En el corazón de la ajetreada Shanghái, Glenn, un programador atrapado en la vorágine de la rutina corporativa, ve cómo la chispa de su vida se desvanece bajo la sombra de la opresiva carga laboral. Sumido en el vacío y la desesperación, su mundo se detiene abruptamente cuando un infarto lo derrumba en su oficina, llevándolo a una experiencia cercana a la muerte que desafía toda lógica y razón. En un momento que parece eterno, Glenn transita por un reino etéreo, un pasaje donde las almas se entrelazan y la existencia se transforma. Pero lo que comienza como un último suspiro en un mundo conocido, se convierte en un despertar inesperado. Glenn abre los ojos en un cuerpo joven, en medio de un bosque que parece salido de un sueño: árboles de corteza cristalina, hojas que susurran secretos, y un suelo que brilla suavemente bajo sus pies. Desconcertado y fascinado, Glenn debe aprender a sobrevivir en este nuevo y mágico mundo, mientras busca respuestas sobre su inesperada reencarnación y la extraña conexión que parece unir su pasado con este nuevo inicio. La lucha por entender su propósito en un lugar donde la naturaleza y la magia coexisten lo llevará a descubrir poderes ocultos y secretos que podrían redefinir lo que significa estar vivo. Sobre los cielos es una historia de renacimiento y descubrimiento, donde los límites entre la realidad y la fantasía se desdibujan, y un alma perdida encuentra su verdadero destino en un mundo lleno de maravillas y misterios.
Nací en Japón y desde joven tuve que viajar a china para emprender una nueva vida junto a mis padres.
Después de años de intenso y agotador estudio y al final terminar mi educación profesional, en una de las ramas de la informática.
Al graduarme de la universidad pasaba los días presentando mi carta profesional de presentación aplicando a las vacantes de muchas corporaciones.
con mucha dificultad y tras años de insistencia por fin tuve la oportunidad de trabajar para una prestigiosa empresa desarrolladora de software.
ubicada en Shanghái china y desde hace ya trece años sigo trabajando para esta corporación esclavista.
-- "Glenn, recuerda que tienes plazo máximo hasta este fin de semana para terminar el proyecto", la voz a modo de recordatorio resonó en la desordenada oficina.
Es el señor Zhou, un hombre de estatura baja, piel blanca y envejecida, con una mente brillante y gran experiencia.
--"No necesito que me lo recuerdes", dijo Glenn a modo de reproche, tenia muy claro las fechas de entrega del proyecto, ya que gracias a ello ha tenido muchos problemas y largas noches de insomnio.
el limite para entregar una beta del software a la medida es un pedido del cliente, la fecha se aproxima sin reparo.
Glenn como líder del equipo a cargo del proyecto ha notado como el ha pasado el tiempo, ya son ocho meses desde que se inicio el proyecto y se puede traducir a largas noches en vela.
mirando hacia el techo con una mirada llena de amargura, agradece desde su corazon a sus dos colegas que han trabajo.
llevando sus manos a la cabeza expresa desde sus adentro una realidad cruel.
--"¿Con solo tres personas para este proyecto?", exclamo Glenn, para el es un acto inhumano intentar terminar el proyecto tan colosal como este en dichos plazos de tiempo.
pero es tarde para Glenn y su equipo, era muy tarde para quejarse.
Con un suspiro profundo Glenn se siente derrotado, desploma su cabeza sobre su escritorio diciendo, --"Eso es mucho trabajo para un pobre hombre de mediana edad como yo...".
la solicitud del desarrollo por parte de un laboratorio cae a manos de esta corporación esclavista donde trabajaba Hitomi Glenn y sin mediar palabras le asignaron este proyecto a el y dos personas mas.
desde aquel dia que le asignaron el proyecto habían pasado solo ocho meses en los cuales se habían realizado un sin fin de trabajos, tales como diseño, codificación y pruebas.
Este proyecto consiste en estudiar toda clase de vida microscópica incluyendo las enfermedades y virus.
es un colosal software que automatiza y registra miles de cálculos para dar como resultado una hipotético análisis de las muestras.
--"Es una locura", exclama Hitomi Glenn recordando ese pasado tortuoso.
desde que se plasmo las primeras líneas de código para desarrollar este monstruoso software, este contiene un intrincado y complejo sistema algorítmico salido de una pelicula de ficción, con una pequeña diferencia, esto era la realidad para Hitomi Glenn además de ser la principal fuentes de sus problema.
para empeorar la tormenta de emociones que inundaban su pecho y atormentaba su cabeza, se escucha desde el pasillo los pasos y la respiración errática de alguien apurando sus pasos.
sin una pizca de delicadeza empuja la puerta siendo azotada contra la pared y resonando fuertemente en toda la oficina.
Gritando de una forma ensordecedora, --"¿GLEEEeeeennnnn, Mald#t# sea Glenn", donde estas?", era su jefe.
Es el señor Fei, un tipo intimidante de mas de cincuenta años, de un carácter fuerte, su actitud era arrogante y explosiva.
frete a escritorio de Glenn dando un golpe con la mano, dice.
--"Mald#ta sea Glenn, se que estas ahí, sal de una vez", diciendo el señor Fei mientras sostenía el cinturón para evitar que se le cayeran los pantalones.
Era evidente su sobrepeso, de piel blanca llena de pecas y con una barba descuidada, tras de esos lentes y con una mirada feroz.
Al presenciar la aparición de este hombre, Hitomi Glenn no pudo evitar ocultarse bajo su escritorio, cada vez que viene este sujeto es el preludio de problemas.
Ahogando un quejido en su garganta, y ocultándose bajo el escritorio, --"No quiero oír lo que dirá este sujeto", decía Glenn bañado de sudor frio.
Con fuertes golpes al escritorio el señor Fei obliga a salir a Glenn.
Con lentitud, Glenn sale viendo al señor Fei mientras este apoyaba en su escritorio y sosteniendo unos papeles, al ver esta escena Glenn no podía imaginar que iba a suceder.
Sin mediar palabras, el señor Fei azota los papeles contra el escritorio de Glenn y dice, --"Glenn malas noticias para ustedes, el cliente ha solicitado cambios en su pedido, pero no se extenderá la fecha de la entrega del Beta".
Presionando su dedo dedo índice y señalando los pales como señal de recordatorio, --"Estos son los ajustes solicitados, léalos y trabaja inmediatamente en eso".
esa voz gélida y tono arrogante había dado un ultimátum a equipo encargado del proyecto.
De regreso a su oficina Fei añade, --"Solo tes días, tres días, no lo olvide".
Al oir esta esta terrible noticia y entrando en shock, el pobre Glenn deja caer su cuerpo sobre la silla de su escritorio, era visible como escapaba el brillo de sus ojos.
--"¿más trabajo y el mismo plazo de tiempo?", debe ser una broma, pensó Glenn, centrando su atención en el piso de la oficina.
le dolía terriblemente la cabeza y sentía como un creciente escalofríos se ubicaba en la parte baja de su espalda, sentía como su pecho era aplastado por las preocupaciones y el estrés.
un frio intenso sumado con un temblor incesante se habían apoderado de sus manos, no podía mas con esta pesada carga, Glenn se desvanece cayendo de su silla.
había pasado factura, las noches interminables, los intensos dolores de cabeza causados por el estrés, la presión psicología y la carga exagerada de trabajo.
Escuchando el fuerte golpe, los compañero de trabajo de Glenn notaron lo que había pasado y rápidamente corren en su ayuda.
las mujeres que se encontraban en la oficina gritaban en señal de preocupación clamando ayuda, los hombres se reunieron al rededor de Glenn y entre todos lo levantan del frio piso y con sumo cuidado lo trasladaron a un sofa.
al escuchar los fuertes gritos entra apresurado por la puesta el señor Fei.
--"Que paso aquí, por que el alboroto".
--"Tráiganle un paño tibio y déjenlo descansar, deja unas pastillas en su escritorio junto con agua." al percatarse de la situación ordena con voz firme.
sin culpa alguna el señor Fei se gira y regresa a su oficina.
Al día siguiente al salir de su letargo, sintiendo pesados sus parpados, sintiendo la tenue luz del sol en la madrugada que se colaba por las cortinas.
intentaba ponerse al día con lo que había pasado, estaba en el sofá de la oficina con una sabana sobre él, completamente solo en la oficina.
intento levantarse y noto que un paño frio callo de su frente, --"¿al menos tenían esta gentileza?".
Con pasos torpes y sujetándose de las paredes se dirigió al baño, acababa de despertar y todo lo que tenia en su cabeza era trabajo.
abrió el grifo del lavamanos y como puse se bañaba el rostro, no superaba los 35 años de edad, pero su reflejo en el espejo reflejaba una cruel realidad.
llevaba meses evitando ver su reflejo en el espejo, tenia miedo de afrontar la realidad, sombras y bolsas negras en sus ojos, piel pálida y demacrada, su rostro cadavérico señal de su mala alimentación, su aspecto era viejo y cansado.
paso su mano sobre su descuidada barba y sonrió desde la comisura de sus labios en señal de ironía y lamento.
ese era yo Glenn, sin importar que me costara aceptarlo.
Apretando los puños con tal fuerza que las uñas se clavaron en su piel, Glenn dejó escapar un susurro amargo que se desvaneció en el baño.
La tenue luz de una bombilla parpadeante proyectaba sombras largas y danzantes en las paredes, como si incluso el baño compartiera su inestabilidad emocional.
En medio del silencio apenas roto por el goteo insistente de una llave mal cerrada, su voz ronca y cargada de resentimiento.
—Esto no es vida… —musitó, más para sí mismo que para el vacío.
El aire estaba pesado, cargado de melancolía y cada respiración era un recordatorio de la apatía que lo había aprisionado por años. Glenn miró sus manos ensangrentadas, un débil hilillo rojo escapando de las marcas que sus propias uñas habían dejado. Pero no sentí dolor físico; Era el peso invisible en su pecho lo que lo aplastaba, más que cualquier herida superficial.
"Jamás tuve tiempo para salir de viaje", pensó con amargura mientras sus ojos se perdían en su reflejo del espejo, La imagen de paisajes que solo conoció a través de fotografías —montañas majestuosas e interminables, calles bulliciosas llenas de vida— se coló en su mente, intensificando su angustia.
"Disfrutar las compras..." Glenn dejó escapar una carcajada seca, carente de alegría. Las únicas cosas que había comprado en años eran objetos de primera necesidad, siempre al menor precio posible, haciendo las compras en línea y dejándolas en la puerta de apartamento.
"Conocer una linda chica..." Su pensamiento se detuvo ahí. La idea lo atravesó como una daga, y sus ojos se humedecieron. Se pasó una mano temblorosa por el rostro, intentando ahuyentar las lágrimas antes de que tomaran forma. Se reprochaba a sí mismo, una y otra vez, una letanía cruel que se volvió más oscura.
—¿Quién carajos me va a querer estando así? —murmuró con un nudo en la garganta, su voz quebrándose al fin
El eco de sus palabras resonó en el espacio, como si hasta las paredes lo juzgarán. Su reflejo en el espejo lo miraba con ojos apagados, hundidos, rodeados de ojeras que contaban historias de noches sin sueño y días sin propósito. La sombra de una sonrisa irónica apareció en su rostro, tan fugaz.
El silencio volvió, pero no era el tipo de silencio que traía paz. Era un vacío ensordecedor, un recordatorio constante de lo que le faltaba. Glenn cerró los ojos, intentando escapar, aunque fuera por un instante, de la prisión de su mente. El goteo de la llave marcaba el tiempo con una precisión casi burlona, como si el universo estuviera recordándole que, aunque su vida se sintiera detenida, el mundo seguía avanzando.
Su pecho subía y bajaba con respiraciones pesadas, como si cada una fuera una batalla. Los recuerdos de oportunidades perdidas, de momentos que nunca tuvo, lo asaltaron como una tormenta. Pero también, en el fondo de ese caos interno, algo más se agitaba: una chispa de rabia, no solo contra él.
"¿Es esto todo lo que soy? ¿Todo lo que será?" La pregunta flotó en su mente, y aunque no tuvo respuesta.
Lo único que había logrado era conseguir dinero. Glenn lo sabía, lo sentía cada día con más claridad. Mientras sus padres envejecían, con las manos marcadas por décadas de trabajo duro, él cargaba con la responsabilidad de sostenerlo todo. Eran mayores, no podían trabajar, y él era su único hijo. Había aceptado esa carga como un deber ineludible. Por años, el único consuelo que lo mantenía de pie era saber que había ahorrado lo suficiente para garantizarles una jubilación digna. Ellos tendrán tranquilidad. Al menos ellos.
Pero ¿y él? ¿Qué había hecho por sí mismo? Nada. Cosas tan simples como una ducha fresca o una comida deliciosa se han convertido en lujos inalcanzables. Sus días transcurrían encadenados a un escritorio bajo la luz blanca y fría de una oficina que parecía más una prisión. Día tras día, comiendo lo mismo, haciendo lo mismo, viviendo lo mismo.
El aire del baño en el que se encontraba ahora era opresivo, con un ligero olor a humedad que se mezclaba con el del jabón barato. Glenn apoyó ambas manos en el lavamanos, mirándose al espejo, su reflejo deformado por el cristal empañado.
"La presión…" pensaba, apretando los dientes, "la maldita presión". Todo provenía de esa corporación abusiva, de ese yugo esclavizante que lo asfixiaba. Un contrato tras otro, compromisos interminables. No era un empleado, era un engranaje; una pieza reemplazable en una máquina que nunca se detenía.
El odio burbujeaba en su pecho. Odio esto. Odio mi vida. Detesto mi reflejo. Sus pensamientos eran un torrente imparable, un eco constante en su mente.
Cerró los ojos, como si pudiera huir de sí mismo, pero las imágenes no cedían. Todo su mundo se derrumbaba ante sus ojos, como un castillo de naipes arrasado por el viento. Había regalado la mejor etapa de su vida a una corporación que no le devolvía nada. Había perdido a sus amigos, esas almas que antes compartían con él risas, sueños y momentos. Había perdido el contacto con el mundo exterior, reduciendo su vida a una jaula sin ventanas.
Recordó con dolor los sueños que tuvo de niño. Trabajar, ganar dinero, viajar, ser feliz. Ser feliz. La palabra retumbó en su mente, amarga y vacía. ¿Cuándo fue la última vez que se sintió realmente así? Ni siquiera podía recordarlo.
Apretó los labios, intentando sofocar el nudo en su garganta, pero no pudo evitarlo. Sus manos se alzaron para cubrir su rostro, como si quisieran esconderlo del mundo, pero lo único que lograron fue contener las primeras lágrimas que empezaron a deslizarse por sus mejillas. Lentamente, esas gotas cargadas de impotencia marcaron un camino salado en su piel.
Un sollozo leve escapó, tembloroso, resonando en el baño y la oficina vacía más allá. Era un sonido cargado de un dolor tan profundo que habría conmovido incluso al más insensible. Luego, vino un llanto más fuerte, desgarrador, arrancado desde lo más profundo de su garganta. Era el grito de alguien que había contenido demasiado, por demasiado tiempo.
Y finalmente, con la voz quebrada, dejó escapar un susurro apenas audible, pero cargado de la rabia y la tristeza que lo consumían:
—Qué aburrida es mi vida…
El eco de esas palabras se perdió en el baño, dejando a Glenn solo con su reflejo, ese rostro marcado por el cansancio, las lágrimas y el peso de los años.
Afuera, el mundo seguía girando, indiferente. Adentro, él sintió que todo se detenía, que todo carecía de sentido. Y aunque el llanto cesó, el dolor permaneció, como una sombra imposible de disipar.