CAPITULO 7:
Mónica se encontraba en un lugar que jamás imaginó estar en su vida, ni en los más locos y salvajes de sus sueños. La oscuridad infinita de la profundidad del mar, mientras observaba nuevas formas de vida marítima luminiscentes que flotaba de tras del cristal que se separaba las grandes cantidades de miles de millones de galones y toneladas de agua ejerciendo una protección casi imposible de resistir por cualquier otro material hecho por el hombre hasta ahora.
La sala de exhibición en la que Mónica se encontraba formaba parte de una gran guarida de alta tecnología futurista de vanguardia. Mónica sabía de las múltiples cosas y departamentos negros que todo gobierno tenía, y de las múltiples tecnologías que se encontraban completamente escondidas al público junto con sus creadores desaparecidos.
Pero sabía que no podía existir nada parecido a lo que ella había visto en este lugar. La mente del héroe yocaju era tal que no podía ser comparado con cualquier otro humano si era capaz de crear estas formas de tecnología. ¿Qué demonios era un generador de fusión por movimiento gravitatorio perpetuo? China apenas estaba trabajando en una teoría de energía gravitatoria, pero yocaju le había tomado y mejorado de tal forma que había creado una fuente de energía auto sostenible con una limpieza del 95%. Ella apenas sabia de ciencias, pero tenía en cuenta más o menos lo que significaba estas cosas. Por algo todos los mexicanos tenían a su genio del siglo. Todo mexicano se interesó lo suficiente por la ciencia como para entender al menos el 1% de lo que Suarez decía.
/buenos días, señorita Sánchez/.
Mónica se sobresaltó por un momento cuando escuchó lo que le había llamado. Esa cosa, un robot de última generación, parecía todo lo contrario de lo que pensaba que sería un robot. Una especie de masa o sustancia metálica levitaba a su lado, mientras múltiples tentáculos sobresalían como si se tratara de una medusa fusionado con un pulpo. Lo que ella pudo reconocer como un rostro, no era más que una especia de cámara rebosante de energía destellante de azul.
La forma de la criatura tecnológica parecía cambiar de forma con cada segundo. No parecía tener una forma real, así que dejó de lado sus pensamientos para hablar con la cosa que casi parecía vivo.
"pasa algo'", Mónica preguntó, algo nerviosa.
/el maestro hacedor está aquí, desea su presencia/. Eso fue algo que sorprendió a Mónica, lo que significa que yocaju estaba aquí.
"vamos entonces". Ella pidió.
Una gigantesca puerta se había abierto, y ambos cruzaron hacia el interior de la gran fortaleza de proporciones titánicas. Mientras ella caminaba por los pacillos, podía observar cientos del mismo robot amorfo que volaban y recorrían los amplios pasillos de metal. Ella podía intuir que existían miles de las mismas cosas, y por lo que pudo aprender de la llamada mari, cada uno de esos robots podían acabar con todo un ejército, por no decir que cualquier super humano por debajo de yocaju o el difunto dictador norcoreano.
Tenían una fuerza de combate extremadamente poderoso, capaces de moverse casi tan rápido como a-traen, ser tan fuerte como mave, más resistente que traslucido y tan maleable como el mercurio líquido. Incluso eran capaces de disparar rafagas de energías destructivas y rayos de calor lo suficientemente poderoso como para cortar el metal.
Ella no pudo evitar sentir terror por aquellas cosas sin forma, lo suficientemente peligroso como para acabar con el mundo con la cantidad suficiente de ellos, todos a la disposición de su creador, el héroe yocaju. Incluso las potencias no podrían detener un derrocamiento de poder hegemónico si así lo decidía yocaju. Sin embargo, a pesar de todo ese poder, el héroe solo era eso, un héroe. Lo más irónico era que yocaju había empezado todo como un pasatiempo, una forma de aliviar el aburrimiento del héroe mundial, una mera forma de pasar su tiempo a favor de su entretenimiento. Solo se tomó su título en serio debido a la importancia que el mundo le había dado. Ahora cada paso que tomara daba un cambio impórtate al mundo mismo.