Entonces Arrodíllate

—Cuñado, ¿qué quieres que haga? —Cheng Liu no se secó las lágrimas de su rostro. De repente elevó su voz y dijo—. Ya sé mi error. Tu bofetada me hizo darme cuenta hace mucho tiempo. Si Qianqian todavía no está dispuesta a perdonarme, ¿quieres... quieres obligarme a arrodillarme?

Los tres sabían cómo actuar. Desafortunadamente, Shen Hanxing no cayó en la trampa.

—Está bien, entonces puedes intentar arrodillarte.

Cheng Liu se quedó inmediatamente paralizada.

Ji Qian, que estaba detrás de Shen Hanxing, estaba encantada. Sacó la cabeza. Luego dijo emocionada:

— Si quieres arrodillarte, entonces arrodíllate. Nadie te lo impedirá.

Nadie había esperado tal reacción de ellos. Cheng Liu encontró inmediatamente difícil arrepentirse ahora. Sentía que las miradas burlonas de todos estaban a punto de ahogarla.