—¿Qué, crees que no estoy cualificado en algún aspecto, señorita? —Yang Chen parpadeó y rió quedamente.
—Joven Maestro, mi tiempo es limitado. Los alquimistas que vinieron aquí para refinar elixires todos piensan que sus elixires tienen un gran valor, pero ¿qué clase de persona es nuestro Anciano Wen? No puedes simplemente verlo cuando quieras. Realmente te tienes en demasiado alta estima —Lin Fang bufó.
Yang Chen se encontraba en un poco de dilema.
Vino al Comercio Corazón de Píldora con la intención de usar sus materiales para refinar una píldora para su propio uso. Pero ahora que había llegado, nadie lo reconocía.
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