—Greg Jensen dijo mientras tocaba inconscientemente el Alfier Porter que llevaba entre sus brazos.
De vuelta en el Pico de Nieve, si Alfier Porter no hubiera liberado de repente una gran cantidad de calor, probablemente se habría convertido en una escultura de hielo hace mucho tiempo.
Por lo tanto, se volvió cada vez más curioso, Alfier Porter, aun siendo un huevo, poseía la habilidad de contender con el Dios del Hielo.
¿Quién sabía cuál era su verdadera forma? Si eclosionaba, ¿no sería aún más asombroso el poder destructivo que mostraría?
—¡Esta vez realmente había tropezado con un tesoro! Esperaba que este pequeñín rompiera su cascarón pronto —pensó Greg Jensen.
Greg Jensen apartó sus pensamientos caóticos y caminó hacia el lado del Lobo de Guerra, mirándolo desde arriba.
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