Despierto por el sonido de mi alarma, busco mi teléfono debajo de mi almohada para apagarla, tengo un dolor de cabeza muy fuerte por el alcohol, no encuentro mi celular allí, asumo que se calló mientras dormía así que ruedo hacia el borde de la cama, estiro mi brazo para tomar el celular del suelo, cuando logro tomarlo pierdo el equilibrio cayendo al suelo con la sábana sobre mí.
— ¿Por qué a mí? — Lloriqueo.
Estoy un poco mareada, con dolor de estómago y cabeza.
Apago la alarma finalmente, decido quedarme allí tendida unos minutos más. Escucho a Jen en la cocina, creo que está cocinando el desayuno, mi cabeza está a punto de explotar, pero no es nada que no pueda tolerar, he estado en peores condiciones. Me siento en el borde de la cama para desperezarme, me doy una rápida ducha en la regadera, quizás eso me sea de ayuda, me visto con la primera blusa que encuentro, un sudadero gris holgado y un pantalón azul. Busco mis tenis blancos para ponérmelos, pero no los encuentro por ningún lado, quizás los deje en la sala. Salgo descalza en búsqueda de mis zapatos perdidos, busco en la sala debajo del sofá, no los veo por ninguna parte.
— Jen — Grito tirada en el suelo mientras reviso nuevamente debajo del sofá. — ¿Has visto mis tenis blancos?
Jen sale de la cocina con una espátula en la mano.
— Me sentía mal por dejarte anoche, así que lavé tus sucios zapatos cuando me levanté, sabía que querrías usarlos, sobre todo hoy por esa resaca que llevarás todo el día.
— ¿Cómo los secaste tan rápido?
— Con mi secadora de cabello, me llevó mucho tiempo así que aprecialo.
— Gracias. — La abrazo.
— Por hoy dejaré que vistas como indigente. — Se mofa. — Mañana volverás a ser el cisne en el que te convertí.
— Ya veremos. — Digo caminando de vuelta a mi habitación.
Me pongo un par de calcetas antes de colocarme los tenis, me hago una cola en el cabello para no tener que peinarlo. Recuerdo que no he visto mi celular desde que me levanté, así que lo desconecto del cargador para verlo.
Cinco mensajes nuevos de Denver y una llamada perdida reciente. Sin siquiera leer los mensajes le devuelvo la llamada, puede que necesite algo.
— ¿Hola?
— Kate, que bien que logro comunicarme contigo. — Dice muy rápido que apenas puedo entender. — He estado intentando contactar a alguien toda la mañana, al parecer todos están dormidos aun o con resaca. Lamento pedir esto, pero ¿Puedes hacerme un favor?
— Si, claro.
— Kane está en el hospital, anoche otro auto lo chocó, no tiene nada grave, pero los bomberos lo trasladaron al hospital. Mis hermanos se fueron a la universidad porque tienen clase a las siete, me preguntaba si puedes venir al hospital y prestarme el auto de Jen para ir por la tarea a mi casa y si pudieses entregarla por los dos te lo agradecería.
— Yo tengo auto, puedo llegar al hospital en quince minutos y me explicas más despacio que es lo que necesitas ¿Sí?
— La habitación de mi hermano es la 215.
— Está bien.
Meto en mi mochila unos lapiceros y un cuaderno, también guardo el cargador de mi teléfono y mis audífonos. Tomo de mi escritorio las llaves de mi auto antes de salir de mi habitación.
— ¿Ya te vas?
— Sí, tengo algo que hacer. — Digo para no entrar en detalles, después de todo estoy apresurada.
— ¿No vas a desayunar?
Como un poco de tocino y tomo un panqueque para comerlo en el camino.
— Está muy rico, gracias Jen.
— ¿Nos vemos en el almuerzo?
— Sí, escríbeme.
Salgo del apartamento con dirección al parqueo, entro en mi auto poniendo mi mochila en los asientos de atrás, conduzco con precaución, pero con rapidez hasta llegar al hospital, busco la habitación 215, como me indicó Denver, lo encuentro al cruzar por el pasillo al que me envió una enfermera, esta cabizbajo, sentado en las sillas afuera de la habitación, cuando veo su rostro luce muy cansado, no debe haber dormido en toda la noche.
— Gracias por venir. — Dice con desgano.
— No hay de qué ¿Qué le pasó?
— Fue a unas cuadras de donde vives, un auto se cruzó una luz en rojo y lo choco de lado, lo hizo patinar hasta estrellarse contra un poste, por suerte no se hizo daño, solo se lastimó el cuello, usará el collarín un par de días, pero estará bien.
— Me alegro mucho por él. — Le ofrezco una empática sonrisa.
Siento un nudo en la garganta, si no me hubiese ido a dejar a mi apartamento no se habría accidentado, en parte es mi culpa.
— ¿Me prestas tu auto para ir a mi casa por la tarea? Prometo regresar rápido.
— Claro, le doy las llaves, conduce con cuidado ¿Sí?
— Otra cosa. — Dice antes de irse. — ¿Podrías echarle un ojo? Está dormido, no creo que despierte aún, puedes entrar a la habitación si quieres, hay un cómodo sillón.
— No te preocupes, yo lo cuido.
— Gracias Kate.
Me ofrece una pequeña sonrisa antes de irse, entro a la habitación, me siento en el sillón junto a la cama para esperar a que Denver regrese, observo a Kane mientras duerme, aún sigo dándole vueltas al asunto, todos los eventos de anoche lo llevaron a esta cama en el hospital, si tan solo hubiésemos hecho algo diferente no habríamos acabado aquí.
— ¿Qué haces aquí? — Pregunta Kane abriendo apenas los ojos.
— Denver fue a tu casa por nuestra tarea, me pidió que me quede aquí en lo que regresa. — Me paro junto a su camilla. — ¿Necesitas que llame a una enfermera?
— No es necesario, — Dice con arrogancia. — Puedes irte, puedo cuidarme solo.
— No lo dudo, pero no me iré.
— ¿Si te digo que todo esto es tu culpa te irías?
— ¿Crees que no lo sé? — Digo con la voz quebradiza. — Sé que es en parte mi culpa.
— Si, fue un error, jamás debí haberme ofrecido llevarte.
— Yo jamás debí haberte salvado de la policía.
— Yo jamás debí haberte salvado de ese idiota.
— Yo jamás debí haberte hablado. — Digo molesta.
No sé en qué momento tomó mi mano, solamente siento el fuerte tirón con el que me lleva hasta él, caigo sentada en el borde de la camilla, nuevamente me jala con fuerza, creo que quiere besarme, cuando estamos a centímetros de besarnos giro la cabeza. No sé qué le ocurre, estábamos peleando hace un segundo y ahora quiere besarme, de verdad no logro entenderlo. Acabamos de conocernos ¿Quién cree que soy? ¿Quién se cree que es? Ahora tengo una enorme mezcla de emociones, estoy molesta con él, confundida por como envía señales mixtas de amor/odio, también me siento culpable porque en parte es mi culpa que tuviera ese accidente, pero también es la suya por conducir tan rápido.
— ¿Qué pasa? — Frunce el ceño.
— Eres un idiota. — Me levanto de la camilla muy molesta, intento contenerme, pero no puedo. — ¿Crees que soy como esas chicas de la fiesta? No voy a caer en tus trucos baratos. ¿Crees que vas a hacerme sentir lastima por ti y voy a sentirme obligada a besarte? Quiero que te grabes algo en la cabeza, yo jamás voy a querer besarte, mucho menos estar contigo, ya deja de intentar seducirme o lo que sea que estés intentando hacer.
Kane se queda callado, creo que lo deje sin palabras, el simplemente me mira muy molesto, los latidos de su corazón incrementaron gradualmente desde que despertó, ahora están en su punto máximo.
— Voy a estar afuera. — Digo sin siquiera mirarlo.
— Lo siento. — Dice casi entre dientes, a penas logro escucharlo. Solo sigo mi camino hacia afuera sin siquiera tener la más mínima intención de voltear, haré como que no escuche nada. Son las 7:20 Denver se fue hace media hora, en cualquier momento debe regresar, de todos modos, la universidad queda a 25 minutos según mi GPS, aún tengo tiempo de sobra.
— Lamento la tardanza. — Llega cinco minutos después con un par de cafés en la mano y dos bolsas de papel. — Para agradecerte te compre el desayuno.
— Gracias, pero no tenías que hacerlo, no me molesta para nada ayudar a mis amigos, aunque solo tenga 24 horas de conocerte. — Ambos reímos.
— Nunca he tenido una amiga, solo amigos, es porque estudié siempre en un colegio solo para varones.
— Me alegra ser la primera entonces. — Sonrío.
—Siendo amigos ¿Puedo pedirte otro favor?
— Ahora siento que te estas aprovechando. — Me burlo. — ¿Qué necesitas?
— A Kane lo dan de alta mañana al mediodía, mis hermanos salen hasta las dos de la tarde y mi padre no regresa hasta pasado mañana ¿Crees que sea posible que nos lleves a casa?
— No hay problema, nuestra única clase mañana es computación ya que los talleres inician la otra semana, dicen que la clase de computación solo dura una hora esta semana así que estaré disponible desde las nueve.
— La compañía me vendría bien.
— Aquí estaré. — Sonrió. — Avísame si necesitan algo más.
— Gracias. — Sonríe de vuelta.