Jack caminó hacia donde estaba Violeta y se detuvo frente a ella.
—Bueno, creo que todo ha salido sin problemas. Por ahora estás a salvo.
—¿Lo estoy? —preguntó Violeta con sarcasmo— No veo cómo puedo estar a salvo trabajando para gente que me odia.
Jack levantó las cejas hacia ella.
—Vas a trabajar para mí y no recuerdo haber dicho que te odiaba —dijo.
—Ya sabes lo que quiero decir... —continuó Violeta— Pero como ahora es mi única opción, me parece que debo agradecerte que me hayas salvado la vida.
—Eso está mejor —concluyó Jack con una sonrisa de satisfacción—. Así que, como he dicho, ahora vas a trabajar para mí. Serás mi asistente personal, si podemos llamarlo así.
—¿Y qué es exactamente lo que quieres que haga como tu asistente personal, Señor Morde? —preguntó Violeta poniendo los ojos en blanco, algo que Jack ignoró.
—Solo harás algunos trámites para mí, me traerás comida cuando esté muy ocupado, me acompañarás en las reuniones, ese tipo de cosas —explicó.
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