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Cliché

Por la mañana, con la luz del sol asomando por la ventana, a Nell le tomó unos segundos darse cuenta de dónde estaba. Parpadeando hacia el reloj del telefono pensó: «aun tengo tiempo...»

Se dejó caer nuevamente sobre su almohada, decidida a disfrutar un poco mas de su sueño..., pero Steve entró de golpe en su habitación.

—Levantate. Se te hace tarde para la escuela. —le ordenó.

—Todavia es temprano.—refutó ella.

—Tengo que usar el coche para ir al pueblo. Así que tendrás que ir caminando.

Incredula, se levantó torpemente del suelo, dispuesta a enfrentarlo.

—¡Pero está como a cuatro kilometros!.

—Estoy bastante seguro de que caminabas mas en Penssylvania.

Nell alzó la barbilla.

—Eso es diferente.

Steve se acercó y le entregó el bolso que ella habia olvidado en el automóvil.

—Apresurate y vístete. —luego, se fue dando un portaso.

Enfurruñada, suspiró. No iba a entrar en discusión a esa hora de la mañana. Así que veinte minutos más tarde, después de ducharse, cambiarse, y ajustarse los guantes, salió por la puerta.

Una de las cosas que le sorprendió al llegar a Forks, fue la inagotable fuente de agua que caía del cielo. Si fuese un filósofo griego, diría algo como «El cielo llora la pérdida de un ser amado». O está furioso, en caso de las tormentas. Pero ese día, afortunadamente, no llovió, ni tronó. Solo garuó.

La segunda cosa que le sorprendió, fue la escuela. Se hallaba, como casi todo lo demás en el pueblo, junto a la carretera. Y tampoco tenía pinta de que fuera una. Se parecía más bien a un conjunto de casas de intercambio de vacaciones con amplio estacionamiento.

Sin embargo, de lo que mas se percató Nell, fue de ese camino de miradas curiosas que tenía que atravezar. Trató de no reparar en ninguna y caminó apresurada con la vista fija en el instituto. Abrió la puerta con rapidez y soltó el aire que ni siquiera recordaba haber retenido. El interior era luminoso a comparación del exterior. La oficina era pequeña, y habia un por doquier de plantas artificiales en macetas de plástico.

Eleanor se acercó al mostrador y, la mujer del otro lado, ya se estaba acercando a su posición con una sonrisa.

— ¿Te puedo ayudar en algo?.

—Emm, si. Soy Eleanor Blake. La nueva estudiante. —le informó, y de inmediato advertió en su mirada un atisbo de reconocimiento. La esperaban. Sin duda, había sido el centro de los chismes. La hermana del famoso escritor de terror Steven Blake. Sonaba a un cliché. Pero hay una razón por la que existen los clichés. Es porque son ciertos. Son verdaderos. Y su vida tambien era un cliché.

—Por supuesto—dijo. Rebuscó entre los documentos precariamente apilados hasta encontrar los que buscaba.—Precisamente aquí tengo el horario de tus clases y un plano de la escuela. Y... ¿Puedo pedirte un favor?—le habló casi en susurros mientras miraba para todos lados.

Frunció el ceño. Esa pregunta no advertía nada bueno.

—¿Que cosa?

—Un autografo, de tu hermano, ya sabes. —comentó algo emocionada—He leído su libro y pienso que es increible. Nunca he leido algo tan aterrador y tan...

Nell dejó escuchar. En su cabeza solo oia un ruido agudo e incesante que lo unico que queria era escapar de el. Apretó fuertemente lo labios.

—Lo lamento—interrumpió, no quería dejarla terminar—. Me temo que va a tener que pedirselo a él mismo en persona.—agarró el mapa y los horarios de clase—Con su permiso.

Luego, salió pitando hacia el pasillo.

Mientras los estudiantes iban llegando y preparandose para ir a clases, Nell Intentó comprender la estructura del edificio sin exito alguno. Lo unico que si comprendió es que su primer asignatura era Literarura, y se impartia en la tercer aula.

—¿Necesitas ayuda?La voz que la habia llamado, a pesar de ser muy risueña, le dió un respingo de muerte. Ella ni siquiera terminó de voltear que enseguida se percató de la belleza sobrehumana de esa chica. Tenia el pelo corto, estilo pixie; unos ojos dorados y brillantes; y una piel tan blanca como la nieve. Parecia un angel o un ser de otro mundo.

Algo desconcertada, Nell balbuceó:

—Oh,... seguro. ¿Sabes donde queda el aula 3?.

La chica rió y se acercó un poco. Nell notó que venia acompañada de otro chico casi con las mismas caracteristicas que ella. Aunque éste parecia estar bajo un hechizo de sufrimiento alguno.

—Esta pasando la cafeteria. Estoy segura de que no te perderás.

Le sonrió agradecida.

—Gracias...

—Soy Alice.—se presentó sonriente. Luego señaló al chico—Y el es Jasper.

—Yo soy...

—Eleanor Blake.

Eleanor hizo una mueca.

—Solo Nell.

Su risa fue musical y efímera.

—Me agrada.—entonces se escuchó el sonido estridente de la campana

—Bueno, debemos irnos. Que tengas un lindo día.Ella asintió.

—Ustedes igual.

Nell estaba a punto de voltear cuando volvió a escuchar su voz.

—Esperemos que te guste Forks. Le devolvió la sonrisa más convincente posible. Si ella tambien lo esperaba.

No estaba de mas decir que llegó tarde a su primer dia de clases. Su primer dia. Y el profesor Mason, aunque pareciese el mas antipático de todos, fue considerado por ese dia. Se quedó mirándola sorprendido al leer su nombre, pero no le dedicó ninguna palabra de fanatismo, y ella, por supuesto, deseó que la enviara al pupitre vacío que veia en el fondo sin presentarla al resto de los compañeros.Sorprendentemente, su deseo se cumplió. Quizas porque ya era demasiado tarde para interrumpir la clase. Así que Nell se encaminó lentamente hasta el fondo del salón y se sentó. Percibió indicios de miradas de todos lados. Queriendo voltear de vez en cuando solo para ojearla y luego cotillear con el que tenia al lado. Ella intentó concentrarse en la lista del profesor sobre la pizarra. Eran libros basicos; libros que ella ya habia leido. Por lo que ese año seria aburrido. Al menos para esa asignatura.

Para cuando llegó la hora del almuerzo, Nell ya se habia percatado de un par de caras conocidas: Erik, Jessica y Angela parecian estar enfrascados en lo que contaba Mike. Nell intentó buscar una mesa vacía pero todas estaban ocupadas. Y mientras perdia tiempo de pie analizando el espacio, un grupo de siete entraba por la puerta trasera- en la otra punta de donde ella se encontraba- y se acomodaban en una mesa que, por algun tipo de casualidad, se vació sin que se de cuenta. No se parecían lo más mínimo a ningún otro estudiante. Ella logró reconocer a Jasper y a Alice, que vio esa mañana. Él tenia el cabello color miel y era alto y delgado; Y Alice parecia un duedecillo con su figura y su cabello negro intenso. A su lado, un tipo de pelo cobrizo que parecia hablar gustosamente con Bella Swan; otra chica con quien compartió alguna asignatura y que parecia ser la oveja negra del grupo. Despues habia una chica alta y de una figura preciosa. Del tipo que se ve en la portada de una revista. Su pelo rubio caía en cascada hasta la mitad de la espalda. Y era abrazada romanticamente por un tipo de mandibula acentuada, y cabello oscuro.

A pesar de ser diferentes, todos se parecian en algo. Eran demasiado pálidos, y tenían ojos dorados y ojeras similares al morado de los hematomas. Era como si todos padecieran de insomnio o se estuvieran recuperando de una rotura de nariz, aunque sus narices, al igual que el resto de sus facciones, eran rectas, perfectas, simétricas.

Pero nada de eso era el motivo por el que no conseguía apartar la mirada. Continuó mirándolos porque sus rostros, tan diferentes y tan similares al mismo tiempo, eran de una belleza inhumana y devastadora. Resultaba difícil decidir quién era más bello.

—¡Hey Blake!—llamó Mike, haciendo que muchos clavaran sus ojos en ella—¡Ven, sientate con nosotros!—le hizo una seña para que vaya, dando una palmadita a la silla que estaba libre.

«Idiota » pensó. Acercandose con la bandeja sin mas remedio. La apoyó sobre la mesa y se sentó. Mirara donde mirase, había ojos curiosos por doquier.

—Hola estrella—saludó Erik sonriente.

—¿Por que le dices así?—preguntó Angela a su lado.

—Porque es la hermana del que escribio "El monstruo de Pennsylvania". Eso la convierte en una estrella.

—Pero quizas a ella no le gusta que le digan así.—amonestó Angela.

Erik se volteó.

—¿Te molesta si te llamo Estrella?

Nell hizo un gesto, como si le estuviese pidiendo perdón.

—En realidad, si. —los demas se rieron—Lo siento.

—¿Como te gustaria que te llamemos?—inquirió amablemente Angela.

Eleanor alzó sus hombros con una media sonrisa.

—Solo Nell.

Jessica carraspeó para llamar la atención y apoyó los codos sobre la mesa antes de preguntar:

—Y dinos, Nell, ¿De donde eres?

—De Altoona, Pennsylvania.

—Espera—detuvo Erik con emoción—¿Igual que en el libro de tu hermano?—no la dejó responder—Entonces es cierto. Lo que dice el libro, es historia real, ¿no?.

Nell se sintió de repente tan incomoda que solo queria escapar de esa situación. Sabia que ese libro era un cliché, pero era su cliché. Una invación a la privacidad de todos los miembros de su familia. Una que solo debia haberse quedado en Pennsylvania y no salir de allí.

—Yo...eh...

—Increible...—susurró Erik pasandose las manos por el cabello.

—Ya basta, la estas asustando—aseveró Mike. Entonces la miró a ella—. Lo sentimos, no estamos acostumbrados a tener una super estrella. Si es algo que te molesta, prometemos no sacarlo mas a colación.

Nell asintió.

—Gracias...

Pero apenas lo dijo, su vista se dirigió a la puerta otra vez. De ella entró un chico, tan fuerte y musculoso que parecia levantador de pesas. De pelo oscuro, corto y alzo rizado. Llevaba la bandeja de comida con una sola mano y, en una fracción de segundo, sus ojos se posaron en los de Nell. No la miró con interés como el resto del alumnado, sino como una respuesta involuntaria. No obstante, no le quitó la vista de encima hasta que se sentó junto al resto del grupo pálido.

Jessica siguió su mirada y se rió tontamente antes de hablar:

—Son Edward y Andrew Cullen, y Rosalie y Jasper Hale.—nombró uno por uno, en un hilo de voz—La que esta hablando con Bella ahora se llama Alice Cullen; todos viven con el doctor Cullen y su esposa. Excepto Bella, claro. 

—Son... diferentes.Le costó encontrar un término adecuado.

—¡Claramente!—convino Jessica mientras soltaba otra risita tonta—Y tambien guapos. Pero están juntos. Me refiero a Andrew y Rosalie; y a Jasper y Alice. Y viven juntos, lo cual es raro.

Su voz resonó con toda la conmoción y reprobación de un pueblo pequeño, pero, para ser sincera, esto reafirmaba su teoria de los clichés. No habia forma de escapar de ellos. Por muy malos o buenos que sean. La vida era un cliché.

—El doctor Cullen es muy joven, tendrá treinta y pocos.—continuó Jessica de la nada—Todos son adoptados. Los Hale, los rubios, son hermanos gemelos, y los Cullen son su familia de acogida.

Uno de ellos, el fortachón de pelo oscuro, levantó la vista mientras ella los estudiaba y sus miradas se volvieron a encontrar, en esta ocasión con una manifiesta curiosidad. Ella desvió la vista lo más rápido que pudo.

— ¿Quién es el chico musculoso? —preguntó. Aún sintiendo su mirada en ella.

—Se llama Emmett Cullen. Es aterrador, ¿verdad?. Los pocos que se han atrevido a hablarle, el los ha rechazado. Como si apestaran—dijo con desdén, en una muestra clara de resentimiento. Ella se preguntó cuándo la habría rechazado—. Así que mi consejo es que no pierdas tu tiempo con el.

Nell giró el rostro para verlo otra vez, pero ya era tarde. Los siete habían abandonado la mesa al mismo tiempo, alejandose de forma grácil. Y el que respondía al nombre de Emmett no la volvió a mirar de nuevo.