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Capitulo 28: Monje Gu

Wen Kexing le dirigió una mirada fría y luego dijo con voz venenosa: —¿Qué te hace pensar que puedes interferir en mis asuntos?

Su tono era inusualmente cruel, lo que tomó por sorpresa a Gu Xiang; abrió mucho los ojos y saltó del techo.

Ella comenzó a seguir a Wen Kexing desde que era pequeña y sabía que si bien él se tomaba muy en serio los asuntos importantes, eso no significaba que no se permitiera bromear.

Para Gu Xiang bromear con él era una práctica frecuente y nunca había mostrado ninguna desaprobación, por lo que no entendía de qué se trataba esto.

Gu Xiang lo examinó con cautela. Habló con voz suave: —Maestro, esto...

Wen Kexing guardó silencio, luego inhaló después de un buen rato, todavía sintiéndose increíblemente irritado.

Se inclinó casualmente en la ventana para disfrutar del viento frío y le dijo a Gu Xiang con voz suave: —Dime, de acuerdo a lo que tú crees, ¿Aparentemente no estoy interesado en absoluto en las mujeres y sólo puedo acostarme con hombres guapos y dañar a los que no son atractivos? ¿Acaso no puedo tener un amigo o dos para hablar?

No tenía la intención de asustar a Gu Xiang, pero la niña no tenía idea de lo que quería de ella, por lo que sólo se aterrorizó.

Ella tartamudeó: —Sí, Maestro. Me equivoqué.

Todo lo que Wen Kexing estaba a punto de decir, se lo tragó una vez que vio la mirada perdida de Gu Xiang. Hablar con ella era una tarea difícil ya que no estaban en la misma sintonía.

De alguna manera, sintió una cantidad acumulada de tristeza en sí mismo; en estos días, todo el que lo rodeaba le tenía miedo o pensaba que era un loco obstinado.

No muchos se habrían sentado con él junto al fuego de esa manera, lo habrían escuchado cantar fuera de tono de esa manera o habrían hablado con él sobre viejas historias que sólo él podía entender.

De repente preguntó: —A-Xiang, ¿Crees que estoy loco?

Gu Xiang estaba aturdida y lo miró vacilante. Al ver la apagada calma en su rostro, sin ningún rastro de ira, asintió nerviosamente. Wen Kexing se volvió y se burló.

Después de pensarlo un poco, Gu Xiang agregó: —Te seguiré aunque lo estés.

—¿Y por qué quieres seguir a un loco?

Gu Xiang hizo todo lo posible por formular sus pensamientos. Incluso cuando era una niña, se negaba a estudiar, y el hecho de que nadie la obligara a hacerlo había sido una mayor alegría para ella; así que lo que sabía ahora era muy poco.

En este momento, se dio cuenta de que tener algún tipo de educación era útil después de todo, ya que tenía muchas cosas que quería decir y no sabía por dónde empezar.

Al final, ella soltó: —A quién le importa si estás loco, todavía creo que eres mil veces mejor que los demás.

Wen Kexing la miró. Después de un rato, una sonrisa se extendió por su rostro.

Ante esa sonrisa que parecía llevar soledad, Gu Xiang tuvo una sensación punzante en su interior, por lo que continuó sin restricciones: —Maestro, creo que... en realidad eres una gran persona.

Wen Kexing se rió a carcajadas y asintió con la cabeza: —Bien. Después de toda esa mierda, finalmente hablas la lengua humana de nuevo". Luego abrió la ventana y saltó afuera.

Gu Xiang preguntó: —Maestro, ¿A dónde vas?

Wen Kexing agitó los brazos: —Ye Baiyi no es del tipo confiable, su rostro pálido sólo puede significar problemas. Voy a ver cómo le está yendo al pequeño tonto Zhou contra ese hombre, estoy preocupado por él.

Desapareció antes de que Gu Xiang pudiera responderle.

Después de volver a sus sentidos, finalmente se dio cuenta de quién era el "Pequeño tonto Zhou" y se iluminó mientras murmuraba: —Ahora finalmente sé cómo es mentir sin siquiera parpadear. El pequeño tonto Zhou... pequeño tonto... si él es realmente eso, entonces yo soy la chica más estúpida de la Tierra.

Tal vez fue desafortunado que nadie la hubiera escuchado, de lo contrario habría recibido un comentario al respecto; podría verlo sólo como una broma autocrítica, pero definitivamente había algo de verdad en sus palabras.

Ye Baiyi no le dijo a Zhou Zishu el propósito de salir a medianoche. Con su qinggong a la velocidad del rayo, era como si estuviera volando más allá de la sombra.

Zhou Zishu se dio cuenta con asombro de que si el otro hombre no lo estuviera esperando intencionalmente, entonces lo habría dejado en el polvo hace mucho tiempo.

Se persiguieron el uno al otro durante un largo período de tiempo antes de que Ye Baiyi se detuviera, con las manos detrás de la espalda y su perfil frente a Zhou Zishu.

Este último no tenía idea de por qué lo había llevado a esta intersección vacía, pero tenía una suposición. Se paró a unos pasos, examinando al hombre en silencio.

Ye Baiyi no dio más detalles, dejándolo a su escrutinio. Este hombre tenía una estatura robusta y generalmente cuando alguien vestía de blanco, llevaba un aura etérea, una elegancia inigualable, y una predisposición frívola y pretenciosa; o en su defecto, aparentaría que parte del peso físico en su cuerpo se había encogido un poco, pero este no era el caso con Ye Baiyi.

Durante la noche, parecía una antigua estatua de Buda, y por alguna razón, Zhou Zishu tenía la sensación de que el arma del hombre tenía que ser una espada muy pesada para complementar su postura inquebrantable.

Después de un largo rato, Ye Baiyi preguntó: —¿Qué has descubierto?

Zhou Zishu se sobresaltó, finalmente pudo determinar por qué emanaba un sentimiento distante.

Bajó la cabeza: —Por favor, perdona los terribles ojos de este joven, te he faltado el respeto en los últimos días.

Ye Baiyi, después de un momento de silencio, repentinamente golpeó el hombro izquierdo de Zhou Zishu con un movimiento brusco y brutal; realmente no había posibilidad de razonar con él.

Zhou Zishu, alarmado, voló a varios metros para esquivar. Ye Baiyi fue tras él inmediatamente, con las mangas acampanadas.

Tenía la intención de bloquear todos los puntos importantes de acupuntura en su cuerpo.

Zhou Zishu había dicho que el estilo de artes marciales del otro se inclinaba hacia la forma "Ruda", y como él mismo había perdido la mitad de su fuerza central, no podía arriesgarse a una confrontación directa.

Inicialmente utilizó su qinggong avanzado para evadir, pero luego descubrió que había sido un error.

El ataque de su oponente estaba en todas partes al mismo tiempo y él no tenía la capacidad para mantenerse más tiempo en el aire de esa manera.

Como una solución extrema, pateó las muñecas de Ye Baiyi.

Ye Baiyi no se sorprendió y agarró su pantorrilla. Zhou Zishu giró su cuerpo y usó esa fuerza para deslizarse y caer suavemente al suelo.

Cuando sus pies tocaron la tierra, su expresión cambió y habló con voz lenta y profunda.

—¿Qué es lo que quieres?

Ye Baiyi detuvo su ataque. Después de juzgarlo, dijo: —La Canción Encantada Qin Song fue una vez discípulo de ese maldito anciano, siendo expulsado de la secta por su inutilidad. En realidad, aún conservaba cierta capacidad de tocar los instrumentos de su maestro, pero todo su cultivo fue destruido con tu canción así como así. Primero pensé en cómo este mundo ya había dado a luz a una descendencia tan peligrosa, pero resulta... Oye, bribón, usas una espada látigo, ¿Verdad?

Los ojos de Zhou Zishu se agrandaron cuando dio medio paso a un lado, sus manos instintivamente se retrajeron en sus mangas.

La intención asesina que había estado enterrada durante mucho tiempo resurgió en él; esta era la primera vez que estaba en el tipo de situación en la que no podía medir con precisión la capacidad de su oponente, pero el otro hombre lo conocía demasiado bien.

Al ver eso, los labios de Ye Baiyi se curvaron en una sonrisa rígida y burlona: —Si quisiera hacerte algo, ¿Realmente crees que todavía podrías quedarte allí y hablar conmigo? Las habilidades de qinggong que acabas de demostrar pertenecen a la única rama "Sin límites, sin rastros". Tu shifu es el antiguo Lord de Si Ji, Qin Huaizhang, ¿No? Mn, cuando se trata de tener una mente pequeña, ustedes dos realmente son pájaros de la misma pluma.

Zhou Zishu respondió con frialdad: —Eres una figura muy respetada en esta escena pugilista, Monje Gu, pero mi maestro falleció hace mucho tiempo. Este joven no te permitirá manchar su reputación, incluso si eso significa tratarte con descortesía.

Ye Baiyi se sorprendió y gritó: —¿Qué? ¿Qin Huaizhang está muerto?

Zhou Zishu no tuvo la oportunidad de responderle.

La mirada de Ye Baiyi se atenuó con su expresión un poco perdida para luego bajar la vista.

—Por supuesto, han pasado tantos años... ha pasado tanto tiempo, que yo... ya no sé nada... las cosas han cambiado, incluso Qin Huaizhang ha dejado de existir.

Zhou Zishu lo examinó con el ceño fruncido. Al descubrir que el otro hombre no albergaba mala voluntad y simplemente estaba hablando crípticamente, se relajó.

Estaba seguro de que la persona ante él era el Monje Gu de la Montaña Changming de las leyendas, pero no tenía idea de cómo había logrado mantener su aspecto juvenil a lo largo de los años.

¿Quizás los rumores de que había alcanzado la inmortalidad eran ciertos después de todo?

Ye Baiyi extendió su mano: —Déjame ver tu espada.

Al no haber ningún movimiento por parte de Zhou Zishu, su tono se volvió impaciente.

—¿Crees que no he visto esa cosa? Fue un regalo de mi parte para tu shifu en ese entonces y nadie se molestará en robártela. Así que ¿Por qué no puedo echarle un vistazo? ¡Qué discípulo tan incompetente tiene Qin Huaizhang!

Fue entonces cuando Zhou Zishu recordó que la palabra "Baiyi" estaba tallada en su espada. Una vez pensó que era una especie de lema misterioso, pero resultó que era el nombre de este hombre.

Su rostro se volvió hosco y se sintió increíblemente incómodo; involuntariamente, bajó la cintura y palpó un poco antes de sacar una impresionante espada látigo. Se lo dio a Ye Baiyi.

Ye Baiyi echó un rápido vistazo a la piel cetrina y desnutrida de su mano.

Él frunció el ceño, escudriñándolo mientras recibía el arma: —Siempre andando por ahí con un aspecto tan repugnante. Odio eso sobre ti y tu shifu.

Zhou Zishu no se molestó en devolver el insulto. Maldito viejestorio, pensó. Ye Baiyi sostuvo la espada látigo en sus manos.

El arma, llena de su energía central, comenzó a endurecerse y vibrar un poco, haciendo zumbidos. Una triste reminiscencia brilló bajo las largas y delgadas pestañas de Ye Baiyi.

Miró la espada "Baiyi" y pensó: todos mis viejos conocidos ya se han ido; al contrario, estos objetos aún perseveran y ahora están en manos de sus sucesores.

Se lo devolvió a Zhou Zishu después de un largo tiempo.

Zhou Zishu habló sin indicar sus verdaderos sentimientos: —¿Por qué me llamas aquí a esta hora, aparte de escrudiñar mis antecedentes? Ahí esta...

Fue interrumpido por el aterrizaje de la palma de Ye Baiyi en su pecho, tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar.

Si el otro hombre hubiera tenido la intención de matarlo, habría sido completamente incapaz de tomar represalias. Entonces dejó de hablar, su cuerpo se puso rígido.

Sin embargo, Ye Baiyi no hizo nada más que fruncir el ceño. Zhou Zishu sintió una suave corriente de poder central que se transmitía de la mano del otro hacia él, como si estuviera investigando dentro de su cuerpo.

Activados desde el interior, los clavos comenzaron a actuar de nuevo, lo que le hizo sudar frío.

De repente, el poder se multiplicó; la pequeña corriente se convirtió en un río, llenando sus meridianos medio marchitos.

Zhou Zishu sintió que los clavos se agitaron aún más por el incentivo desconocido; todo se oscureció ante sus ojos cuando se tambaleó hacia atrás.

Sin embargo, hubo una sombra de alguien apareciendo a sus espaldas, esa persona gritó: —¿Qué estás haciendo? —mientras atrapaba a Zhou Zishu en sus brazos.

Levantó una manga para golpear la mano de Ye Baiyi y con un "Oh", el hombre se enfrentó descaradamente a ellos.

Ye Baiyi entró en contacto con una fuerte energía demoníaca; eso lo sobresaltó y le dio a su pecho una sensación sofocada.

Wen Kexing estaba aún más desconcertado. Había utilizado la mayoría de su fuerza central en ese ataque, pero se encontró con un muro aparentemente imposible de penetrar.

Su agarre en la cintura de Zhou Zishu se tensó mientras se inclinaba un poco hacia adelante para cubrir al hombre en sus brazos y estabilizar su equilibrio.

Luego inspeccionó a Ye Baiyi, entrecerrando los ojos completamente desprovistos de alegría.

A Ye Baiyi, esa mirada le recordó a una víbora, terriblemente escalofriante y firmemente pegada a uno como un gusano capaz de roer los huesos.

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