Límpiate

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Aunque Lex no se sentía intimidado, pues siempre podía escapar a la Posada cuando quisiera, la primera impresión fue realmente abrumadora. En un prado, quizás había miles, decenas de miles o incluso cientos de miles de briznas de hierba, pero cada una de ellas estaba irradiando un aura que estaba al menos en el reino naciente.

Curiosamente, aunque la flora tenía cultivo, no podía detectar ningún signo de sentiencia en ellas. Estaban gobernadas completamente por su programación genética que les decía cómo crecer, cómo realizar la fotosíntesis y cómo integrarse con su entorno.

Se quedó profundamente impresionado y se preguntó si esto sería similar a la maravilla que sus invitados experimentaban al entrar a la Posada. Aunque no tenía una horda infinita de seres poderosos llenando cada centímetro del suelo, la Posada en sí también era bastante genial, ¿cierto?