ALFA MAVERICK'S Punto de Vista
Sin perder ni un segundo más, Segador colocó su mano debajo de sus nalgas, posicionándola de tal manera que nuestra hombría se restregaba contra su deseo doliente, y yo apreté mis puños.
—¡Segador! Vuelve. No tienes idea de cuán mal puede salir esto. Ella no está lista para esto —le dije, pero fue en vano, él no escuchó antes de retirar su boca de su cuello, mirándola directamente a los ojos.
—Hola, mi amor, soy Segador —se presentó sin vergüenza, y pude ver el miedo aparecer en sus ojos de inmediato.
No. No. No. Esto no está bien.
—¿Segador? ¿Lobo? —Ella murmuró esas palabras suavemente, y mi loba asintió con la cabeza.
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