Buena suerte, Bebé

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La tía Li se sorprendió primero, luego sonrió y dijo:

—Es normal que dos personas discutan. No tienes que tomártelo a pecho.

Jing Yao abrió la boca, queriendo decir que estaba enojada y que no habían discutido, pero no estaba especialmente enojada. Principalmente se sentía avergonzada. Liang Xun realmente había exagerado últimamente.

Excepto cuando estaba borracho, él solo la tocaba una vez en el pasado. Jing Yao no podía decirlo en voz alta, y no podía contárselo a nadie. Ni siquiera a Zhu Ling.

El personal sentado en la sala de estar eran todas personas astutas. Al escuchar las palabras de Jing Yao, vagamente entendieron lo intenso que había sido justo ahora por las marcas en los labios de Jing Yao.

Jing Yao bebía el atole enfadada y siseó suavemente al dar el primer sorbo.

La tía Li la miró preocupada:

—¿Está muy caliente? Incluso lo saqué para que se enfriara con anticipación.