—No van a salir hoy tampoco, ¿eh? —Opti miró en dirección a la galería de la habitación después de desayunar.
La última vez que vieron al Señor y su linda novia fue durante la cena de hace dos días. Había pasado un día entero y ahora, mientras volaban a través del rico altiplano del sur hacia la cadena montañosa volcánica, la pareja aún no había salido de su habitación. Los criados y Panne, quien fue allí ayer en la mañana para entregar la bebida matutina de su Maestro, encontraron la puerta —y toda la habitación en sí— cubierta por una barrera de aislamiento.
Bueno, no se necesita ser un genio para saber lo que estaba sucediendo dentro.
—No es un celo, ¿verdad? —Caba preguntó preocupado; si estaba preocupado por el Señor o por el druida-humano, nadie lo sabía.
—Habría barreras de un tipo completamente diferente si ese fuera el caso —Lesta movió la cabeza negativamente, antes de añadir con una sonrisa maliciosa—. No creo que se muevan para nada hasta que lleguemos al volcán.
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