—Buscaré al Magíster —ofrece Marcus—. Tú céntrate en esos otros. Intenta no inundar la sala o algo así.
—Sé nadar —dice Vanessa—. Probablemente pueda mantenerla a flote hasta que llegues.
Su fe en mí es tan conmovedora. —No voy a inundar la sala, chicos.
—¿Sabías que ibas a prender fuego a un papel antes de hacerlo? —Marcus parece severo, pero hay un ligero brillo en sus ojos, y una pequeña mueca en su sonrisa, que me dice que se está sintiendo más cómodo a mi alrededor.
Al menos no está tratando de escapar de la cercanía de la magia, después de estar en la Sala de los Fae por unos días. Se está acostumbrando a su existencia a su alrededor, aunque admite que le pica. Vanessa no parece tener el mismo problema.
Selene, por otro lado...
No estoy estornudando, pero todo lo que puedo oler es basura. Suena agria en mi cabeza. Hay un callejón con contenedores de basura. Supongo que nadie quiere proteger su basura.
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