Tania se quedó sin aliento después del beso. Apoyó su cara en su pecho mientras él le rodeaba los brazos de forma posesiva. No sabía si sería capaz de besarle de nuevo así, pero las cosas entre ellos cambiaron. Se dio cuenta hiperconsciente de ello. Se preguntaba si alguna vez habría dejado de besarle. La sensación era... surrealista. Y temible.
—¿Serías capaz de besar así todos los días? —preguntó él, apoyando su barbilla sobre su cabeza—. ¿Solo una vez al día? Su pecho subía y bajaba contra sus senos. Su latido era al unísono. Salvaje. —Me detendré yo mismo incluso si tú no me detuvieras. Se detuvo mientras exhalaba pesadamente—. Lo que quiero decir es que no te tomaría a menos que tú quisieras que lo hiciera.
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