Tan pronto como las chicas terminaron de firmar el contrato, Asher cruzó sus brazos y preguntó:
—¿Ahora pueden entenderme? Las dos chicas intercambiaron miradas sorprendidas, claramente desconcertadas por su repentina comprensión de sus palabras. Nerviosamente, asintieron con la cabeza.
Asher asintió, una mirada de satisfacción en su rostro.
Grace, percibiendo la aprensión de las chicas, les habló en un tono amable:
—No se preocupen, Emiko, Yui. Ahora Asher es su Maestro. Estarán bien siempre y cuando sigan sus reglas y hagan lo que él les pida.
Las chicas asintieron suavemente, reconociendo sus palabras, sintiéndose reconfortadas. Aunque sabían que Grace estaba demonizada, no podían evitar sentirse seguras y cálidas en su presencia.
Grace luego gestó hacia la puerta:
—Ahora, vayan y coman la comida que he comprado para ustedes en el salón de la cocina. Está justo ahí. Estoy segura de que deben estar hambrientas.
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