William Cole también estaba conmocionado. ¿El brazo del Kirin era tan aterrador que podía resistir un ataque de un Gran Maestro?
Esta vez, sus heridas no fueron tan graves como antes; sólo sintió un ligero entumecimiento en el brazo.
Sus piernas se hundieron en el suelo, totalmente debido a la aterradora fuerza del golpe de palma de Edward Blair, que lo impulsó con fuerza hacia la tierra.
William se levantó, se sacudió el polvo de las rodillas y revisó su cuerpo, sin encontrar lesiones. Finalmente comprendió lo formidable que era el brazo del Kirin.
—Muchacho, ¿tu brazo izquierdo es el brazo del Kirin? Sin él, no eres un Gran Maestro y no podrías soportar mi segundo golpe!
La cara de Edward Blair cambió impredeciblemente y lucía extremadamente fea.
—¿Cómo puede ser?
—¿La Ciudad Santa realmente te dio el brazo del Kirin?
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