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Capítulo 42: Incertidumbre

Miranda

 

 

 

 

Ver esa horrenda escena nos paralizó. No podía creer lo que ese sujeto había hecho. Me negué a aceptar el suceso como una realidad. Aun así, pude reaccionar y tomar a Verónica de su brazo. La pobre estaba en estado de shock, pálida y con un semblante neutral que la hacía parecer muerta en vida.

El pobre Isaías falleció a los pocos segundos de haber sido atacado con la mayor de las crueldades, mientras que Axel se interpuso entre nosotras y ese tipo que reconoció como Freddy.

Ver a Axel intentar mediar con alguien que evidentemente tenía problemas mentales, me hizo temer un destino similar al de Isaías, aun cuando sabía que recurrir a la violencia no sería una de sus decisiones.

Para nuestra desgracia, mis temores se hicieron realidad cuando Axel se acercó a Freddy, a un punto en el que casi le arrebata el cuchillo, aunque este fue más ágil con un amago que lo tomó desprevenido.

Axel cayó de inmediato y, con notable dolor, dejó escapar un grito desgarrador que me hizo olvidar a Verónica; un error garrafal de mi parte. En ese momento, lo único que me importaba era él, no tenía mente para nada más, ni siquiera para advertirle a ella que corriese o buscase protección en otra persona.

Corrí aterrada hacia Axel mientras que Freddy pasaba de mí; era evidente que iba en busca de Verónica. Creí que me atacaría, pero no me prestó atención.

Su vista estaba fija en una Verónica paralizada y destruida.

El sonido de las sirenas se hacía más audible, lo cual me calmó un poco al saber que teníamos oportunidad de salvar a Axel, aunque también fue lo que me hizo sentir una alarma al recordar que había dejado a Verónica sola.

Giré de inmediato en su dirección y me di cuenta de que ni ella ni Freddy estaban cerca. Este la había raptado a pesar de toda la gente que merodeaba en la zona en virtud de curiosos. «¡Maldita sea… Maldita sea!», pensé desesperada mientras ansiaba la llegada rápida de una ambulancia y las patrullas policiacas, al mismo tiempo que pensaba en Verónica y un posible destino fatal que me hizo romper en llanto.

Minutos después, llegó la ambulancia que me ayudó a recuperar un poco la calma respecto a Axel. En su ya casi apagada mirada, aferrada a la mía, me hizo entender que todo iba a estar bien y que no me preocupase por él. No lloré para demostrar mi fortaleza, pero por dentro estaba hecha un mar de dolor, desesperación y rabia, un desastre que nadie controlaría hasta que estuviese fuera de peligro.

Dos paramédicos me pidieron que me alejase de Axel mientras iniciaban sus labores de estabilización, lo cual me asombró, pues presionaron su herida de una manera que creí cruel. Axel, a pesar de estar casi desmayado, hizo un gesto de dolor, pero era un procedimiento necesario para detener el sangrado que pudo terminar con su vida.

Lo levantaron con sumo cuidado y lo recostaron en una camilla para trasladarlo a la ambulancia, donde fui en su compañía para asegurarme de que iba a estar bien. Dos patrullas llegaron en ese instante y justo antes de seguir a los paramédicos, le expliqué a uno de los agentes lo que había sucedido, aunque debido a la forma apresurada en que hablé, no me entendió.

Por suerte, uno de los curiosos que presenció el suceso se acercó para decirme con amabilidad que subiese a la ambulancia. Me aseguró que él se encargaría de explicar los hechos a los agentes de la policía. Fui con los paramédicos y nos dirigimos al hospital mientras veía cómo seguían con su crudo proceso de estabilización, en el cual me preguntaron el tipo de sangre de Axel y detalles sobre su estado de salud antes del incidente.

Ellos, por suerte, contaban con el tipo de sangre de Axel, así que iniciaron un proceso de transfusión luego de que este se quedase dormido cuando le aplicaron anestesia.

En ese instante me desesperé creyendo que había muerto, pero los paramédicos me explicaron que dormía a causa de la anestesia.

Minutos después llegamos al hospital, donde Axel fue trasladado a la sala de emergencias, lugar al que no tuve acceso debido a mi falta de control temperamental y emocional.

Me quedé en la sala de espera frustrada y vulnerable. Deseaba que la policía encontrase a Verónica sana y salva, y también que matasen a Freddy. No tenía la misma compasión que demostró Axel antes de ser apuñalado.

El rencor y la ira que sentí hacia él me hicieron apretar los puños y golpear la pared durante unos segundos, hasta que un grupo de doctores que iban de pasada me pidieron que me calmase.

En solo cuestión de segundos, Freddy había acabado con la felicidad que tanto nos costó alcanzar a base de esfuerzo, dolores, sacrificios y aceptaciones.

Después de nuestra llegada al hospital, llegó otra ambulancia de la cual bajaron un cuerpo cubierto con una manta que, en vez de dirigirse a la sala de emergencias, se dirigió a la morgue. Supe al instante que era el cadáver de Isaías, cuyos familiares llegaron al cabo de una hora.

Su madre, al verme, corrió hacia mí para darme un abrazo y preguntarme sobre el incidente. Ella lloraba inconsolablemente mientras le explicaba lo sucedido, y aunque lamentaba la pérdida de su hijo, tuvo la consideración de preguntar por el estado de Axel.

—No tengo idea de cómo está, los doctores no me dicen nada cada vez que pregunto por él —respondí a duras penas.

—Oh, querida, esto es una verdadera desgracia… Y lo peor es que ese tipo tiene a Verónica —comentó en medio de sollozos.

—Esa es otra preocupación que me agobia, porque cometí el error de dejarla sola cuando Axel fue apuñala…

Me interrumpí a mí misma cuando vi a otro doctor salir de la sala de emergencias, a quien increpé haciéndole preguntas respecto a Axel, aunque se mostró confundido al no saber de quién le hablaba.

—¡Tiene una apuñalada en el abdomen! —exclamé.

—¡Ah, ese muchacho! —dijo con un dejo de vergüenza—. Está estable, pero debemos llevarlo de emergencia al quirófano, por eso necesitamos una autorización de sus familiares.

—Yo soy su novia —repliqué de inmediato.

—Entiendo —hizo una pausa—, pues su novio necesita ser intervenido ahora mismo, pero es una operación riesgosa debido al área afectada… Su estómago sufrió un daño severo.

—¡Hagan lo que sea para que se mejore! —exclamé desesperada.

—¡Miranda! —exclamó una voz familiar que me dejó helada—, ¿cómo está Axel?

Cuando giré, me sorprendió ver a Verónica con el color natural de su piel recuperado y fuera del estado de shock en el que se encontraba tras dejarla sola. Sin embargo, tenía un moretón en su pómulo derecho y la boca ensangrentada.

—Necesita ser operado de emergencia —musité—. Hagan lo que sea para mantenerlo con vida, por favor —le supliqué al doctor.

Tan pronto el doctor se regresó a la sala de emergencias, Verónica me dio un cálido y reconfortante abrazo, de esa manera me permitió desahogar todo el estrés y el dolor que sentí durante su ausencia; tenerla cerca me ayudó a recuperar la calma por instantes y centrarme en Axel.

—Señora —le dijo a la mamá de Isaías con voz quebrada—, lamento mucho lo de su hijo.

Su fortaleza se desvaneció en el instante en que recordó a su prometido, y junto a la mamá de Isaías, empezó a llorar como única manera para desahogar el dolor de tan inesperada pérdida. Yo, por mi parte, me quedé para brindarles apoyo moral, mientras que, en el fondo, pedía a Dios por la recuperación de Axel.

Sin embargo, cuando asimilé que Verónica estaba con nosotras, caí en cuenta de que había salido airosa de las manos de Freddy, razón por la cual me tomé el atrevimiento de preguntarle lo que sucedió.

—Freddy está muerto —reveló.

Me impactaron esas palabras y la forma en que lo dijo, con un resentimiento y un odio que jamás había visto expresar de su parte.

—¿Supongo que por intervención de la policía? —inquirí.

—No —musitó.

—No quiero ser imprudente, Verónica, pero, ¿qué sucedió? —pregunté temerosa de una respuesta que ya intuía.

—Yo lo maté —respondió, sin una mínima muestra de compasión.

—¡Verónica! —exclamé aterrada.

—Tuve que hacerlo, era él o yo —hizo una pausa y tragó saliva—. Después de raptarme, me llevó a un callejón oscuro y me amenazaba con el cuchillo si no le hacía caso, y te juro que no tenía intención de hacer lo que hice, solo quería distraerlo el tiempo suficiente hasta que llegase la policía, pero empezó a golpearme.

—Dios mío —musité preocupada, a pesar de que ya lo peor había pasado.

—Yo me defendí lo mejor que pude, gracias a algunas técnicas de defensa que Axel me enseñó, pero Freddy era más fuerte y alto… Cuando vi mi oportunidad, le di un puntapié en la canilla que lo distrajo por unos segundos. Ahí, creí que podía escapar. Sin embargo, me retuvo halándome del cabello para impedirlo… Te juro, Miranda, te juro que en ese instante exploté de la ira por el jalón y me giré para darle un puñetazo en la nariz. Mira cómo tengo la mano.

Me enseñó su temblorosa mano derecha y lo aterrador que se veían sus nudillos morados.

—Axel, una vez me dijo que no era la mejor manera de golpear, pero no razoné, estaba consumida por la ira… La cuestión es que el golpe hizo que Freddy dejase caer el cuchillo para sobar su nariz con las dos manos, le dolió bastante el golpe… No lo pensé dos veces, así que recogí el cuchillo y lo apuñalé en el abdomen.

—Verónica…

—Lo sé, pero el odio me dominó —me interrumpió antes de sollozar y seguir relatando el suceso—. Él me quitó a Isaías, Miranda, yo solo me quise vengar. Entonces…, entonces…, él se sacó el cuchillo y esbozó una sonrisa, esa que me hizo recordar lo bueno que una vez fue. Me dio las gracias por haber acabado con su sufrimiento y me sentí peor cuando la pérdida de sangre lo debilitó hasta su fallecimiento… Lo vi morir y eso me tiene muy mal.

Verónica siguió llorando durante varios minutos, a la par de mis consuelos y nuestra espera de noticias respecto a Axel. Fue doloroso verla en ese estado y comprender lo que tuvo que hacer para salir con vida y vengar la muerte de un buen hombre que le había permitido amar con locura nuevamente.

Una vez que recuperó la calma, Verónica me contó que, al salir del callejón, dio con un agente que estaba buscando señales de ella, y a quien le reveló de inmediato lo que había hecho para salvarse. Cuando informó a sus compañeros la situación, la presencia policiaca se apoderó de la zona y se llevó a Verónica, detenida por el asesinato de Freddy, aunque fue liberada en cuestión de horas, pues testigos revelaron que él fue el autor del asesinado a Isaías y apuñalado a Axel, por ende, fue en defensa propia.

Claro está que, con el paso de los días, Verónica tuvo que presentarse en la fiscalía para declarar los motivos por los cuales asesinó a Freddy, aun cuando el expediente criminal de este revelaba su pasado violento.

Nadie presentó cargos contra Verónica porque, simplemente, Freddy no tenía familiares ni amigos que lo hiciesen.

Por otra parte, se llevaron a cabo los actos fúnebres de Isaías y su entierro, en el cual Verónica estuvo neutral, como el momento en el que Freddy lo emboscó, aunque era evidente que por dentro sufría más que todos los presentes.

Qué injusto fue para ella enfrentar un enorme pesar a tan corta edad, y me hubiese gustado ser una mejor compañía, pero lo más que pude ofrecerle fue mi apoyo moral.

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