La Familia Wei era en verdad una familia de generales marciales. Aunque su hijo mayor no destacaba en artes marciales, había heredado la aguda observación y perspicacia de su padre, Wei Mingting. De no ser así, no habría podido localizar rápidamente su lugar de cautiverio.
Desafortunadamente, el joven maestro Wei era demasiado confiado, sin anticipar el tipo de enemigo al que se enfrentaba, lo que llevó a que todos se convirtieran en prisioneros juntos.
Sin embargo, no fue su culpa. Los hijos de la Familia Wei en la prefectura de Taizhou ni siquiera podían imaginar cuán vasta era la fuerza involucrada en este secuestro.
En este momento, Wei Yichen no tenía interés en escuchar ningún elogio hacia él mismo.
Lo que quería saber ahora era por qué la inocente Wanwan tendría una relación tan cercana con un hombre.
—Wanwan, dile a tu hermano, ¿qué demonios está pasando? ¿Por qué estás tan íntima con este hombre? —preguntó.
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