Para Tania todo era... oscuro. Se sentía como si nadara en un océano de negrura. Luchaba desesperadamente por salir a la superficie, por tragar aire, por alcanzar al amor de su vida, al único hombre que creía en ella. Hacia Eltanin.
Luchaba con más fuerza hacia la luz dorada y brillante del sol, hacia ese rostro que la miraba. —Sálvame... —murmuró y sintió dedos largos deslizándose por su cabello y mejillas. A veces esos dedos acariciaban sus hombros y brazos. Se sentía reconfortada e intentaba con más ahínco romper la superficie. Una gota cayó en su mejilla y
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