Kaizen luchó por ponerse de pie, aún sintiendo el dolor punzante en su abdomen. Sabía que había tenido suerte de haber sobrevivido al ataque, pero la sensación de fracaso todavía lo consumía. Había pasado tanto tiempo luchando contra criaturas más fuertes que él para dominar sus habilidades y convertirse en un buen jugador de Rise Online, pero allí, frente al guardián del bosque, se sintió impotente.
El guardián, por otro lado, parecía disfrutar de la situación, observando a Kaizen a través de su discreto yelmo y ojos resplandecientes. Era una figura imponente, con armadura reluciente y una gigantesca espada en su mano, y Kaizen casi podía ver una sonrisa en su rostro.
—No pienses que ya estás fuera de peligro —dijo el guardián en un tono que era tanto amenazante como juguetón—. Si no tienes cuidado, puedo acabar contigo en un instante.
Kaizen tragó su saliva seca y sintió un escalofrío recorrerle la espina dorsal. Sabía que el guardián tenía razón.
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