```
—Tengo miedo... —murmuró Aries mientras lo miraba suspendido sobre ella, atando sus manos al poste de la cama con la venda. Sus piernas cruzadas, mordiéndose el labio mientras su corazón tamborileaba contra su pecho.
Abel se detuvo al escuchar su confesión, bajando la mirada para encontrarse con sus ojos. Presionó sus labios en una línea delgada, atando el nudo torpemente para que ella pudiera liberarse en cualquier momento si quería. Así era cómo él comprometía.
—¿No te gusta estar atada? —preguntó con una auténtica maravilla en su voz.
—¿Estarás bien si la situación se invierte? —preguntó ella y frunció el ceño cuando él asintió—. Solo tengo miedo. Estar atada siempre viene acompañado de tortura.
—No te torturaré —él la persuadió, aleteando sus largas pestañas coquetamente como si fuera a enfurruñarse en el segundo en que ella cambiara de opinión.
Hỗ trợ các tác giả và dịch giả yêu thích của bạn trong webnovel.com