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Capítulo 10: Nuevas Estrategias

El sol comenzaba a levantarse, lanzando un resplandor pálido sobre el refugio. Jonás se despertó temprano, sintiendo el frío aire de la mañana. A pesar de las mejoras que había implementado en el refugio, el mundo exterior seguía siendo un lugar inhóspito y lleno de peligros. Hoy era un nuevo día, y Jonás sabía que necesitaba continuar con su plan para acumular más puntos y consolidar su poder.

Mientras caminaba por los pasillos del refugio, los Guardias Imperiales lo saludaban respetuosamente al pasar. El refugio estaba en calma, pero Jonás sabía que no podía permitirse bajar la guardia. Los mutantes seguían siendo una amenaza constante, y aunque hasta ahora habían tenido éxito en repelerlos, siempre existía la posibilidad de que atacaran en mayor número.

Se dirigió a la sala de control, donde el Adeptus Mechanicus y el Apotecario ya estaban trabajando en sus respectivas tareas.

—Maestro, —dijo el Adeptus Mechanicus, levantando la vista de sus herramientas—, hemos comenzado a implementar las mejoras de defensa que trajimos de la última expedición. Pronto tendremos una mejor red de seguridad en el perímetro del refugio.

Jonás asintió, satisfecho. Sabía que cuanto más segura fuera su base, más tiempo tendría para planificar y ejecutar misiones más ambiciosas.

—Perfecto, —respondió Jonás, mientras abría la interfaz del sistema.

Sus puntos totales seguían siendo 165, aún insuficientes para sus grandes objetivos, pero sentía que estaba progresando. Mientras navegaba por las opciones del sistema, sus pensamientos volvían una y otra vez a las invocaciones más poderosas que había visto recientemente: un Astartes Primaris por 5000 puntos y, aún más impresionante, un Primarca por 20,000 puntos.

El solo pensamiento de invocar un Primarca lo llenaba de una mezcla de emoción y nerviosismo. Sabía que un Primarca podría cambiar el curso de cualquier batalla. Pero para llegar a ese punto, necesitaba más puntos, mucho más de lo que tenía ahora.

—Tenemos que encontrar una forma de acelerar la recolección de puntos, —dijo Jonás en voz alta, más para sí mismo que para los demás.

El Apotecario, que estaba revisando los suministros médicos, levantó la vista.

—Maestro, —dijo con su voz serena—, las batallas con los mutantes son una fuente constante de puntos, pero si conseguimos establecer más contacto con los supervivientes, podríamos ganar puntos de manera más rápida.

Jonás lo miró con interés. Sabía que cada superviviente rescatado le otorgaba puntos, y hasta ahora, había hecho buenos avances al encontrar algunos grupos pequeños en las ruinas cercanas.

—Tienes razón, —dijo Jonás, pensativo—. Si encontramos más supervivientes, no solo ganaremos puntos, sino que también podremos reforzar nuestras fuerzas con más Guardias Imperiales.

La idea le pareció atractiva. Había sido relativamente cauteloso hasta ahora, pero tal vez era hora de expandir sus operaciones y explorar áreas más alejadas. Si podía encontrar una base de supervivientes más grande, no solo obtendría una buena cantidad de puntos, sino que también podría aumentar sus filas de manera significativa.

—Hoy saldremos a buscar más supervivientes, —anunció Jonás finalmente, mirando a su equipo—. Nos dirigiremos hacia el suroeste. He recibido informes de que podría haber actividad en esa área. Si encontramos algo, lo aprovecharemos al máximo.

El equipo se preparó rápidamente. Los tres Astartes, con su siempre imponente presencia, estaban listos para cualquier batalla que se les presentara. El Apotecario llevaría a cabo sus funciones, asegurándose de que el equipo estuviera sano y que cualquier superviviente rescatado recibiera atención médica de inmediato.

—Guardias Imperiales, —dijo Jonás, dirigiéndose a los cinco soldados—, vosotros os quedáis aquí y defendéis el refugio. Si llegan más supervivientes, seguid el protocolo habitual.

—Como ordenéis, maestro, —respondieron los Guardias, inclinando la cabeza.

Una vez más, Jonás y su equipo salieron al frío aire del exterior, con los ojos puestos en una nueva misión. El suroeste era una región que no habían explorado mucho, lo que significaba que podría haber oportunidades ocultas allí. Los Astartes tácticos lideraban el camino, escaneando el área con precisión.

La marcha fue tranquila al principio, pero después de varias horas de caminata, el Astartes baluarte levantó la mano, señalando un movimiento en la distancia.

—Maestro, detectamos actividad. Parece haber un grupo de mutantes al frente.

Jonás sonrió. Sabía que cada mutante que abatían significaba más puntos.

—Acabemos con ellos, —ordenó Jonás.

Los Astartes tácticos se movieron con precisión, abriendo fuego sobre los mutantes antes de que estos pudieran reaccionar. El combate fue breve, como siempre lo era cuando los Astartes entraban en acción. Los mutantes cayeron rápidamente, incapaces de hacer frente al poder de las tropas de Jonás.

—Área despejada, maestro, —informó uno de los Astartes tácticos.

Jonás abrió la interfaz del sistema para revisar los puntos obtenidos.

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Mutantes abatidos: 10

Puntos obtenidos: 20 puntos.

Puntos totales: 185 puntos.

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Cada batalla sumaba, y aunque todavía estaba lejos de los 5000 puntos, Jonás sentía que avanzaba. Pero los mutantes no eran su única fuente de puntos. Necesitaba encontrar supervivientes, y pronto.

Mientras el equipo continuaba avanzando, comenzaron a notar signos de vida más organizados: fogatas apagadas recientemente, restos de alimentos, y otros rastros de actividad humana.

—Estamos cerca, —murmuró Jonás, emocionado por la posibilidad de encontrar un grupo de supervivientes.

Después de caminar unos minutos más, llegaron a lo que parecía ser un pequeño asentamiento improvisado. Había algunas estructuras rudimentarias, y aunque parecía abandonado, era claro que alguien había estado allí recientemente.

—Busquemos, —ordenó Jonás—. Si hay supervivientes aquí, los encontraremos.

Los Astartes comenzaron a registrar el área, moviéndose rápidamente entre las estructuras. Después de unos minutos, uno de los Astartes tácticos levantó la mano.

—Maestro, hemos encontrado algo.

Jonás se acercó, y lo que vio le confirmó que había dado en el blanco. Un grupo de supervivientes, compuesto por seis personas, estaba escondido en una estructura en ruinas. Parecían asustados, pero no heridos.

—No temáis, —dijo Jonás, acercándose lentamente—. No venimos a haceros daño. Estamos aquí para ofreceros un lugar seguro. Si venís con nosotros, estaréis a salvo.

Los supervivientes lo miraron con una mezcla de desconfianza y esperanza. La presencia de los Astartes, con sus imponentes figuras, dejaba claro que Jonás no era un hombre cualquiera. Sabían que no tenían muchas opciones.

—¿Quién eres? —preguntó uno de ellos.

—Soy Jonás, —respondió con tono firme—. He construido un refugio donde estaréis seguros de los mutantes y del peligro constante. Si venís conmigo, tendréis comida, agua y protección.

El grupo de supervivientes intercambió miradas. Sabían que, en este mundo, cualquier opción era mejor que esconderse en las ruinas.

—Aceptamos, —dijo finalmente uno de ellos, con voz temblorosa.

—Bien, —dijo Jonás, sonriendo—. Venid conmigo.

El equipo regresó al refugio con los seis supervivientes a salvo. Y mientras caminaban, Jonás sintió el familiar zumbido del sistema, recompensándolo por su esfuerzo.

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Supervivientes rescatados: 6

Puntos obtenidos: 30 puntos (5 por cada superviviente).

Puntos totales: 215 puntos.

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Jonás sonrió, satisfecho. Sabía que cada superviviente era un paso más hacia su meta final. Cada día lo acercaba más a los 5000 puntos necesarios para invocar un Astartes Primaris, y aunque el camino aún era largo, sentía que tenía el control.

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