está pasando?

Pregunté, un escalofrío recorriéndome la espalda. Comencé a asustarme cuando la oscuridad me envolvía por completo, y no podía ver nada a mi alrededor.

—¿Hay alguien ahí?

Grité, esperando una respuesta. ¿Acaso me había vuelto loco? Saqué mi teléfono, pero no encendió. Algo no estaba bien. Asustado, comencé a correr, tratando de escapar de la oscuridad que me devoraba.

Por más que corría, sentía que no me alejaba lo suficiente. La oscuridad se intensificaba, y a medida que avanzaba, los murmullos y gritos alrededor de los árboles se hacían más evidentes. Exhausto, me detuve a tomar aire, y entonces vi algo que me heló la sangre. Una pequeña niña, llorando desconsolada porque no encontraba a sus padres.—No soy el único en esta situación.

Pensé, y me acerqué a la niña con la esperanza de ayudarla.

—Pequeña, todo estará bien. Encontraremos una salida y buscaré a tus padres.

Le sonreí, tratando de calmarla. Pero cuando me acerqué lo suficiente, la niña comenzó a reír de una forma espeluznante. Su rostro cambió, y una sonrisa malévola apareció, con dientes afilados. Su piel comenzó a desmoronarse.

—¿Qué… qué eres?

Dije, mi voz quebrada por el terror. Ella me miró con ojos sanguinolentos, y de repente, su cuerpo creció y se deformó, sus extremidades se alargaron y su columna se marcó, volviendo su figura grotesca y monstruosa.

Corrí con todas mis fuerzas, pero ella no estaba sola. A lo lejos, pude ver a otras criaturas, igual de horribles, siguiéndome.—¡Ayuda!

Grité, pero nadie respondió. Corrí hasta que una piedra me hizo tropezar y caer al suelo. Las criaturas se acercaban. Mi vida estaba llegando a su fin. Quería vivir, pero ¿de qué servía? ¿Qué podía hacer para cambiar mi destino?

Me desplomé, aceptando mi muerte.

—No quiero morir. ¿Por favor, alguien ayúdeme?

Grité con desesperación, mis lágrimas cayendo sin cesar.

En ese momento, una luz brillante iluminó la oscuridad, y una espada resplandeciente cortó a las criaturas, desintegrándolas en pedazos. Escuché sus lamentos mientras desaparecían, pero no me atreví a abrir los ojos, pues el terror aún me paralizaba.Una voz suave y cálida me susurró:

—Estás a salvo. Abre los ojos, nadie te hará daño.

Cuando lo hice, una joven de aspecto angelical, vestida con un uniforme escolar, me miraba con una sonrisa reconfortante. Era como un ángel, y no la conocía. Su presencia irradiaba una paz que contrastaba con la oscuridad que me rodeaba.—Gracias… gracias por salvarme.

Dije con el corazón lleno de gratitud.

Ella me levantó con gentileza, y juntos comenzamos a caminar hacia la salida del parque, rodeados por una luz que nos protegía mientras las criaturas huían aterradas. Mi mente no dejaba de hacer preguntas, pero ella no parecía preocuparse.—Deja de mirar mis pechos, ¡pervertido!

Me regañó con una sonrisa, mientras yo me ponía rojo de vergüenza.

—¡No era mi intención!

Me disculpé rápidamente, pero ella se rió dulcemente.

—Fuiste muy valiente. Muchos no habrían soportado ver lo que tú viste. Aunque… eres algo tonto por dejarte engañar por un demonio disfrazado de niña.

Su risa era reconfortante, pero las palabras me hicieron sentir aún más avergonzado.

—¿De verdad lo viste? ¿Cuándo me rechazaron?

Pregunté, con la cara completamente roja.

—Claro que lo vi. De hecho, vi todo lo que ocurrió, incluso cuando te rechazaron.

Respondió con una sonrisa juguetona.

—Si estabas ahí desde el principio, ¿por qué no me ayudaste antes?

Le pregunté, intentando disimular la vergüenza que sentía.

—Lo siento, pero había otras personas atrapadas en el campo demoníaco. Necesitaba ayudarles también.

Me explicó mientras caminábamos, y yo, confundido, le pregunté:

—¿Campo demoníaco? ¿Qué es eso?Ella me explicó que cuando las energías negativas se acumulan en un lugar, el rey de las tinieblas, Beltzek, las toma y las convierte en demonios que persiguen a los humanos. Si las energías son lo suficientemente fuertes, se crea un campo demoníaco que consume a sus víctimas.—No te da miedo?

Le pregunté, y ella respondió con una mirada determinada.

—Ahora ya no. Desde pequeña puedo ver a los demonios. Me aterraban al principio, pero ahora los cazo y protejo a los demás de ellos.Al llegar al final del parque, me sonrió y me dijo:

—Es hora de que te vayas. Estás a salvo, así que ve con cuidado.

—Espera… ¿me puedes decir tu nombre?

Le pedí, ansioso por saber más de la persona que me había salvado.

—Me llamo Matzuki Ren.

Dijo con una sonrisa.

—Yo soy Tsukiko Kaze.

Respondí, todavía asimilando lo que había pasado.

—Lo sé.

Dijo ella, con un brillo misterioso en sus ojos.

Antes de que pudiera preguntar más, ella me miró con seriedad y me advirtió:

—Si la luna te llama, no aceptes su trato.

Una sensación extraña me invadió, como si algo oscuro se cerniera sobre mí. ¿Qué quería decir con eso? ¿Por qué su rostro se oscureció al mencionar la luna?Antes de que pudiera preguntar más, me sentí mareado y mis ojos se cerraron. La última imagen que vi fue la de Matzuki sonriéndome, mientras susurraba:

—Cuídate, Kaze.

Cuando desperté, me encontraba en mi habitación. Todo parecía un sueño, pero ¿cómo llegué a casa? Muchas preguntas llenaban mi mente. ¿Quién era esa chica que me salvó? ¿Por qué me dijo que rechazara el trato de la luna? Estaba confundido, pero algo me decía que pronto entendería todo. Y tal vez, algún día, volvería a encontrarme con Matzuki Ren.
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