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Capítulo 4: Sobrevivientes (1)

25 de Julio de 2021

Día 3

Me duele todo el cuerpo. El estrés dormir en el piso y la pelea de ayer han hecho que sienta todos los músculos engarrotados.

 Me levanto y empiezo a estirarme en un intento de aliviarlo, para mi poca sorpresa, veo a Rubén aun dormido, envidio lo poco que parece costarle dormir en esta situación, por otro lado, Santiago esta inspeccionando las cajas una vez más.

—¿Buscas algo? —le pregunto con un bostezo.

—Creí haber visto un martillo ayer entre estas cosas…

—También lo vi, pero debe estar en las cajas que dejamos en la oficina de al lado, ¿Te doy una mano?

—Si… gracias…

 

—Por cierto, ¿Por qué un martillo? ¿Es para usarlo como arma? —le pregunto intentando hacer platica mientras cada uno busca en cajas distintas.

—Asi es… ir con las manos desnudas me hace sentir muy indefenso, me quedo claro ayer cuando incluso con un mero busto metálico lograste vencer a esa cosa.

—"Vencer" no creo que sea la palabra correcta.

—En cualquier caso… se ha vuelto evidente que necesitamos como defendernos… y las armas contundentes parecen ser efectivas, al recibir suficiente daño sus movimientos se entorpecen… o esa impresión me dio ayer —encuentra el martillo al terminar su oración. No es muy grande, pero en sus pequeñas maños si lo parece.

—¿Y crees que eso sea suficiente? —no puedo decírselo en la cara, pero no estoy seguro de que tan efectivo será dada la… complexión del cuerpo de Santiago.

—Uniéndolo con esto… —toma una barra de metal y pega el martillo a la punta con mucha cinta y trapos—, puedo compensar mi fuerza con el principio básico de las palancas.

—No sé yo si aguante más de un golpe —señalo la unión improvisada que no se ve muy estable.

—Es mejor que nada.

—Buen punto, podemos buscar como mejorarlo después.

Volteo a ver la caja de donde salió, quizá pueda usar algo de ahí, el busto que use fue efectivo pero no muy práctico.

—¿Por qué elegiste el martillo estando esto aquí? —le pregunto sorprendiendo mientras alzo un hacha mediana que parece haber salido de un kit de acampada profesional.

—Bueno… es muy pesada para mí… y no podría pegarlo a la barra para sacarle más provecho.

—Cierto… pero dejarla de lado sería un desperdicio, si no la quieres yo me quedare con ella —le digo mientras la observo a fondo. Tiene un buen mango, el material se ve resistente y tiene tanto un lado afilado como otro contundente —con esto, los tres ya…

El suelo bajo nuestros pies empieza a temblar agresivamente, mi corazón se para un instante al ver la ya débil estructura del edificio agrietándose. Solo dura unos segundos, ni siquiera nos da tiempo a reaccionar, pero nos hace palidecer del susto.

—No sabía que temblaba por aquí… —murmuro nervioso.

—No debería … pero explica unas cuantas cosas… —responde Santiago viendo las grietas que se extienden por el lugar.

Preocupados por Rubén vamos a donde esta… solo para encontrarlo completamente dormido, ya no sé si quisiera o no tener ese sueño tan pesado.

—Despierta —le digo mientras lo sacudo con bastante energía—, tenemos que aprovechar la luz del día.

—¿Qué hora es…? —murmura somnoliento para luego dar un bostezo que retumba en todo el lugar.

—Ya hace tiempo que amaneció… pero sin alguna fuente de luz artificial necesitamos aprovechar el sol —dice Santiago.

—No puedo creer que puedas dormir tan bien en una situación asi, ni un temblor te hizo despertar.

—¿Un qué? ¿En serio? —pregunta viendo en todas direcciones percatándose de las grietas que antes no estaban.

—Fue corto… pero es preocupante lo débil que es este lugar —añade Santiago.

—Oh, me había olvidado de esa hacha… se la planeaba dar a uno de los dos —dice Rubén mientras se levanta cambiando el tema—, ahora nos faltan armaduras.

—¿Armaduras? —lo cuestiona Santiago desconcertado.

—Claro, no sirve de nada atacar a los zombis si no nos podemos defender de sus colmillos y garras.

—Si… pero creo que será difícil encontrar una tienda de armaduras abierta a esta hora —le respondo sarcásticamente.

—Con esto será suficiente por ahora —se acerca a una caja con ropa y empieza a enredarse playeras en el brazo imitando lo que hice ayer—. Adelante, muérdanme.

—No lo haremos… eso esta sucio —responde Santiago con cara de asco.

—Como quieran —acto seguido muerde su propio brazo, parece hacerlo con bastante fuerza, por lo que al terminar sonríe victorioso —nada de nada, no sentí nadita.

—Podría funcionar…

—Los dientes de esas cosas son como cuchillas —dice Santiago—, no creo que la tela haga mucho contra eso.

—Puede que no sea perfecto, pero como mínimo es una buena ayudadita ¿Verdad Marcos?

Me quedo pensando antes de responder, realmente no es la mejor opción, pero tendremos que salir afuera tarde o temprano. Para ello será mejor prevenir antes que lamentar.

—Si usamos la tela y la recubrimos con alguna otra cosa… quizá podría ser más útil —sugiero mientras observo a nuestro alrededor sin encontrar nada que encaje con mi idea—, pero antes de pensar en ello, debemos pensar en un objetivo, un plan, y creo que la comida es una prioridad.

—Vayamos a la cafetería, debe haber comida ahí —menciona Rubén sin pensárselo mucho.

—No lo creo… —replica Santiago pensativo—, tras tres meses la comida fresca debió haberse perdido y lo no perecedero probablemente ya fue saqueado, después de todo, la cafetería debió ser la primera idea de la mayoría.

—Tengo las llaves de mi dormitorio… —exclamo al encontrarlas en mis bolsillos—, no esta tan lejos y teníamos bastante comida enlatada, en principio la única otra persona que sabe de ella y que tiene otra llave es mi compañero de cuarto, pero no perdemos nada en ir a echar un vistazo.

—Es una buena idea hermano, no muchos viven en los dormitorios… asi que no muchos pensarían en ese lugar.

—Incluso podríamos revisar otras habitaciones, no creo que sean los únicos que tuvieran víveres —añade Santiago.

—Entonces está decidido, vamos a la habitación de Marcos —Rubén se levanta y empieza a tomar sus cosas.

—Espérate, espérate —lo detengo al instante—, primero necesitamos un plan, también agua para el camino y algunas mochilas o maletas para traer la comida si es que encontramos.

—Tienes razón, en principio los dormitorios no están lejos, pero no sabemos con qué nos encontraremos allá afuera…

—Cierto, cierto, me deje llevar, es que será nuestra primera salida, es como el inicio de nuestra aventura —exclama emocionado.

Me es difícil seguirle el paso, siento como si no se tomara esto en serio… estamos por salir al exterior donde hay muchos de esos petrificados inmortales y lo ve como un juego, aunque… de alguna extraña manera es reconfortante, su ignorante valentía me hace sentir un poco más confiado.

Nos cubrirnos de trapos y playeras, principalmente en brazos y piernas, áreas de donde nos pudieran lastimar con facilidad. Usar tantas como para soportar una mordida es impráctico por lo que terminamos por solo usar pocas… no protege mucho pero al menos nos brinda un poco de paz mental.

 

Después de un rápido viaje al arroyo llenamos varias botellas de agua y empacamos lo esencial en un par de mochilas que había entra las cosas que encontramos. Santiago intenta ocultar su miedo pero sus manos tiemblan una vez que es hora de salir, yo no me encuentro mejor, solo usando Respiración Zen de manera constante puedo mantenerme en calma, mientras tanto, a Rubén se le ve muy seguro de sí mismo, parecía estar viendo el horizonte frente a nosotros como una verdadera aventura, por lo que no puedo evitar soltar una pequeña risa.

—¿Qué pasa? —me cuestiona Santiago preocupado.

—Nada... solo… enserio que tengo miedo, pero ver la cara de emoción de Rubén me da risa… tanto que olvide el miedo por un momento — pongo mi mano en su alto hombro—. Sabes que, tienes razón, tenemos que ver esto como una aventura… una en la que nos jugamos la vida… pero una aventura al fin y al cabos.

Rubén me devuelve la sonrisa y voltea de nuevo al frente.

—¡¡A la carga hermanos!! —grita a todo pulmón.

—¡Shhhhhh! —ambos lo callamos con pánico.

—No grites, esas cosas son sensibles al ruido —lo regaña Santiago.

—Cierto, cierto… —contesta en voz baja con una sonrisa.

 

En cuestión de minutos el camino hacia los dormitorios se convierte en una marcha lenta y silenciosa, inclusive la positividad de Rubén se ve diezmada ante el inquietante paramo al que nos enfrentamos: Todo lo que alcanzamos a ver a nuestro alrededor ha sido engullido por la petrificación. Los árboles han sido sustituidos por enormes esculturas de piedra que solo asemejan levemente su forma, mientras que cualquier rastro de animales, plantas o incluso tierra ha desaparecido, lo único que queda es un mundo de piedra

Vigilamos en todas direcciones antes de dar cada paso, escondiéndonos tras las esquinas y evadiendo a cualquier petrificado por más lejos que este, aferrándonos a nuestras armas con la esperanza de no tener que usarlas.

 

Con la mitad del camino a nuestras espaldas, esa sensación ominosa empieza a desaparecer conforme ganamos confianza en nuestros pasos y en nuestra… "formación", la cual, instintivamente adoptamos con Rubén defendiendo la retaguardia, Santiago vigilando nuestros costados y yo dirigiendo al frente.

No es que me guste tener que estar a la cabeza en esta situación, pero al vivir en los dormitorios estoy más familiarizado con las rutas más cortas.

—Cuidado donde pisan… —les susurro mientras avanzamos cerca de una pared repleta de ventanales rotos y afilados, a la vez que mantenemos la distancia de la considerable caída a nuestra izquierda.

Asi como en algunos lados el suelo se levantó varios metros creando muros que frenan el paso, en otras partes aparecieron socavones realmente profundos en los cuales caer conllevaría un par de huesos rotos como mínimo. No sabemos el cómo ni el porqué de estos cambios en el terreno, pero contribuyen a que el paisaje a nuestro alrededor sea aún más aterrador.

—Quizá podríamos tomar un pequeño descanso… —sugiere Santiago con una respiración pesada—, tanta tensión me agota… y al menos aquí no estamos tan expuestos, tenemos los salones a un lado y el socavón del otro.

—Creo que tienes razón, deberíamos aprovechar para respirar un momento —respondo mientras me quito el peso de la mochila un momento, ha sido un trayecto más largo del que pensamos al tener que desviarnos cada vez que vemos una de esas cosas a lo lejos o simplemente el camino es inaccesible—. Será mejor revisar bien los alrededores, sabemos que tras nosotros esta despejado pero…

Me acerco hasta la esquina frente a nosotros solo para cerciorarme, sin embargo, al asomarme solo unos centímetros me veo a escasos metros de un petrificado. Tenso todos mis músculos y aguanto la respiración solo con el afán de no hacer ninguna clase de ruido.

—¿Todo bien Marcos? —pregunta Rubén intrigado por mi comportamiento— ¿Hay…?

—Shhh… —lo calla Santiago con nerviosismo al comprender mi lenguaje corporal.

Con todo el cuidado que me es posible tener, empiezo a retroceder un paso a la vez, deseando que el petrificado no nos haya escuchado hablar, pero como si del cliché de una mala película de suspenso se tratase, rompo el silencio al pisar un cristal… el más ruidoso que alguna vez haya escuchado romperse.

Mis ojos se clavan hacia el frente, preparándome mentalmente para ver al petrificado sediento de sangre correr hacia mi… pero no aparece.

—Todo bien… —suspiro de alivio—, podemos retro…

De la nada, lo que quedaba de una de las ventanas a nuestra derecha se hace pedazos, seguido del aberrante alarido del petrificado que salto a través de ellas.

 Santiago cae al suelo del susto ganándose su atención, por lo que se convierte inmediatamente en su objetivo. Esa cosa salta hacia él, sin embargo, es detenido en seco por un golpe de la maza de Rubén, haciéndolo retroceder en mi dirección. Empuño mi hacha con fuerza y lo golpeo en la cara con el lado contundente, logro hacerlo trastabillar, pero también me convierto en el nuevo objetivo de su rabia.

El petrificado se abalanza hacia mi abriendo su enorme mandíbula, asi que sabiendo sus intenciones interpongo mi brazo derecho recubierto de mucha tela como protección. Siento la presión que ejerce su mordida, no obstante, no siento sus colmillos atravesar mi piel.

Rubén toma su maza y de un solo bateo me lo quita de encima haciéndolo caer hacia el socavón, pero lo hace con tanta fuerza y de manera tan repentina, que en el proceso el petrificado me arranca toda la tela y se la lleva entre sus dientes.

—Lo siento Marcos, en verdad lo siento —se disculpa mientras me levanto al darse cuenta que con tan súbito jaloneo me lastime el hombro—, no pensé bien y… ¡¡¡Cuidado!!!

Aun no logro reincorporarme del todo cuando algo me embiste por la espalda, llevándome al suelo y estrellándome la cabeza contra el concreto.

Todo se vuelve confuso…

Siento como algo me aplasta dejándome sin aire.

Escucho mucho alboroto pero no logro entender nada de lo que está pasando…

El peso sobre mi desaparece…

La sensación de dar vueltas no lo hace…

—¡Marcos! ¡Marcos! —escucho a Rubén gritar mi nombre mientras siento palmadas demasiado fuertes en mi mejilla.

—Sin la "s"… —le replico en voz baja a la vez que abro los ojos y vuelvo en mi—, y… no grites.

No sé en qué momento me movieron, pero ahora estoy recargado contra la pared. Al intentar ponerme de pie me atraviesa un dolor punzante que solo es superado por la sensación de mi cráneo a punto de partirse en dos.

—¿Me mordió en la espalda…? —pregunto al reconocer la sensación.

—Te aruño cuando…

—Tenemos que irnos de aquí rápido —interrumpe Santiago muy nervioso.

—Marcos no está bien, no podemos solo arrancar y llevarlo en este estado.

—Hicimos mucho ruido ¡Tenemos que irnos ya! —insiste con miedo—. ¡Ya está mejor! Ya reacciono, hay que irnos.

—¿¡Que parte de él piensas que está bien Santiago!? —refuta Rubén con enojo—, ¡Ten tantita madre!

Santiago se queda paralizado, escucharlo molesto es realmente intimidante y poco frecuente.

—Cállense los dos… —los silencio mientras lucho por mantenerme de pie sosteniéndome de Rubén y de la pared—, no tiene caso… quedarnos hasta que me… sienta mejor… hay que… huir de aquí antes de que lleguen… más.

Por alguna razón ambos me miran con mucha preocupación mientras hablo.

—Está bien, pero apóyate en mi —responde Rubén mientras pasa mi brazo izquierdo sobre sus hombro—, Tiago, toma su mochila.

Empezamos a caminar con una mezcla de prisa, cuidado y angustia que está empezando a volverse la norma.

 

Buscamos la entrada del edificio mientras nos mantenemos atentos a los alrededores. Una vez dentro, Rubén se adelanta para despejar el área, por lo que nos mantenemos unos metros detrás, Santiago aferrado a su martillo intentando no temblar y yo apoyándome con la pared…

 Quizá subestime ese golpe…

Subimos hasta el tercer piso para que las escaleras les dificulten el paso a los petrificados, no parecen tener la coordinación necesaria para lidiar muy bien con ellas.

Una vez fuera de peligro Rubén me da una mano e insiste en que descanse en una de las bancas, a lo que me recuesto sin discutir…

Todo me sigue dando vueltas…

—Alto… no… —mascullo tras casi caer dormido en cuestión de minutos—, debo mantenerme despierto.

—Pero… es mejor que descanses —replica Rubén con preocupación—, ya no pareces estar sangrando, pero fue un golpe muy fuerte…

—No… —me levanto apretando mis sienes en un intento de apaciguar el dolor—, ante una posible contusión… uno no debe dormir…

—No hay evidencias concluyentes de ello —añade Santiago desde la puerta sin voltear hacia nosotros, se mantiene vigilando los pasillos de manera casi compulsiva.

—¿Concluyentes? —lo cuestiona Rubén—, ¿¿Sabías de la posibilidad de que sea peligroso y te mantuviste callado??

—No, no… él tiene razón —digo en un intento de calmarlo—, solo no quiero arriesgar a que esto empeore… ni siquiera estamos en un lugar seguro como para tomar un descanso…

—Me encargare de que nada te pase, tu descansa —insiste con la voz afligida.

Probablemente tanta preocupación por su parte sea más a causa de un sentimiento de culpa que otra cosa… pero independientemente de ello no puedo darme el lujo de convertirme en un carga… si la noche nos alcanza aquí estaremos encerrados.

Conmoción cerebral: mareo, dificultad para concentrarse, fatiga, dolor…

Creo que cumplo con el cuadro clínico... pero debe ser leve… mi memoria y mi cognición siguen bien… me podre dar el lujo de descansar cuando estemos de vuelta en el refugio.

—¿El petrificado me aruño en la espalda? —pregunto al notar una incomodidad.

—Si… —me responde un poco extrañado—, con sus garras, cuando te embistió.

—Entiendo… —suspiro con desanimo, puedo intentar ignorar el golpe en la cabeza pero no las heridas que deben estar empezando a petrificarse.

 

Tras una breve descanso intentando que no me gane la somnolencia los demás síntomas como el mareo y la desorientación se desvanecen, por lo que retomamos nuestro camino pese a la oposición de Rubén, solo con la condición de cambiar nuestra "formación". En pocas palabras intercambiamos posiciones él y yo, no me quejo, asi puedo ahorrarme el estrés de ir a la cabeza.

 

—Sera difícil subir allá arriba —señala Rubén una vez que alcanzamos nuestro destino.

El dormitorio del campus no es muy grande pero si muy eficiente y compacto. En el primer piso se encuentran las duchas, una sala de estar comunitaria y un almacén de los de mantenimiento, en el segundo y tercero las entradas a las habitaciones se extienden a lo largo de un estrecho pasillo exterior como un complejo de departamentos.

—Sabía que el lugar no tenía los mejores cimientos, pero esperaba que fuera más resistente dado que es donde los estudiantes vivíamos —digo viendo como la mitad de la estructura se redujo a escombros, todo lo que estaba sobre la sala de estar comunitaria se vino abajo… incluidas las escaleras.

—¿Dónde estaba tu habitación…? —pregunta Santiago temiendo saber la respuesta.

—Por suerte en la mitad que sigue en pie.

—Dios aprieta pero no ahorca —añade Rubén en un intento de tono positivo.

—Ahora… ¿Cómo subimos? —pregunto en espera de alguna buena idea.

—No creo que sea tan difícil, he aprendido bastante parkour, alcanzar a subir un muro como ese no es nada del otro mundo, estando arriba puedo darles una mano asi como en el refugio —sugiere con una sonrisa flexionando sus bíceps.

—Está mucho más alto que aquel lugar… —señala Santiago—, son unos tres o cuatro metros y esta vez no tenemos algún escritorio para subirnos sobre él.

—Primero hay que intentarlo, no perdemos nada.

—Perdemos tiempo y nos exponemos.

—No seas tan negativo Tiago.

—No lo soy, solo estoy siendo realista.

Ambos se enfrascan en una discusión sin objetivo que, sumado a la jaqueca que aún persiste, no me ayudan para pensar en alguna solución. Recurro a la Respiración Zen como último recurso para evadir el dolor, su discusión y demás distracciones.

 

Nueva habilidad Aprendida

Concentración Profunda – Te aíslas mentalmente para enfocarte

 

Nueva habilidad Aprendida

Pensamiento Lateral – Procesas soluciones y alternativas de manera simultánea y creativa

 

Dos ventanas emergen una sobre otra. Hace tiempo que no me aparecía alguna por lo que me toma unos segundos procesarlo.

—¿Marcos? —Rubén me toca el hombro devolviéndome a la realidad— ¿Estas bien?

—Sí, sí, dame un minuto.

Activo estas dos nuevas habilidades al mismo tiempo, mi mente pasa de 0 a 100 en un segundo con muchas ideas apareciendo y desapareciendo de manera consecutiva. Es como si hubiera recibido un shot de cafeína directamente en el cerebro.

—¡Lo tengo! —exclamo sorprendido de mí mismo tras un par de minutos—, solo tenemos que…

—¿Seguro que estas bien? —insiste al ver como dejo mi oración a la mitad, interrumpida por una expresión de dolor en mi rostro a causa de la jaqueca que escalo en intensidad momentáneamente.

—Si, ya estoy bien… creo —le restó importancia para no preocuparlo ni a él ni a mi—. Rubén, ¿Podrías alcanzar el borde explicándome paso a paso?

—Si… —asiente intentando descifrar mis intenciones.

—¡Oh! Esto tiene que ver con tu habilidad de aprender cosas, ¿No? —pregunta Santiago dando en el clavo.

—Exacto, si pudiera imitar a Rubén solo haría falta ayudarte a subir a ti entre los dos.

—¡Oh! ¡Eres un genio Marcos! —exclama mientras corre hacia el muro.

De manera frenética me da explicaciones no muy detalladas, centrándose más en poner el ejemplo: Salta y apoya un pie en la pared con la suficiente fuerza como para tomar un segundo impulso que le permite alcanzar mucha más altura.

Nueva habilidad Pasiva Aprendida

Trepa Muros – Superas alturas de 3 metros con facilidad usando parkour

 

De inmediato pongo a prueba la habilidad, sin embargo, no alcanzo el borde, me quedo corto por una distancia considerable.

—Casi… —exclama Rubén viéndome desde arriba.

—¿Crees que podrías darme una mano para subir cuando me acerque al borde?

—Obvio que puedo —responde alardeando de sus músculos.

—Entonces con eso será suficiente, asi que primero toma nuestras cosas —le digo mientras le lanzo las mochilas y demás.

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