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IX

Las semanas transcurridas desde la formación del Equipo 7 habían sido un desafío, aunque no necesariamente en el sentido que Naruto esperaba. La rutina de misiones de rango D había consumido la mayoría de sus días: recoger basura, ayudar a aldeanos con reparaciones y buscar mascotas perdidas. Aunque estas tareas fortalecían la disciplina del equipo, Naruto las consideraba poco menos que una tortura interminable.

—¡Estoy harto de estas misiones de porquería! —gritó, visiblemente molesto, al regresar cubierto de tierra después de una larga jornada limpiando un campo de cultivo. Tenía paja enredada en el cabello y un claro rastro de barro en su chaqueta.

Katsumi, sentada con una postura relajada, lo miró con una sonrisa que mezclaba paciencia y diversión.

—No subestimes estas tareas, Naruto. Si no puedes manejar estas misiones, ¿cómo esperas enfrentarte a algo más desafiante? —comentó con voz suave pero firme, cruzando los brazos.

Naruto resopló con fastidio, pero no podía negar que, al final de cada jornada, agradecía los intensos entrenamientos que Katsumi les imponía. Aunque las misiones eran tediosas, los entrenamientos de la sensei siempre empujaban a cada miembro del equipo más allá de sus límites.

Para Sasuke y Kiyomi, Katsumi había diseñado un programa enfocado en fortalecer su control de chakra. Ambos habían empezado con el ejercicio de caminar sobre el agua, una tarea que rápidamente se transformó en una competencia entre los dos. Kiyomi se divertía retando a Sasuke, mientras que él, con su usual determinación, se esforzaba por superarla, claramente motivado por su deseo de alcanzar el nivel de su hermano mayor, Itachi.

Yuzuki, con su carácter más metódico, demostró un control de chakra impecable desde el principio. Su equilibrio y precisión al realizar el ejercicio eran casi perfectos, dejando claro que dominaba la técnica con una fluidez elegante. Katsumi, notando su talento natural, decidió enseñarle algo más avanzado: el uso de hilos de chakra para manipular armas a distancia. Bajo su guía, Yuzuki aprendió a lanzar kunais y shurikens con una precisión escalofriante, conectándolos con los hilos invisibles de chakra para maniobrar en el aire y atacar desde ángulos imposibles.

Además, Katsumi introdujo a Yuzuki a un estilo de taijutsu completamente nuevo llamado Kurokami Ryū (Estilo de la Melena Negra). Este estilo combinaba movimientos fluidos y gráciles con ataques precisos y devastadores. Inspirado en la elegancia y letalidad de un depredador, el estilo enfatizaba fintas engañosas, golpes a puntos vitales y contrataques rápidos. Cada movimiento parecía una danza mortal, y Yuzuki lo dominó con un enfoque impecable, aprovechando su agilidad natural.

Naruto, por otro lado, enfrentaba retos completamente distintos. Katsumi, consciente de su enorme reserva de chakra, le asignaba ejercicios diseñados para exigir tanto su mente como su cuerpo. Uno de estos consistía en suspender múltiples hojas en el aire usando solo su control de chakra, mientras canalizaba una corriente constante de energía a través de su katana, Kazetora. Este ejercicio no solo fortalecía su precisión, sino que también le ayudaba a desarrollar su resistencia mental, algo crucial para su estilo de combate explosivo.

A la par, Katsumi lo introdujo a técnicas avanzadas de sus afinidades elementales. En el Fūton, Naruto dominó dos técnicas devastadoras: el Fūton: Kaze no Yaiba (Espada de Viento), una ráfaga cortante capaz de atravesar incluso el metal, y el Fūton: Tatsumaki Eikō (Remolino de Gloria), un ciclón que envolvía su cuerpo, sirviendo tanto como ataque como defensa. Para el Raiton, aprendió el Raiton: Raikō Dageki (Impacto Relámpago), un ataque directo que disparaba un rayo concentrado desde su katana, y el Raiton: Kaminari Shōheki (Barricada Eléctrica), una barrera que electrocutaba a cualquier enemigo que se acercara demasiado. En cuanto al Suiton, desarrolló el Suiton: Mizu Bakudan (Bomba de Agua), un proyectil explosivo de alta presión, y el Suiton: Nami Tate (Escudo de Olas), que creaba una barrera líquida resistente capaz de desviar ataques.

Naruto también mostraba un progreso impresionante en el kenjutsu. Bajo la guía de Katsumi, empezó a pulir su estilo Fūma no Tsurugi con nuevas técnicas que combinaban ataques rápidos y movimientos defensivos impulsados por chakra de viento. Además, Katsumi comenzó a introducirlo a lo básico del fūinjutsu, enseñándole los principios para sellar y liberar objetos, así como a crear pequeñas trampas explosivas.

Mientras tanto, Kiyomi continuaba desarrollando su Sharingan bajo la estricta supervisión de Katsumi. La sensei le enseñaba a predecir movimientos con una precisión casi perfecta y a extender la duración de la activación de su dojutsu. Aunque Katsumi nunca revelaba cómo sabía tanto sobre las habilidades Uchiha, Kiyomi no dudaba en aprovechar la oportunidad para mejorar. Sasuke, sin embargo, empezaba a mostrar signos de frustración. Aunque perfeccionaba su Katon y comenzaba a explorar técnicas de Raiton, no podía evitar sentir que Katsumi dedicaba más atención a Naruto.

El equipo avanzaba, cada uno a su propio ritmo, pero el progreso era innegable. Katsumi, con su enfoque metódico y adaptado a las habilidades de cada miembro, lograba fortalecer tanto sus capacidades individuales como su dinámica de grupo. Sin embargo, la atención especial que dedicaba a Naruto no pasaba desapercibida. Kiyomi, con su actitud juguetona pero perceptiva, observaba con curiosidad cómo Katsumi se inclinaba para corregir la postura de Naruto durante los entrenamientos o cómo le dedicaba palabras de aliento cargadas de una calidez que parecía exclusiva para él. Aunque intentaba disimularlo, una chispa de interés brillaba en sus ojos cada vez que veía esa interacción.

Yuzuki, por su parte, tenía una reacción más notable. Aunque rara vez lo admitía, parecía ser la más afectada por la atención especial que Katsumi le dedicaba a Naruto. Sus comentarios eran más punzantes y sus acciones más competitivas, como si intentara demostrar que ella también merecía ese nivel de atención. Sasuke, en cambio, lidió con sus sentimientos de manera diferente. Aunque nunca lo admitiría, una frustración creciente se acumulaba en su interior. No solo le molestaba que Katsumi se centrara más en Naruto, sino que ese favoritismo lo hacía cuestionar su propio progreso. Era un sentimiento extraño y molesto para alguien tan enfocado en superar a su hermano Itachi, pero no podía evitarlo.

Ese día, como muchos otros, el Equipo 7 se encontraba en la oficina del Hokage para recibir otra misión. Habían pasado la mañana paseando perros, arrancando hierbas y limpiando las perreras del clan Inuzuka, tareas que habían dejado a Naruto particularmente irritado. A su parecer, esas actividades no solo eran tediosas, sino que también carecían de sentido para alguien que aspiraba a ser un ninja legendario.

Naruto, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, no ocultaba su descontento mientras escuchaba al Tercer Hokage repasar las tareas del día. 

—Bueno, equipo, tras completar estas misiones de rango D, podrán... —empezó a decir el Hokage, pero no tuvo oportunidad de terminar.

—¡Oh, vamos, viejo! —interrumpió Naruto, golpeando la mesa con ambas manos—. ¿No tienes algo mejor? ¡Estoy harto de esta mierda! ¿Qué tiene de ninja pasear perros, cuidar niños o arrancar hierba seca? ¡Nunca he escuchado que un ninja de verdad se hiciera famoso por pasear un maldito perro!

El silencio que siguió fue incómodo, roto solo por el sonido del suspiro de Katsumi, quien se llevó una mano a la frente con una mezcla de resignación y diversión. Kiyomi intentó reprimir una risa, mientras que Yuzuki le dedicó a Naruto una mirada severa, como si reprobara su arrebato pero, en el fondo, compartiera su frustración. Sasuke, por su parte, simplemente desvió la mirada, pero el ligero fruncir de sus labios delataba que, aunque no lo decía, estaba de acuerdo con Naruto.

El Hokage, imperturbable, observó a Naruto con sus ojos sabios y cansados. Conocía bien la impaciencia del chico, así como su espíritu indomable.

—Naruto, no seas imprudente ni grosero, todos empezamos con misiones sencillas. Es necesario progresar poco a poco —intervino Iruka con firmeza, intentando calmar al impulsivo genin.

—¡Pero esto no es justo! —insistió Naruto, cruzándose de brazos con frustración—. ¡Quiero hacer algo que realmente me haga sentir como un ninja! ¡Algo que valga la pena!

Katsumi, que hasta ese momento había permanecido en silencio, intervino con una mano firme pero reconfortante sobre el hombro de Naruto. Su voz era calmada, pero no carecía de autoridad.

—Naruto, entiendo tu frustración, pero debes confiar en el proceso. Cada misión, por pequeña que parezca, tiene un propósito —dijo con una ligera sonrisa traviesa, intentando aliviar la tensión.

Naruto se detuvo por un momento, todavía con la queja en la punta de la lengua. Sin embargo, el tono apaciguador de Katsumi y la promesa implícita en sus palabras parecieron desarmarlo. Finalmente, bufó y desvió la mirada, cruzándose nuevamente de brazos.

El Hokage, que había estado observando pacientemente, exhaló una nube de humo de su pipa antes de hablar con su característico tono tranquilo pero cargado de sabiduría.

—Naruto, creo que olvidas las clasificaciones de misiones y los rangos ninja. Tal vez te vendría bien recordarlas.

El Tercer Hokage tomó unos segundos para repasar la explicación, mirando a todos los miembros del equipo mientras hablaba.

—Las misiones de rango D son tareas domésticas y comunitarias, como las que han estado realizando. Están diseñadas para ninjas genin principiantes y sirven para enseñar responsabilidad y disciplina. Las de rango C son misiones más serias, como escoltas o encargos en áreas donde podría haber peligro moderado, pero sin enfrentamientos con ninjas enemigos. A medida que avanzamos a misiones de rango B, A o incluso S, los riesgos y las responsabilidades aumentan drásticamente. Entiendan esto: una misión de alto rango no es un juego, puede significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Aunque el Hokage terminó su explicación con seriedad, Naruto ya parecía haberse desconectado mentalmente. En lugar de prestar atención, estaba en medio de una conversación baja pero audible con Katsumi.

—Anoche cené un ramen de sal, pero creo que hoy tengo antojo de uno de cerdo. ¿Tú qué opinas, Katsumi-sensei? —murmuró Naruto con una expresión pensativa, como si estuviera discutiendo un tema de suma importancia.

—¡Escúchame cuando te hablo! —exclamó Hiruzen con un tono ligeramente exasperado, mientras Kiyomi soltaba una risa discreta y Yuzuki suspiraba con un leve gesto de desaprobación. Sasuke simplemente apartó la mirada, irritado por el comportamiento de Naruto.

—Lo siento, Hokage-sama —se disculpó Katsumi, inclinando la cabeza con una sonrisa nerviosa.

—Ya, ya. Naruto es Naruto. Pero no confundas la paciencia con indulgencia, chico —dijo Hiruzen, apuntándolo con la boquilla de su pipa antes de girarse hacia Katsumi—. Ahora, dime, Katsumi. ¿Crees que están listos?

Katsumi miró a su equipo con detenimiento. Kiyomi estaba tranquila, pero la chispa de emoción en sus ojos delataba su entusiasmo. Yuzuki mantenía su semblante serio y calculador, evaluando silenciosamente la situación. Sasuke, aunque parecía indiferente, apretó ligeramente los puños, revelando su impaciencia por demostrar su valía. Naruto, por su parte, ya estaba al borde de saltar del piso por la emoción, claramente ignorando cualquier riesgo asociado. Finalmente, Katsumi asintió con confianza.

—Sí, Hokage-sama. Están listos.

Hiruzen sonrió levemente antes de darles la noticia. —Bien, entonces les asignaré una misión de rango C. Será una escolta.

Naruto se levantó de inmediato, los ojos brillándole de emoción.

—¡¿De verdad?! ¿A quién escoltaremos? ¿A una princesa? ¿A algún rico comerciante con un montón de tesoros?

—Pronto lo sabrás —respondió Hiruzen con una leve sonrisa enigmática—. Pasa, por favor.

La puerta de la oficina se abrió y, para sorpresa del equipo, no entró ninguna figura majestuosa o elegante. En su lugar, apareció un hombre mayor con ropa desgastada, un gorro tejido y una botella de sake en la mano. Su andar tambaleante y el olor a alcohol que lo acompañaba llenaron la habitación en segundos. Al ver al equipo, el hombre entrecerró los ojos y dejó escapar un gruñido.

—¿Estos son los que me van a escoltar? —preguntó, tomando un largo trago de su botella antes de señalar a los miembros del equipo uno por uno—. Un tomate, dos niñas que parecen princesitas, y un chico con un peinado que parece un culo de pato. ¡Esto tiene que ser una broma!

+Naruto abrió la boca para replicar, con el ceño fruncido y visiblemente ofendido por los comentarios del hombre. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo que empeorara la situación, Katsumi levantó una mano con autoridad. Su mirada se encontró con la de Naruto por un instante, transmitiendo calma y control, lo suficiente para que él cerrara la boca a regañadientes, aunque claramente no estaba contento.

Con una sonrisa serena y profesional, Katsumi se dirigió al hombre que acababa de presentarse.

—Ellos son más de lo que parecen, señor. Le aseguro que cumplirán esta misión con la máxima dedicación y profesionalismo. Además, no tiene de qué preocuparse. Como jōnin al mando, yo misma garantizaré su seguridad —dijo con un tono firme pero amable, buscando disipar cualquier duda sobre las habilidades de su equipo.

Tazuna resopló, alzando una ceja mientras bebía otro largo trago de su botella. Su aliento cargado de sake llenó el aire cuando finalmente habló.

—Como sea. Me llamo Tazuna, y soy un experto constructor de puentes. Espero que sean lo suficientemente capaces para protegerme en mi viaje de regreso a mi país... y durante la construcción de mi puente. No tengo tiempo para niñerías.

El tono despectivo de Tazuna hizo que Naruto apretara los puños, luchando por contenerse, mientras murmuraba por lo bajo:

—¿"Tomate"? ¿Qué se supone que significa eso?

Kiyomi, que había estado observando la escena con una expresión tranquila, soltó una pequeña risa detrás de su mano. Había algo en la reacción de Naruto que encontraba sumamente entretenido. Sasuke, por otro lado, cruzó los brazos y rodó los ojos, claramente irritado por el comentario de Tazuna sobre su cabello. Yuzuki, siempre más seria, frunció el ceño y giró ligeramente la cabeza hacia el constructor, su enojo era discreto pero palpable. Ser llamada "princesita" a ella y a su hermana claramente había tocado un nervio.

Katsumi suspiró, llevando una mano a su frente antes de enderezarse nuevamente. Su tono adquirió un matiz más autoritario cuando se dirigió a su equipo.

—Está bien, muchachos, guarden sus quejas. Tienen una misión que cumplir. Vayan a preparar sus cosas. Nos encontraremos en unas horas en la puerta principal de Konoha. Asegúrense de llevar todo lo necesario, porque este no será un simple paseo.

El equipo asintió, aunque cada uno con una reacción diferente. Naruto parecía emocionado, incapaz de contener una gran sonrisa. Este era el tipo de misión que había estado esperando: algo más que pasear perros o arrancar hierba. Sasuke, como siempre, mantenía su actitud indiferente, pero sus ojos revelaban algo de interés ante la oportunidad de demostrar su valía. Kiyomi y Yuzuki intercambiaron una mirada; mientras Kiyomi tenía una expresión de entusiasmo moderado, Yuzuki parecía más preocupada, analizando mentalmente lo que podría enfrentar.

Tazuna, por su parte, simplemente se encogió de hombros y tomó otro sorbo de su botella, antes de murmurar algo sobre no confiar demasiado en un grupo de "críos".

Katsumi se quedó un momento más, mirando cómo sus alumnos abandonaban la oficina para alistarse. Sus ojos brillaban con determinación. Sabía que esta misión sería una prueba importante para el Equipo 7, no solo en términos de habilidades individuales, sino también como equipo. Confiaba en ellos, pero no podía ignorar el ligero nudo en su estómago. Después de todo, las misiones de escolta de rango C a veces podían ser impredecibles.

Cuando todos salieron, Katsumi se giró hacia Hiruzen y habló en voz baja.

—Me aseguraré de que todo salga bien, Hokage-sama.

El Tercer Hokage, con una mirada sabia y serena, asintió.

—Confío en ti, Katsumi. Pero ten cuidado. No todas las misiones son lo que parecen.

Con esas palabras resonando en su mente, Katsumi salió de la oficina para prepararse. Aunque su rostro permanecía sereno, en su interior sabía que esta misión podría ser la primera prueba verdadera del potencial del Equipo 7.

Naruto estaba emocionado mientras ultimaba los preparativos para su primera misión fuera de Konoha. Había empacado de todo: fūma shuriken, los convencionales y unos plegables que había almacenado en pergaminos con su incipiente conocimiento en fūinjutsu. También incluyó ropa de cambio, varias porciones de ramen instantáneo y, por supuesto, más ramen por si acaso. En sus bolsas ninja acomodó cuidadosamente los kunai y shuriken nuevos, afilados y relucientes, un regalo especial de Katsumi-sensei que lo había hecho sonreír de oreja a oreja. Finalmente, limpió y ajustó su katana Kazetora, asegurándola con firmeza en la parte baja de su espalda. Era su orgullo, y sabía que debía estar en perfectas condiciones.

Antes de salir, regó las plantas en su pequeño departamento, cerró con llave y echó una última mirada al lugar. Con una mezcla de emoción y determinación, salió corriendo hacia la puerta principal de Konoha, donde ya lo esperaba el resto del equipo.

Cuando llegó, vio a Tazuna, quien parecía tan poco impresionado como siempre, con su botella de sake en la mano. Katsumi-sensei estaba ahí, de pie con su postura relajada pero vigilante, junto a Kiyomi, Yuzuki y Sasuke, todos listos con sus mochilas y equipo. La tensión en el ambiente era palpable.

—¿En serio este tarado me protegerá? —murmuró Tazuna, con el ceño fruncido y un tono cargado de desdén.

Naruto sintió un chispazo de enojo encenderse dentro de él. "¿Este imbécil no aprende? Debería partirle la cara aquí mismo para que sepa con quién está hablando", pensó furioso. Su mano se dirigió instintivamente a la empuñadura de Kazetora y desenvainó la hoja con un movimiento rápido y preciso. El brillo oscuro de la katana captó la atención de todos.

—Escucha, viejo —dijo Naruto, con la mirada fija y determinada—. No me subestimes, porque cuando lo haces, estás subestimando a quien será el Hokage más fuerte que esta aldea haya tenido. —La seguridad en su voz era palpable, y aunque estaba claramente molesto, había un fuego en sus palabras que reflejaba su inquebrantable ambición.

Tazuna resopló, llevándose la botella de sake a los labios antes de responder con indiferencia.

—No te voy a reconocer aunque te conviertas en Hokage, muchacho.

Naruto cerró los ojos un momento, intentando calmarse, pero la burla y el tono condescendiente de Tazuna lo hicieron hervir por dentro. Su cabello cayó ligeramente sobre su rostro mientras abría los ojos nuevamente, sus pupilas brillando con una mezcla de furia contenida y resolución.

—Te voy a... —comenzó a decir, apretando los dientes y levantando ligeramente su katana— ¡Te voy a partir la cara, pedazo de mierda! —exclamó, saltando hacia adelante.

Antes de que pudiera hacer algo más, Kiyomi intervino rápidamente, sujetándolo por detrás con una risa nerviosa.

—Ya, ya, Naruto-kun. Recuerda que la misión es proteger al señor Tazuna, no eliminarlo —dijo, intentando calmarlo mientras lo retenía. Su tono era conciliador, aunque claramente divertida por la escena.

Sin embargo, había algo más en la expresión de Kiyomi. Aprovechó el momento para mantener sus manos firmes en los hombros de Naruto, una excusa perfecta para sentir la creciente musculatura que su nuevo atuendo, aunque no ajustado del todo, dejaba entrever. Comparado con su antiguo mono naranja, este nuevo estilo realzaba su físico de una manera que Kiyomi no podía evitar notar. "Está volviéndose tan fuerte... y atractivo", pensó, mordiéndose ligeramente el labio mientras fingía seguir calmándolo.

Naruto, aún molesto pero sintiendo el peso de las manos de Kiyomi y su tono apaciguador, bufó y envainó su katana de nuevo.

—Está bien, está bien, no voy a hacer nada... todavía —murmuró, lanzando una mirada fulminante a Tazuna, que ni siquiera se inmutó y simplemente tomó otro trago.

Katsumi, que había estado observando la escena con los brazos cruzados, suspiró. Aunque no podía evitar encontrar un poco de humor en la situación, también sabía que necesitaba mantener el control.

—Bien, chicos, suficiente drama por ahora. Tenemos un trabajo que hacer, y eso incluye cuidar al señor Tazuna, aunque no lo merezca —dijo, lanzando una mirada rápida al constructor, quien pareció ignorarla por completo.

Yuzuki, por su parte, permanecía seria, aunque claramente molesta por el comentario de "princesita". Lanzó una mirada afilada a Tazuna, pero no dijo nada, dejando que el silencio cargado hablara por sí mismo. Sasuke simplemente se mantenía al margen, aunque por su expresión era evidente que no le hacía gracia todo lo que estaba sucediendo. Si bien intentaba parecer indiferente, estaba irritado por el comentario sobre su cabello y la atención que Naruto parecía recibir constantemente.

Con todo el equipo finalmente listo, Katsumi les hizo un gesto para que comenzaran a moverse.

—Bien, vámonos. Es un largo camino hasta el País de las Olas, y tenemos que mantenernos atentos en todo momento. No bajen la guardia.

Naruto caminaba al frente, con la cabeza en alto y el espíritu renovado, mientras sus compañeros lo seguían de cerca. Katsumi los observaba con una mezcla de orgullo y preocupación. Este sería un viaje que pondría a prueba su habilidad, su temple y, más importante, su capacidad para trabajar como un equipo.

Durante el camino, Naruto no dejó de murmurar en voz baja, lanzando quejas apenas comprensibles mientras escoltaban a Tazuna. Su mal humor era evidente, aunque nadie le prestó demasiada atención, ya que estaban más concentrados en vigilar el entorno. El bosque que rodeaba el camino era denso, y una atmósfera de incertidumbre se cernía sobre el grupo.

De repente, un crujido resonó detrás de ellos. Todos giraron rápidamente al escuchar el sonido, solo para ver cómo unas cadenas metálicas se estiraban y rodeaban a Katsumi-sensei. Antes de que pudieran reaccionar, las cadenas se tensaron con fuerza y destrozaron a quien creían su líder en un solo impacto, haciendo que su figura cayera al suelo hecha pedazos.

—¡Katsumi-sensei! —gritó Naruto, con los ojos abiertos de par en par, sintiendo un frío indescriptible recorrer su cuerpo.

El impacto de la escena congeló al equipo. Sasuke, Yuzuki y Kiyomi se quedaron inmóviles, procesando lo ocurrido, mientras Tazuna retrocedía con el rostro pálido. Frente a ellos, dos figuras emergieron de entre los árboles. Eran dos ninjas con máscaras de gas que cubrían la mitad inferior de sus rostros y guanteletes en ambas manos, de los cuales colgaban cadenas afiladas que parecían vibrar con energía maliciosa.

—Bueno, eso fue fácil, —dijo uno de ellos con una sonrisa oculta tras su máscara.

El otro asintió. —Sigamos con el viejo. Terminar esto será pan comido.

Antes de que pudieran dar un paso, Naruto sintió un cambio en el aire detrás de él. Un instinto puro y feroz se activó, haciendo que girara sobre sus talones mientras desenvainaba a Kazetora con una velocidad impresionante. Su chakra de viento fluyó instantáneamente hacia la hoja, haciendo que brillara con un resplandor azulado y liberara un leve silbido en el aire. Con un grito, Naruto lanzó un corte directo hacia las figuras que se abalanzaban sobre él.

—¡No se atrevan!

Sin embargo, el impacto no ocurrió como esperaba. En lugar de atravesar a sus enemigos, Naruto sintió una fuerte resistencia en su katana. Ambos ninjas habían bloqueado su ataque al mismo tiempo, sus garras ahora envueltas en una peligrosa capa de agua que giraba violentamente.

Suiton: Suigiri Yaiba —dijeron al unísono.

El agua que rodeaba sus garras se comprimió y giró con tanta presión que chisporroteaba al contacto con la katana de Naruto. Las fuerzas opuestas crearon una vibración que hizo temblar sus brazos. Naruto apretó los dientes, empujando con todas sus fuerzas, pero los enemigos contraatacaron con un movimiento fluido, empujándolo hacia atrás con un chorro de agua que lo desestabilizó.

Sasuke aprovechó el momento para intervenir, lanzando una ráfaga de kunai hacia los dos ninjas. Uno de ellos desvió las armas con un giro de sus cadenas, mientras el otro saltaba hacia Sasuke con sorprendente agilidad.

—¿Eso es todo lo que tienes, mocoso? —se burló el ninja, lanzando un corte directo con sus garras de agua.

Sasuke apenas tuvo tiempo para esquivar, rodando hacia un lado y lanzando un Gōkakyū no Jutsu en represalia. La bola de fuego atravesó el aire, obligando al enemigo a retroceder, aunque no lo alcanzó por completo. El humo de la explosión llenó el área, y Sasuke se preparó para el siguiente ataque.

Mientras tanto, Yuzuki y Kiyomi se movieron como un equipo bien coordinado. Kiyomi, con un movimiento ágil, activó su Sharingan, sus ojos destellando con intensidad mientras analizaba los movimientos del segundo ninja. Yuzuki, por su parte, lanzó una ráfaga de shuriken cubiertos de alambre metálico hacia las cadenas del enemigo, buscando inmovilizarlo.

El ninja reaccionó rápidamente, girando sobre sí mismo y utilizando su propia cadena para bloquear los proyectiles. Sin embargo, Yuzuki tiró del alambre en el último momento, haciendo que los shuriken cambiaran de dirección y se enredaran alrededor de la cadena.

—¡Ahora, Kiyomi! —gritó Yuzuki.

Kiyomi no perdió tiempo, saltando hacia adelante con un kunai en cada mano. Sus movimientos eran rápidos y precisos, y logró cortar el alambre con la esperanza de limitar el rango del arma del enemigo. Pero antes de que pudiera dar el golpe final, el ninja utilizó un Suiton: Mizurappa, disparando un chorro de agua a alta presión que la obligó a retroceder.

Naruto, viendo la oportunidad, se levantó rápidamente y cargó hacia el ninja más cercano, su Kazetora envuelta nuevamente en chakra de viento. Realizó un ataque en arco, liberando una ráfaga cortante de aire comprimido hacia su oponente.

—¡Toma esto! Kaze no Tsubame! —exclamó, lanzando la técnica con toda su fuerza.

La ráfaga de viento chocó contra el ninja, quien levantó sus garras envueltas en agua para defenderse. Aunque logró resistir el impacto, el ataque de Naruto lo empujó varios metros atrás, dejando una marca profunda en el suelo del bosque.

—Nada mal, mocoso —gruñó el ninja, aunque su tono era más serio esta vez—. Pero te falta mucho para vencerme.

Naruto lo fulminó con la mirada, su cuerpo emanando energía mientras su cabello se movía con el viento generado por su chakra.

—¡No voy a perder contra alguien como tú! —dijo con firmeza, posicionándose para atacar de nuevo.

Los dos ninjas intercambiaron una señal apenas perceptible antes de separarse con movimientos fluidos, rodeando al equipo como depredadores calculadores.

Suiton: Yami Bunshin —entonaron al unísono.

El aire se llenó de una bruma densa mientras sus cuerpos se duplicaban en figuras oscuras hechas de agua mezclada con chakra, formando clones que se movían con una agilidad siniestra. No solo eran rápidos y fuertes, sino que tenían un efecto devastador: al ser destruidos, explotaban en una lluvia de fragmentos líquidos afilados como cuchillas, capaces de causar heridas graves.

Kiyomi, con su Sharingan activo, detectó el peligro antes que los demás y reaccionó con rapidez. En un movimiento ágil, desató su kusarigama, cuya cadena brillaba con chakra de fuego. Con un giro preciso, lanzó el arma contra uno de los clones que se abalanzaba sobre ella. El impacto fue directo, desintegrando al clon en una explosión que lanzó cuchillas de agua en todas direcciones. Kiyomi saltó hacia atrás, cubriéndose parcialmente con su kusarigama envuelta en llamas, pero aún así sintió un corte superficial en su mejilla.

—¡Cuidado! —gritó Yuzuki, quien rápidamente tomó posición frente a Tazuna, levantando su kunai con determinación. Su mirada se mantenía fija en los clones que avanzaban hacia ellos.

Naruto y Sasuke reaccionaron instintivamente. Naruto levantó a Kazetora, infundiendo la katana con chakra de viento, lo que generó un silbido cortante alrededor de la hoja. Sasuke, por su parte, desenfundó su tanto, sus movimientos rápidos y precisos mientras se colocaba al lado de Naruto.

—¡Vamos, Sasuke! —gritó Naruto, con la adrenalina corriendo por sus venas.

—No necesito que me digas qué hacer—replicó Sasuke, aunque su mirada mostraba concentración absoluta.

Ambos se movieron al unísono. Naruto realizó un corte horizontal con Kazetora, liberando una ráfaga de viento que atravesó a dos clones, destruyéndolos instantáneamente. Sin embargo, la explosión resultante generó una lluvia de cuchillas líquidas que llovieron sobre él. Sasuke reaccionó rápidamente, utilizando un Katon: Hōsenka no Jutsu para evaporar las gotas más peligrosas antes de que alcanzaran a Naruto, aunque algunas lograron rozar su brazo, dejándole un corte superficial.

—¡Gracias, Sasuke! —gruñó Naruto, intentando ignorar el dolor.

—Concéntrate, idiota —respondió Sasuke con frialdad, ya moviéndose para enfrentarse a otro clon.

Mientras tanto, los ninjas originales permanecían ocultos entre los árboles, observando con atención los movimientos del equipo y buscando el momento perfecto para atacar. Sus ojos afilados analizaban cada debilidad, cada apertura en la formación del Equipo 7. Con un gesto coordinado, activaron sus cadenas y las lanzaron con precisión mortal hacia Kiyomi y Yuzuki, quienes estaban posicionadas protegiendo a Tazuna. Las cadenas, cubiertas de chakra y con eslabones afilados, serpenteaban en el aire como depredadores en busca de su presa.

Kiyomi, confiando en su Sharingan, anticipó el ataque. Con un movimiento ágil y preciso, desenvainó un kunai y cortó la cadena que se dirigía hacia ella. Su cuerpo giró con elegancia mientras aterrizaba en una postura defensiva, su kusarigama preparada para contraatacar. Sin embargo, Yuzuki no tuvo la misma suerte. La cadena dirigida hacia ella se enredó con rapidez alrededor de su kunai, arrebatándoselo de las manos con un tirón violento.

—¡Malditos! —gruñó Yuzuki con frustración, retrocediendo unos pasos mientras evaluaba la situación. Sus ojos brillaban con determinación, buscando una forma de recuperar la ventaja.

De repente, una sombra descendió con velocidad desde las copas de los árboles. Naruto, quien seguía peleando con furia desatada, se quedó boquiabierto al ver cómo Katsumi aterrizaba con una gracia impecable, sus pies tocando el suelo como si flotara. La mujer que habían creído perdida estaba allí, intacta, su mirada llena de confianza.

—¡Katsumi-sensei! —exclamó Naruto, aliviado y asombrado al mismo tiempo.

—No es momento para distraerse, Naruto-kun —respondió Katsumi con una sonrisa ladina. En un movimiento fluido, lanzó dos kunais con sellos explosivos directamente hacia los ninjas originales.

Los proyectiles cortaron el aire con precisión quirúrgica, obligando a los enemigos a separarse para evitar la explosión. El impacto fue devastador. El suelo tembló, levantando una nube de polvo y escombros que oscureció momentáneamente el campo de batalla. Sin embargo, Katsumi no perdió tiempo y utilizó la confusión para avanzar con velocidad sorprendente. Con movimientos calculados, atrapó a uno de los ninjas por detrás, inmovilizándolo con un agarre firme mientras lo golpeaba en la nuca para dejarlo inconsciente.

El otro ninja intentó contraatacar, lanzando una ráfaga de Suiton: Suiryūdan no Jutsu, un dragón de agua que rugió al dirigirse hacia Katsumi. Pero ella, anticipando el movimiento, rodó hacia un lado con elegancia, esquivando el ataque con apenas un rasguño. En ese instante, Kiyomi intervino, lanzando su kusarigama envuelta en fuego directamente hacia el enemigo. La cadena en llamas cortó a través del agua, evaporándola y creando un silbido ensordecedor.

Naruto, inspirado por la aparición de Katsumi, levantó su katana Kazetora y se lanzó al combate, gritando con energía renovada:

—¡Esto no ha terminado, Sasuke! ¡Hora de mostrarles lo que podemos hacer!

Sasuke, quien hasta ahora había mantenido la calma, respondió con un destello en sus ojos oscuros:

—No estorbes.

Ambos chicos avanzaron al unísono, con Naruto utilizando Kazetora para liberar cortes cargados de viento que obligaron al ninja restante a retroceder. Sasuke, mientras tanto, activó su propia técnica, Katon: Gōkakyū no Jutsu, enviando una bola de fuego hacia el enemigo. La combinación de viento y fuego intensificó las llamas, creando una explosión que arrasó con la vegetación cercana.

Sin embargo, el ninja enemigo no era un adversario cualquiera. A pesar de la presión, utilizó un Suiton: Mizu no Tate para formar un escudo de agua que bloqueó el ataque combinado. Con una sonrisa burlona, contraatacó lanzando una serie de shuriken cubiertos de agua que se movían como proyectiles afilados.

Katsumi interceptó con un movimiento rápido, lanzando un kunai reforzado con chakra que desvió los shuriken hacia los árboles circundantes.

—¡Bien hecho, chicos! —dijo Katsumi, orgullosa, mientras amarraba al ninja que había inmovilizado anteriormente. —Si soy sincera, pensé que se congelarían al principio... pero me han sorprendido.

Naruto, aún con la adrenalina corriendo por sus venas, bufó.

—¡Tch! Como si fuéramos a fallar después de todo el entrenamiento. No soy el mismo de antes.

Kiyomi y Yuzuki intercambiaron miradas rápidas, sus Sharingan aún activados, escaneando cada rincón del área en busca de posibles amenazas ocultas. Aunque el combate inmediato parecía haber terminado, ambas sabían que no podían relajarse. Los enemigos habían demostrado ser peligrosos y astutos. Sus posturas seguían siendo defensivas mientras mantenían a Tazuna en el centro de su formación.

Katsumi, por su parte, se giró lentamente hacia Tazuna, con una expresión que mezclaba severidad y expectación. Su ojo lo analizaban con una mirada calculadora.

—Bien, señor Tazuna, no puedo evitar notar que hay algo que no nos ha dicho —comentó Katsumi, su tono era tranquilo pero firme, como un kunai afilado listo para cortar. La líder del equipo se cruzó de brazos, dejando claro que no aceptaría evasivas.

Tazuna dio un paso atrás, nervioso. Intentó mantenerse firme, pero la presión de los acontecimientos y las miradas del equipo lo desarmaron. Katsumi no le dio oportunidad de escapar de la confrontación.

—Gōzu y Meizu, los Hermanos Demoníacos —continuó Katsumi, señalando a los ninjas capturados—. Son chūnin renegados de Kirigakure. Ninjas de élite acostumbrados a asesinar y completar misiones de alto nivel. Si realmente venían por mí, habrían asegurado mi muerte antes de atacar a los demás. Pero su objetivo no era yo. Era usted.

El tono de Katsumi se volvió más serio, sus palabras eran como un golpe directo al orgullo de Tazuna.

—Esto no es una misión de rango C. Si alguien de su calibre tiene a estos criminales detrás, estamos hablando de una misión de rango B, como mínimo. Y lo que usted nos pagó no cubre ni remotamente este riesgo.

Tazuna tragó saliva con fuerza. Su rostro estaba pálido, y un sudor frío comenzaba a recorrerle la frente. Intentó apartar la mirada, pero la intensidad de Katsumi lo mantenía fijo en su lugar. Naruto, que había guardado momentáneamente a Kazetora, también lo observaba con una mezcla de curiosidad y desconfianza. Sasuke bufó, cruzándose de brazos, mientras Yuzuki y Kiyomi se mantenían alerta.

—Yo... —comenzó Tazuna, con la voz temblorosa—. Tal vez no fui del todo honesto sobre la misión...

Naruto frunció el ceño y dio un paso adelante, sus ojos azules destellando con una mezcla de ira y frustración.

—¿Qué quieres decir con "no del todo honesto"? —preguntó Naruto, su tono mordaz. —¡Casi nos matan, viejo! ¡Al menos podrías explicarte!

Tazuna alzó las manos en un gesto defensivo, intentando calmar la situación.

—¡Esperen, esperen! No es lo que piensan... —se interrumpió, mirando a Katsumi, quien seguía observándolo sin pestañear.

Finalmente, dejó escapar un suspiro derrotado.

—Está bien, les contaré la verdad. Soy un constructor, como dije antes, pero estoy trabajando en un puente que es crucial para mi país. Ese puente podría liberar a mi pueblo de un hombre terrible, un criminal llamado Gatō. Él controla nuestra aldea con sus hombres, y me quiere muerto porque ese puente arruinaría su negocio. No tengo el dinero para pagar una misión de rango B, pero sabía que si no conseguía escoltas, estaría muerto antes de llegar a casa...

El silencio que siguió a la confesión fue pesado. Naruto apretó los puños, sus dientes rechinaban por la frustración.

—¿Así que nos usaste? —gruñó Naruto, dando un paso más cerca del constructor. —¿No te importa si morimos en el proceso, siempre y cuando tú consigas lo que quieres?

Kiyomi colocó una mano en el hombro de Naruto, intentando calmarlo.

—Tranquilo, Naruto-kun. No sacamos nada perdiendo la cabeza ahora —dijo con una leve sonrisa, aunque sus ojos estaban serios. Luego miró a Katsumi, esperando su veredicto.

Katsumi suspiró profundamente antes de hablar, su tono más moderado pero aún firme.

—Esto cambia las cosas. No podemos abandonar la misión ahora, no con esta información y sabiendo que Gatō podría enviar más hombres. Pero tampoco podemos continuar sin evaluar los riesgos. Escúchame bien, Tazuna: si nos engañas otra vez, no habrá más advertencias. Protegeremos tu vida, pero no somos mártires. ¿Entendido?

Tazuna asintió rápidamente, su rostro reflejaba alivio y vergüenza.

—Sí, lo entiendo. Gracias... gracias por no abandonarme.

Katsumi miró a su equipo, evaluando sus reacciones. Naruto todavía parecía molesto, pero Sasuke estaba calmado, aunque con el ceño fruncido. Kiyomi y Yuzuki permanecían vigilantes, como siempre. Katsumi asintió, dando por zanjado el asunto.

—Está decidido entonces. Avanzaremos, pero con extrema precaución. Esto no será fácil, así que prepárense para lo que venga.

El equipo comenzó a reorganizarse, reforzando su formación alrededor de Tazuna. Naruto, aunque todavía molesto, ajustó su katana Kazetora en su espalda y se preparó mentalmente. En el horizonte, las nubes comenzaban a acumularse, presagiando una tormenta. La tensión en el aire era palpable, y todos sabían que lo peor aún estaba por venir.

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