Cuando William expresó su aceptación a un trato tan loco, Alfonso no dudó en sacar los papeles que faltaban por la firma de William. Señaló dónde debería firmar William y explicó con palabras apresuradas lo que William debería hacer. Y entonces todo acerca de este lugar maldito pertenecería a William.
—Viniste bastante preparado —incluso si un niño estuviera sentado frente a Alfonso ahora, incluso si un idiota estuviera allí, sospecharían que algo andaba mal por las acciones precipitadas de Alfonso.
—Es solo para ahorrar tu tiempo y el mío, ¡jajajaja! Estás bastante ocupado de verdad, ¿verdad? —Alfonso intentó encontrar una excusa para darle a William para cubrir sus claramente sospechosas acciones.
—Está bien —William tomó los papeles, el pincel y el tintero y dejó su nombre allí—. Ahora es mío, ¿verdad?
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