—O podría ser el Fae embaucador —Aldric soltó una carcajada al oír esas palabras. Veía venir la sospecha, no todos eran tan cegadamente estúpidos como Islinda.
—¡Silencio, Bernard! —exhaló sorprendida Belinda como si su patrón hubiera hecho una acusación ridícula y una que podría meterlo en problemas si alguien más la escuchaba. Aldric apostaba a que la mujer estaba buscando asegurarse de que él estuviera a la distancia para escuchar. Como si lo necesitara.
—No puedes decir eso. El niño no es eso.
—¿Y cómo puedes estar tan segura de eso? —le preguntó Bernard—, Islinda dijo que lo encontró en el bosque cerca del divisor. ¿Y si todo esto es obra de un Fae y está jugando con nosotros? No confío en el niño, Belinda —dijo firmemente.
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