—Vamos, Hellround. Eres mi último recurso —dijo Kaizen, intentando animar a su invocación.
Después de un tiempo de insistencia, Hellround finalmente cedió y decidió ayudar a Kaizen solo para que dejara de molestarlo. Se levantó del suelo y miró a su dueño, pareciendo esperar una instrucción.
Kaizen se animó y esbozó una sonrisa. —No tengo nada de Andrew conmigo, pero estuvo conmigo todo el día, así que debes recordar, ¿verdad? —dijo.
Hellround giró su cara, pareciendo arrogante y comenzó a olfatear el aire, buscando el olor específico que indicaría la presencia de Andrew. Después de unos momentos, las orejas puntiagudas de Hellround se levantaron y él miró en una dirección, aparentando interés.
—¿Encontraste algo, chico? —preguntó Kaizen.
El animal ignoró a su dueño y continuó siguiendo el rastro por un pasillo a la derecha, moviéndose con confianza.
Kaizen siguió de cerca, atento a posibles peligros.
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