Un erudito en ciernes

—Xu Feng no había olvidado la pregunta de Xuan Yang, y en cuanto se fue la tía, respondió al joven maestro con sinceridad. Todavía tenía bastantes cosas que quería conseguir mientras estaba en la ciudad.

Si y San sabían que este sería un viaje más largo, y ya deberían haber preparado comida para ellos y para Bo. Se les había instruido hacer lo mismo para la cena.

Por supuesto, Xu Feng no había olvidado prometer a las dos pequeñas niñas unas golosinas por su arduo trabajo en la mansión. San trataba de actuar como si los aperitivos estuvieran por debajo de ella, pero la alegría en sus ojos no podía ser ocultada.

—Hay algunos lugares más a los que me gustaría ir. Necesito algunos alimentos básicos más con una vida útil más larga, quiero comprar algo de ropa hecha y tela duradera para los nuevos sirvientes, y quiero visitar algunas librerías.

Al oír esto, Xuan Yang volvió a interesarse por completo en el tema. —¿Qué tipo de libros estás buscando?