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Capítulo 19: Que se joda... el alcohol... burp...

Brrrrrrr, hace un frío del demonio en este lugar. Los caballos avanzan con dificultad y lentitud sobre la helada nieve que se acumula en la quinta capa de El Abismo. Damas y caballeros, con ustedes los Valles Blancos. ¿Cansados de ciudades humanas aburridas? ¿De bosques inertes y cuevas grises y tristes que llevamos viendo por una temporada y media? ¡Entonces los Valles Blancos son para ustedes!

Hace tanto frío que no lo resistí más y compre la habilidad "Resistencia al frío" y la subí a nivel 10. Pero incluso así me estoy congelando. Si fuera un unicornio quizá podría tolerarlo más que la débil y delgada piel humana.

Por si fuera poco, nuestro ritmo de exploración ha sido bastante lento por las fuertes nevadas. En serio, ¿Cómo carajos puede haber corrientes heladas y haber hielo? ¿No se supone que entre más te adentres en la tierra, más calor hace por estar cercanos al núcleo terrestre? Ah sí, este mundo es uno de fantasía y el autor se puede sacar estos recursos del culo. Además, sí hay una explicación pero estoy tan cansada que me da flojera decirla ahora mismo.

—Majestad, la visibilidad es complicada y los caballos no podrán avanzar pronto. Sugiero detener la marcha hasta que todos se hayan recuperado—informa Norbert.

Arthur suspira y mira hacia los alrededores. Las luces de las antorchas no pueden permanecer encendidas mucho tiempo con estas condiciones climáticas, lo que ha dificultado mucho el avance. Incluso usando mi "Luz guía" potenciada es difícil ver a través de la nieve.

—Enciendan la luz verde. Acamparemos aquí—Arthur se baja del caballo y camina con dificultad hacia unos árboles. Todo el equipo le sigue mientras Julian se encarga de anunciar el momento del descanso. Uff, lo estaba necesitando, quiero tumbarme a descansar, pero sé que el suelo estará helado. Todos estamos padeciendo las calamidades del frio.

Aaaaah, ¿Qué clase de sitio es este? Uno de mis momentos favoritos en mi anterior vida era la nieve. Pero claro, no es lo mismo acostarse en tu habitación solitaria viendo la ventisca helada por la ventana mientras tus padres se hacen mierda en la casa a estar a la intemperie con nada más que una túnica y magia para calentarte.

—Carajo, odio este clima. Ni siquiera en la fase fría de El Abismo está tan helado como aquí—Sybil se abraza a ella misma.

—Es la primera vez que bajamos tan profundo. No puedo ni imaginarme que nos espera más allá de la quinta capa—concuerda Julian.

—Pues ya puedes irte preparando. Se supone que vamos a entrar en un entorno acuático—le recuerda Sybil.

—Nunca he visto un cuerpo de agua tan grande como el que relatan los registros, espero que sea divertido—reflexiona él.

—No venimos a pasear, tonto. Venimos a ayudarle a Arthur, ¿verdad?

Él termina de atar su caballo e ignora a Julian y Sybil para acercarse a mí. Ya me cansé de encender mi alerta de contacto masculino así que ya no me importa mucho.

—Déjame ayudarte con eso—Arthur tomando las riendas de mi caballo una vez que desciendo.

Je, je, je, no saben lo genial que me siento teniendo a un príncipe como mi servidumbre personal. Sybil parece apretar los dientes de frío y molestia.

—Oyeeee, ¿no me ayudas también?—pregunta poniendo una cara de niña indefensa.

—Claro, lo haré enseguida—responde tomando también el caballo de Sybil.

Ella festeja con un gesto de manos y me manda una mirada burlona. Ooooooh, ya entendí. Ella quiere esclavizar a Arthur y que solo la atienda a ella. Grrrr, las dos podemos jugar el mismo juego, maga de pacotilla.

Arthur termina de amarrar a los caballos y se dirige hacia la carreta de nuestro escuadrón para bajar las cosas con ayuda de Norbert. Sybil y yo corremos hacia ellos para extender las manos y tener la atención de Arthur.

—Me ayudaste con el caballo, déjame hacer lo propio con eso—mi rival habla primero.

—Que considerada, Sybil. Toma, puedes ayudarnos a cargar esta caja—Norbert le pasa algo que se ve pesado.

Ella cambia su expresión a una de fracaso y esfuerzo.

—Yo ayudar—digo esperando tener éxito.

—Ja, ja, vamos, te costaba cargar una cubeta con agua. No te preocupes, yo me haré cargo—Arthur solo revuelve mi cabello de forma amistosa y continúa con lo suyo.

Grrrr, estoy cayendo en picada con esto. Bien, es hora de cambiar la estrategia. Noto el montón de leña que está designado para encender una fogata. Sostengo los trozos de madera entre mis brazos y me apresuro a abrir un espacio entre la nieve donde colocarlo.

—¿Intentas encender fuego? No vas a llegar muy lejos si pones los troncos en un lugar húmedo como el suelo lleno de nieve—se burla Sybil luego de dejar la caja cerca del árbol de los caballos.

La ignoro y sigo escarbando con mis manos, buscando piedras con las que cubrir el suelo y poner la madera encima. Una vez hecho eso, solo me queda encenderlos en llamas. Estos tontos habitantes de El Abismo le echarían grasa y luego harían fricción para que enciendan, pero yo prefiero ahorrarme la molestia y usar mi magia.

¡Llamarada Nv. 10…

—Chispa—Sybil se apresura a lanzar un hechizo con su varita.

¡Aaaaaaah! ¡Maga de pacotilla! ¡Ya verás quien arde en fuego ahora!

—Increíble, ambas son veloces para trabajar en equipo. Felicidades—Arthur se acerca cargando un rollo de carne.

—Trabajar… ¿en equipo?—Sybil no luce muy de acuerdo.

—Iba a encender la fogata yo, pero les agradezco que se hayan tomado la molestia de hacerlo—vuelve a agradecer Arthur.

¡Me están haciendo compartir crédito! ¡Fue mi idea, héroe de pacotilla!

—¿Es eso lo que creo que es?—Julian parece notar la carne.

—¿Esto? Sí, un corte de faleton de alta calidad, conservado en sal de las minas de la segunda capa. Se merecen algo así por todo su esfuerzo—Arthur coloca el rollo sobre una caja.

—¡Tiene tanto que no comemos algo así de delicioso!—Julian no deja de babear.

—Y supongo que los adultos podemos darnos el lujo de beber este Vunche Sec—Norbert sostiene una botella de vino.

—Sí, también lo merecemos, ja, ja. Descuiden, hay cerveza de raíz para ustedes—Arthur giña un ojo.

—¡Hey! ¡Yo también quiero un poco de eso!—Sybil cambia el enfoque de su enojo y lo concentra en el vino.

—Cumple primero tus cuarenta cursos, y entonces podrás sentarte a beber con nosotros—indica Arthur.

—Ya qué, ya me acostumbré a la cerveza de raíz—Julian se lamenta.

Grrrr, yo también soy una adulta y quiero hacer valer mis derechos ciudadanos. Quiero tomar un poco de ese vino. Nunca bebí alcohol en mi vida, así que mi resistencia etílica debe estar por el sótano. Peeeeeero un traguito no me hará daño. Extiendo mi mano para pedir la botella, pero Norbert la alza aún más alto, dejándola fuera de mi alcance.

—No, Panqueque, eres la más joven—añade Arthur.

Buaaaaaaah. Quédense con su cochino vino, yo puedo saborear mi comida con pura cerveza de raíz… dulce… avainallada… ugh…

—Además, quiero que este descanso sea especial. Llevamos mucho tiempo en la expedición y no hemos tenido tiempo para nosotros. Los necesito sobrios.

Arthur se acerca al rollo de carne y lo empala. Acto seguido, se acerca a la fogata y lo coloca ahí para que se cocine.

 

•┈••✦ ۵ ✦••┈•

 

—Bien, puedo ver sus caras hambrientas. Esto tiene buena pinta—dice Arthur sin dejar de mover una cuchara de madera en la cacerola.

Mi estómago hace un vergonzoso ruido que tengo que disimular. La ventisca ha amenizado, pero todavía no estamos en condiciones de continuar. Para protegernos del viento, hemos cargado en cada carreta de escuadrones unas protecciones hechas con postes de madera y tela reforzada con cuero. Esas cosas se colocan en la periferia del campamento para hacer una especie de muro; es eficaz para evitar el viento y la nieve pero no para el frío.

—Y agradezco a Norbert por compartir conmigo sus secretos culinarios—continúa Arthur.

—Ha sido un placer, majestad.

Ah sí, Norbert cocina siempre. La comida que hace es exquisita, pero en esta ocasión fue Arthur quien quiso lucirse. Mientras sea comida sabrosa, me da igual quien la prepare.

—No puedo esperar para probar ese faleton añejado—Julian luce impaciente.

—¿Y que hay en el menú hoy, Arthur?—pregunta Sybil.

Arthur sonríe y gira la cuchara de forma habilidosa entre sus dedos para presentar el platillo.

—Un estofado caliente de faleton—contesta.

Algo sencillo pero que me está abriendo el apetito. Puse mucho ojo con la preparación mientras Arthur lo cocinaba. Primero, puso a sellar el faleton en el fuego. ¿Qué? ¿Qué no saben que es un faleton? Grrr, tendré que darles una clase express de biología abisal. Un faleton es un animal similar a una vaca o toro, pero la diferencia radica en su musculatura delantera; son criaturas relativamente dóciles pero poderosas para defenderse pese a que son muy domésticos.

Ah sí, la receta. Una vez que el rollo estuvo bien dorado luego de dar vueltas por un rato en el fuego, se recoge la grasa que soltó y se agrega a una cacerola para guisar vegetales bien raros que no existen en la tierra, pero son similares a zanahorias, papas y otros bulbos.

Ya que están blandos, Arthur añadió el faleton en trozos y luego desglasó la olla con un poco de vino. Después va el agua y un poco de crema de vaca para espesar y darle sabor. El resultado: una comida sabrosa y caliente que viene perfecta para este clima de mierda.

El faleton es famoso porque tiene mucha grasa intramuscular, por lo que es superior en sabor a los bovinos. Que se joda la wagyu y la carne Kobe. Como sea, estoy ansiosa por probarla, aunque me está preocupando la cantidad de calorías que tiene esa cosa…

—Bien, pónganse cómodos y les daré su cuenco—Arthur comienza a servir la comida.

Julian es el primero en recibir y probar el estofado. Los ojos brillantes que pone no hacen más que antojarme.

—¡Esto está delicioso!—confirma Sybil una vez que lo prueba.

Me toca el turno a mí. Sostengo el tazón de madera y con una mirada desconfiada llevo la cuchara a mi boca. Una mezcla de sabores ahumados y suaves me abruman de una manera que solo puedo comparar como con aquellas brochetas que Arthur me compró en el festival de la luz. Ñam, ñam, ñam, ¡buaaaaah! No puedo detenerme, esto es exquisito…

—Coman despacio, no va a irse a ningún lado—dice Arthur al vernos devorar el estofado.

Sí, sí, lo que digas. Ñam, ñam, ñam.

—Aquí tiene, majestad—Norbert abre la botella de vino y le entrega a Arthur una jarra.

Él y el señor héroe brindan y beben mientras comen. Grrrr, el maridaje del estofado y el vino debe ser bueno, malditos tramposos.

—Psss, Panqueque… ¿qué te parece robar un poquito de ese vino?—susurra Julian.

—Oye, imbécil, creo recordar que le juraste a Arthur no volver a robar—Sybil nos escucha e interviene en voz baja.

—Vamos, no es lo mismo, ya dejé esa vida atrás. Solo tomaremos un poquito a escondidas. Podrás probarlo también—se defiende.

Sybil lo piensa por un instante. Parece estar librando una pelea moral consigo misma entre aceptar o rechazar.

—Kgh… bien, no diré nada si me comparten—ella está de acuerdo.

—Bien, déjenmelo a mí—añade Julian.

Él se levanta hacia la carreta y finge servir cerveza de raíz para nosotros. Arthur parece sospechar algo, así que voltea su mirada para vigilarlo.

—¡Hey, Arthur! ¿Por qué no le contamos a Panqueque como nos conocimos todos?—Sybil se apresura a distraer a Arthur y Norbert.

—Mmmmh, creo que es una buena idea. Amenizar esta cena con anécdotas pasadas será agradable—él vuelve su atención hacia nosotros.

—¿Por qué no comienzas tú, Sybil?—propone Norbert.

Ella maldice en voz baja pero acepta en pro de la misión de hurto de vino.

—Bueno, lo haré por nuestra nueva compañera. Yo… soy una chica de origen noble. Mi padre, Ilbryen Bezin, era un comerciante importante en la primera capa. Por desgracia, algunas malas decisiones enviaron a mi familia a la bancarrota un tiempo. Yo estaba interesada en la magia y ciertamente mis aptitudes lo demostraban, así que me ganaba unas cuantas monedas en el distrito Aerilon haciendo shows callejeros de magia. Fue así durante un tiempo hasta que un joven de cabello castaño y elegantes ropas heroicas admiró con ilusión mi demostración. —Sybil le dedica una sonrisa generosa a Arthur—Luego de eso, ese chico se ofreció a ayudarme a entrar a la academia Vaumose. Para cuando la situación financiera de mi familia se estabilizó y yo me gradué, era la maga más poderosa del mundo. La iglesia del Dragón Negro reconoció mi talento de forma pública y me asignó al grupo del héroe. Un gran héroe.

Sybil relata su historia con nostalgia y una sonrisa leve. Ay, ¿y a mi qué? Ni que fuera su psicóloga. Volteo la mirada hacia Julian, quien ha terminado de servir las tazas con vino. ¡Sí, misión exitosa! Tiene una buena habilidad con las manos.

—Hey, bonita manera de relatarlo. Y siempre serás mi maga de confianza. —contesta Arthur—Y ya que regresas, ¿por qué no le cuentas tu historia a Panqueque, Julian?

Él se sobresalta pero acepta luego de entregarnos las jarras de vino.

—¡A la orden, jefe! Yo era un chico pobre de los barrios bajos en la segunda capa. Pertenecía a una banda de ladrones que no hacían más que causar problemas en las ciudades y asaltar comerciantes. Un día, el líder llegó con la noticia de que un carruaje real pasaría por la zona. Era nuestra oportunidad para hacernos con un buen botín, así que tomé mi lugar en la formación. Como era un arquero, esperé en lo alto de una colina la señal para iniciar el ataque a distancia, pero nunca llegó. Cuando quise bajar a investigar, Norbert me capturó de forma fácil y me llevó ante Arthur, quien ya había derrotado a mi pandilla con ayuda de Sybil y Norbert. El jefe estaba desconoció a todos ese día, incluyéndome. Todos fueron a parar a prisión y seríamos ejecutados pronto; sin embargo, Arthur decidió salvar mi vida perdonando mi crimen, alegando que en ningún momento disparé contra ellos. Me aceptó en su equipo y me dio una nueva oportunidad. ¡Por eso creo que es el mejor jefe!—Julian termina su relato con un sorbo de vino.

Para su desgracia, puede que no haya sido lo que esperaba, pues puedo ver su expresión sobresaltada en amargura y su esfuerzo por tragarlo y no escupir.

—Espero seguir siendo ese gran jefe que tanto admiras, Julian. —Arthur le da otro trago al vino como si nada—Te toca, Norbert.

Él deja su plato a un lado y se acomoda para contar la historia.

—Conozco al príncipe desde que éramos niños. Desciendo de una familia de caballeros reales que protegen al rey y la reina. Arthur y yo fuimos entrenados en lo más básico del combate por mi padre, quien lideraba las escoltas personales de cada miembro de la realeza. Con el tiempo, su majestad continuó su formación con el anterior héroe; yo por mi parte asistí a la academia Vaumose. Debo reconocer, con vergüenza y respeto, que sentía envidia del príncipe y su fuerza. Sin embargo, una vez que crecimos y viajamos juntos, me quedó en claro que sus ambiciones y deseos son los más grandes que haya tenido el honor de ver en este mundo. Es un gran amigo que estimo mucho, y quiero acompañarlo hasta que cumpla su misión en esta vida—afirma Norbert.

Mientras escucho su anécdota, le doy un trago al vino. ¡Mmmmgh! ¡Esto no sabe cómo me lo esperaba! Las películas me mintieron, ahí se lo toman como si fuera agua pero esta cosa está asquerosa. Sabe muy fuerte y como a madera, y me dejó seca la boca. ¡Que se jodan los taninos!

Sybil también parece haberse llevado la misma impresión de la bebida, pero ahora los tres estamos forzados a tomárnosla si no queremos ser descubiertos. Buaaaaaaah, ahora si preferiría la cerveza de raíz.

—Continúe usted, majestad—Norbert le cede la palabra a Arthur.

—Oh, cierto. Bueno, soy el primer príncipe de Asonas en esta generación. Cuando nací, adquirí el título de Heroe, así que siempre tuve que cargar con el peso de las expectativas de la gente. Fue difícil al principio, pero eventualmente conseguí lidiar con el ojo público y cumplir mi deber. Fui entrenado por el anterior héroe, quien ya era muy viejo y moriría pronto. Él… tenía ciertas creencias con respecto a El Abismo, pero murió sin poder comprobarlas. Un día quise hacerlo por él, pero acabé desatando una terrible emergencia que apenas pude contener. Desde ese momento, sus ideas y deseos se quedaron conmigo y aún los cargo. Quiero cumplirlos algún día, sería un buen descanso para él y para mi conciencia—relata sin mucho detalle.

Glup, glup, glup… Kgh… bueno, en compañía del estofado no sabe taaaaaan maaaaaal. De hecho, creo que está rico, ni sabe amargo… burp…

—Arthuuur, ¿por qué siempre omites esos deseos?—reclama Sybil.

Je, je, je. Habla chistoso ahora.

—Porque son un poco tabú… ¿te sientes bien?—pregunta él.

—Claaaaro, mejor que nunca—responde Sybil.

—Sybil… está ebria… igual que yo—comenta Julian.

Noooooo, tontos, lo están echando a perder todo. Arthur parece preocupado, así que se levanta en cámara lenta para acercarse a nosotros.

—Señoooor héroeeee… ¿qué magia está usando para parar el… burp… tiempo?—pregunto mientras me río.

—Panqueque… ¿acaso tomaron del vino?—Arthur se cruza de brazos y frunce el ceño.

—¿Cómo creees? Je, je, je, si yo borracha, no poder hacer esto—intento pararme de manos sin éxito.

Arthur alcanza a recogerme entre sus brazos y yo me río.

—Ya deja de usar magia de lentitud… ¡Julian, tú dejar de girar como trompo!—reclamo.

—Estás ebria, Panqueque. Todos ustedes.

—Ño.

—¿No? ¿Por qué no nos cuentas de dónde vienes, entonces?—pregunta él.

Tramposo, sucio tramposo.

—Sí. Yo ser caballito muuuuuy feliiiiiz. Y luego un balazo como en Sinaloa. Y después había muuuuchos animalitos en la granja, y yo me dormía en la pajaaaaa—río mientras lo cuento.

—Panqueque es una tontaaaa. ¿Cómo vas a haber sido un caballo?—exclama Sybil.

—Norbert, dales de comer a estos dos para que se les pase. Yo me encargaré de Panqueque—indica Arthur.

—Noooooo, Norbert, pásame la botella, voy a beber en nombre de ella—levanto mis manos.

—Andando—interrumpe Arthur.

Él me aleja de la fogata y se dirige hacia dónde vamos a dormir. Se asegura de llevar consigo un plato de estofado y agua.

—Supe que estaban robando vino desde que Sybil intentó engañarme, pero lo dejé pasar porque creí que no les haría daño una probada—se lamenta Arthur.

—Pues no nos hizooo. Dame más.

Él me sienta en uno de los troncos y comienza a alimentarme. Ñam, ñam, no deja de estar sabroso. Pero en serio me enoja que todo lo haga en cámara lentaaaaa.

—Bueno, aprovecharé que estás siendo muy honesta—dice Arthur.

—¿Pal´ delicioso? Yo nunca haber hecho eso, mijo, pero yo ser feliz si tú querer hacerlo—respondo con el rostro sonrojado.

—¿Qué? No. Quiero saber que eres exactamente. Quien eres en realidad—Arthur parece igual de avergonzado.

—Soy un caballitoooo, wiiiii.

Lo veo frustrarse un poco, pero lo luego sonríe.

—Bueno, caballito, esperaré pacientemente a que te sientas mejor—él me carga y me coloca en mi cama improvisada.

—No te vayaaaas, mi corazón es delicado, más de una vez lo han lastimadooo…

—Descansa, Panqueque.

 

•┈••✦ ۵ ✦••┈•

 

Abro mis ojos y respiro con pesadez. Me llevo las manos a la cabeza que está punzándome. Siento el estómago revuelto y en general un poco mareada. Ugh… creo que lo arruiné…

—¿Te sientes mejor ahora?—pregunta Arthur, leyendo un libro y sentado sobre un tronco.

Asiento con la cabeza. A mi mente me llegan recuerdos vergonzosos de cosas que dije mientras estaba borracha. ¿No los insulté a ustedes, verdad? Me levanto y tambaleándome me dirijo al tronco.

—Perdón—digo con vergüenza.

—Disculpa aceptada, caballito—se burla Arthur, dejando su lectura.

Mi rostro se pone rojo. Noooooooo, en serio dije muchas estupideces estando ebria. No vuelvo a tomar una gota de alcohol en mi existencia.

—Te ves algo cansada pese a que dormiste un buen rato. Tienes suerte de que Norbert no te haya regañado como a Sybil y Julian. Deberías ir a descansar, todos están durmiendo ahora y estoy haciendo la guardia—continúa.

Lo detengo tomándolo del brazo. Se ha portado muy bien conmigo pese a que le mostré un lado no muy agradable de mí. Y dijo algo de querer respuestas. Es normal, llevo haciendo magia todo el camino y le prometí un cuerno de alta calidad. Puede que incluso esté dudando de quien soy.

—Tú… ¿poder guardar secreto?—digo con el corazón latiendo a mil.

Arthur se queda en el tronco, mirándome con una expresión seria pero cálida. Su rostro lo afirma.

—Yo ser un unicornio. Nacer unicornio y crecer humana—comienzo a decir.

Arthur me mira con confusión al principio, pero no dice nada. Puede que con lo que voy a decirle piense que sigo ebria. Me estoy arriesgando con contarle todo, creo que hay cosas que será mejor guardarme, al menos para después.

—Yo nacer unicornio en Jardines Huecos, pero venir de otro mundo. Yo ser humana en otra vida. Vestir negro y no ser feliz. Yo morir aplastada en un derrumbe y reencarnar como unicornio en esta vida—explico con la mirada baja.

Arthur suspira y se talla los ojos. Su silencio me está dando algo de repelús.

—Yo tener que bajar a El Abismo para evitar aniquilación total.

Estoy preparada para un "Diablos, estás loca", pero la respuesta que recibo de su parte es diferente a lo que esperaba.

—Un unicornio. Claro, eso explica tu poderosa magia. Me… encanta—dice con una sonrisa.

Uh… creo que no está dimensionando lo que dije. A lo mejor ya le jodí el cerebro con tanta información.

—Y vienes de otro mundo… ¿Cómo es?—pregunta con emoción en su voz.

No sé si solo me está dando el avión o no.

—Mundo grande, más que abismo. Haber mucha luz, cielo, y algo llamado sol—explico en términos generales.

Me tomo un momento para explicarle lo que es cada una de esas cosas. El sol es como la Selene de la primera capa, pero más grande y a miles de kilómetros de distancia. Que el cielo es lo que vemos cuando miramos hacia arriba sin ver un piso abisal cubriéndolo todo. Hace muchas preguntas, y para cuando estamos terminando estoy agotada de hablar.

—Eso es… asombroso. Pensar que hay un mundo diferente a este, mucho más avanzado. Puede que el señor Virion tuviera razón…

¿Quién es ese?

—Virion Lonfir, el anterior héroe—explica al ver mi cara de confusión.

Ah, recuerdo que dijo algo por el estilo mientras yo estaba poniéndome hasta el suelo con vino.

—¿Alguna vez te has preguntado… qué hay allá afuera? Ir ahí y verlo con mis propios ojos… ese es mi sueño—dice con un suspiro.

Uy, ya entendí. Así que ese es el tabú del que hablaba. Se supone que las personas no pueden salir de este abismo porque hay monstruos poderosos en la entrada, pero los registros de que hay afuera indican que no hay absolutamente nada. Vacío y más vacío. Básicamente, la iglesia y los exploradores afirman que solo somos un cilindro o cono gigante de tierra flotando a la deriva.

—Cuando era niño me acerqué a la entrada. Unos monjes me prohibieron pasar, pero en mi necedad pude escabullirme. Virion había muerto recientemente, y hasta el último momento mantuvo que había algo allá afuera. Yo quería comprobarlo, conocer si era verdad o mentira, pero lo único que hice fue molestar a los monstruos que casi aniquilan a la primera capa abisal. Desde entonces sueño con intentarlo de nuevo, esta vez más preparado. Quiero ver ese mundo inexistente que hay sobre El Abismo, no me importa si es la nada misma o un mundo maravilloso como el que me cuentas—relata con una mirada perdida.

Ya veo. Siempre se trató de eso. Me gustaría poder ayudarlo a cumplir ese sueño, una vez que haya terminado de poner a salvo este mundo.

—¿Y si ese mundo que aguarda allá afuera… no es más que una decepción?—pregunto con un nudo en el corazón.

Arthur no cambia la expresión de su rostro.

—Incluso si es así, habré cumplido mi sueño y el del señor Virion—finaliza.

Zzzz… me está entrando sueño de nuevo, pero no quiero que este momento se acabe. Qué más da, el mundo es una mierda, aquí, allá, donde sea. Pero también hay cosas bonitas. Tal vez vale la pena arrasarlo todo con tal de proteger un fugaz y efímero momento…

—Descansa, Panqueque.

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